• CAPITULO 17 °

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>Ramiro<

Lo agarró del brazo con fuerza y lo alejó del cuarto en segundos, yo me quedé completamente inmóvil esperando a que pasara algo más, quería por fin besarlo.

—¿¡Acaso no te he educado bien!? —A la madre de Evan le importaba poco la situación de estar en un hospital con personas enfermas y que querían descansar—. ¿Qué ibas a hacer Evangeline?

—Mamá yo... —Parecía perder todas sus fuerzas al oír los gritos de su madre y aquel brillo tan bonito se iba de su rostro.

—Cállate, no quiero oír ni una palabra de un pecador —Todo lo decía con un disgusto que simplemente me causaba un enojo enorme—. Yo tenía razón en todos mis pensamientos, él es un desviado y te está incitando cosas.

—Me va a disculpar, pero usted... —Me aproximé a ella, pero su "cállate" gritado a centímetros de mi rostro, me dejó inmóvil.

—¡Ya estoy harto! —Oí cómo levantaba la voz de una manera que no había visto antes, ni siquiera en nuestra pelea—. ¡Me tienes hasta la chingada con esa actitud!

—No seas grosero —Llevó los dedos al lóbulo de la oreja de Evan, el cual ni se inmutó, al contrario.

—Ya no soy un niño, mamá —Su voz se entrecortaba; sin embargo, aún mantenía esa decisión ante de querer ser escuchado.

—Pero entiende que no estás listo para nada y menos si a tu lado estás con personas de ese tipo —Tomó una bocanada de aire, ella sabía que lo que estaba a punto de decir sería cruel—. No eres cómo los otros, estas enfermó.

—¡Entiéndelo! —grité lanzando las cosas de mi cuarto al suelo—. ¡Yo no quiero vivir en un hospital!

—Ramiro, mi amor...

—No quiero, mamá —Lanzaba todo hacia una pared, mientras todos mis familiares se quedaban estáticos—. Por favor mami, yo quiero estar aquí, con mis amigos.

—Es por tu salud, Ramiro.

—No podré ir a la escuela, ni al mar —Lloraba descontrolado, ¿cómo no hacerlo si todo me estaba siendo arrebatado?—. Ya no podré sentir lo que es una comida casera o lo que es un abrazo de mis amigos.

—Eso no es un impedimento para sentir el amor, hermano —Oí la voz de mi hermana, la cual se aproximaba a mí—. El amor está en cualquier lugar.

—No hay amor en un hospital, solo hay enfermos y muerte.

Supongo que el cáncer te hacía madurar el doble de rápido para ver la muerte en un espacio lleno de concreto y desinfectante.

—Claro que sé que estoy enfermo, literalmente mi vida medianamente normal se fue hace un par de años, no tengo un gran pedazo de pulmón y ahora estoy acá condenado a seguir un maldito tratamiento que no me tira el pelo, pero que está acabando con lo poco que queda por rescatar.

—Estás aquí porque necesitas esto, necesitas el tratamiento para vivir, Evangeline.

—¿Y por qué no vivir ahora?, ¿Por qué tengo que esperar a estar sano para poder vivir?

—Porque aquí no hay personas que te hagan vivir de buena manera —Obviamente se refería a mí.

—Personas de ese tipo me han enseñado a sentir cosas que en tu maldita burbuja no existen. Tú no prédicas el amor, tú solo prédicas esa mala imagen de un cuaderno llenó de escritos que son una completa incoherencia.

La observó con tanta irá que quería estar a su lado, rodearlo con mis brazos para calmarlo un poco y que no le sucediera nada malo.

—Él me ha enseñado lo que es vivir después de algo como la muerte de mi papá.

HASTA EL ÚLTIMO SUSPIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora