Prólogo.

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  Era tomado con delicadeza y al mismo tiempo con fuerza para que no cayera de bruces al helado piso, ambos se movían lentamente al compás del silencio. Apoyaba sus pies sobre los del eslavo, y lo único que él podía hacer era recordar una melodía vieja que escuchó hacia ya tanto tiempo; pisaba al otro con tal de dejarse guiar por el mismo.

  Tenía sueño, como había estado agotado todos esos días. Pero intentaba mantener su vista cansada sobre la mirada del ruso, quien le veía con una sonrisa en la comisura de sus labios. Oh, aquella sonrisa que lograba sacarle de sus martirios cada vez que le mire.

  Por un momento dejó que su mente vagara dejándose llevar a otro lugar, imaginando una escena totalmente distinta. Ya no estaban en su habitación de hospital con los objetos pegados a las paredes para tener espacio por dónde moverse, no eran iluminados por la luz de la calle que se colaba por las cortinas blancas. En cambio, se encontraban en un gran salón, con un piso de distintos colores armoniosos, y ellos en medio, con movimientos más rápidos y delicados mientras una melodía invadía sus oídos yendo ahora al ritmo de sus pasos. No había nadie a su alrededor, no sabían de dónde provenía la música, y tampoco les importaba algo como eso.

  Tenía sus pies en el suelo y ya no sobre los del ruso, bailaba por su cuenta, posaba una mano sobre los hombros de su acompañante y la otra era sostenida al aire por el más alto, por otro lado, una mano grande y firme se posaba en su cintura. Sus miradas sin intención de apartarse una de la otra. No tenía grieta alguna en su cuerpo, y no tenían cicatriz alguna en su piel, como si nunca hubieran conocido el sufrimiento o el dolor. Ambos portaban trajes blancos, y zapatos brillantes de color negro.

  Sus ojos tenían vida en su mirar, y expresaban amor.

  Poco a poco los instrumentos fueron dejando al aire la melodía, bajando lentamente su volumen mientras detenían su baile. Se acercó al ruso nuevamente, colocando su oreja contra el pecho del más alto, escuchaba atento los latidos, sentía como subía y bajaba al respirar.

  Cerró sus ojos, mientras escuchaba ser llamado por el más alto, pero no le importaba en lo absoluto mientras pudiera escuchar el palpitar del corazón ajeno.





















Me gustó como quedó éste prólogo, aunque sea corto a decir verdad.

Aclaraciones gays:

— Ésto es parte importante de la historia, pero no se verá sino mucho más adelante.

— Vene ya se encontraba en peor estado, donde Rusia ya no podía cuidarlo por su cuenta, es por ello que están en un hospital.

— Llevo tiempo sin actualizar mi historia de esqueletos gays y quise hacer dos dos historias de Countryhumans, falta una. Grande, Aguacate, grande.

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