único

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Como varios otros días, Vernon despertó con pesadez. Lejos de sus padres, lejos de su hogar en América, y en un país desconocido. A pesar de ser extrovertido, llegar a un país como Corea donde los mestizos no eran bien vistos simplemente dejaba su ánimo por los suelos. Había intentado hacer amigos en su nueva universidad, en serio había intentado pero era decepcionante ver cómo se le acercaban y andaban con él para sentirse interesantes al tener un amigo "exótico". Estar solo es mejor, se dijo, aunque habiendo estado rodeado de su familia y sus amigos en Estados Unidos, estar solo era algo muy nuevo y difícil para él.

Pasado un semestre las cosas no mejoraron. Participaba en clase, para desgracia de la gente a la que había dejado atrás, y sus profesores usualmente apreciaban sus opiniones sobre la sociedad y la cultura. Vernon se consideraba a sí mismo una persona de mente muy rápida, era listo, lo sabía, pero escuchar a sus compañeros cuchichear sobre él y criticarlo era emocionalmente desgastante y poco a poco empezaba a ser más callado, aunque no al punto de descuidar sus notas ni su buena impresión hacia sus profesores. Cada vez se sentía más solitario.

Un día, el departamento del costado empezó a llenarse de ruidos, 'ah, debe ser un nuevo inquilino', pensó. Su edificio de tan solo 4 pisos (él vivía en el tercero), quedaba bastante cerca de la universidad pero curiosamente no habían muchos estudiantes en aquel lugar, lo que lo aislaba un poco más de socializar con gente de su edad. En el fondo deseaba que fuera un estudiante y quizás, quizás pudieran conversar alguna vez, llevarse bien y esas cosas, ser buenos vecinos ya que eran los dos únicos departamentos ocupados de todo el piso, pero pasaron los días y por más que lo intentara, nunca pudo a cruzarse ni una sola vez con aquella persona que llegó a vivir a su costado.

Luego de alistarse, con la mochila en la espalda, en la puerta del edificio en el frío del invierno coreano, audífonos puestos y una bufanda, algo desanimado por no haber conocido a la nueva persona de nuevo, se dispuso a ponerle play al reproductor de su teléfono y caminar hacia la universidad, pero de pronto captó una voz masculina pero dulce, potente y melancólica cantando hermosamente una canción de Adele, cantando con tanto sentimiento que incluso llegó a pensar que la persona podría estar viviendo la situación aquella canción que reconoció como "Hello". Sintió de pronto las ganas de ir y abrazar a ese chico que oyó. Se quitó completamente los audífonos para tratar de averiguar de dónde venía la voz ya que parecía ser cercano y se dio con la sorpresa de que esta persona vivía en su edificio. Todas las ventanas estaban cerradas por el crudo invierno pero el sonido venía de una de las ventanas del departamento al costado del suyo que estaba entreabierta, las cortinas afuera movidas por el frío viento. Era su vecino quien cantaba. Deseó con todas sus fuerzas subir, tocar su puerta y escucharlo directamente pero se dio cuenta que se le hacía tarde, si no se iba en ese momento no llegaría a su clase de las 7 sin tener que correr y que sus pulmones se congelaran, así que chasqueando su lengua resignado, empezó a caminar hacia el lugar.

Si bien prestó atención a casi todas sus clases ese día, no pudo evitar divagar y recordar el sentimiento que le trajo escuchar a ese chico, su voz era bellísima. Vernon era más de escuchar rap y hip hop, y aunque cantara un poco y conociera de ciertos artistas que no eran su género preferido, aun así podía reconocer que el chico tenía buena técnica, era una voz trabajada con mucho esfuerzo, podía sentirlo, y Dios... quería escucharla una y otra vez. Quizás... ¿quizás no sería mala idea presentarse como su vecino? ¿Sería extraño? Podría ser inapropiado, la situación sería como 'Oye, te escuché cantar hoy, parecía que estabas llorando, ¿te importaría seguir cantando?'. Vernon estaba en un dilema. Usualmente sería sencillo para él presentarse ante cualquier persona allá en América, pero había pasado tanto tiempo solo que sus habilidades sociales se habían oxidado. Así pasaron dos semanas. Su vecino a veces cantaba temprano por la mañana, a veces en las tardes. En las noches solo escuchaba una suave música de piano. A veces podía reconocer las piezas ya que a su madre le gustaba la música clásica y eso solo lo ponía más nostálgico de vez en cuando. Pero, sin quererlo, su vecino hizo algunos de sus días un poco más llevaderos, incluso la música del piano lo adormecía hasta quedarse dormido en el sofá de su sala. A veces aquel chico cantaría canciones muy nostálgicas que lo hacían sentarse en la pared contigua y llorar extrañando su antigua vida o desahogarse de lo solo que se sentía en la universidad.

Cuando cantas veo la vida en rosa. || Verkwan AU || OS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora