Del Odio Al Amor, Hay Una Botella De Ron © (Primos 3)

5

Ingresaron a la tienda de Gucci, y una señora de unos treinta años, muy amable y elegante, les preguntó qué necesitaban. Taehyung le pidió que le armara al pordiosero que tenía al lado siete conjuntos de ropa, y que no dejara que los eligiera él, porque tenía un gusto pésimo.

Yoongi observaba la tienda de arriba a abajo con sus brazos cruzados sobre su pecho; recordaba que había estado allí con Jimin —su novio en aquél momento— una vez que él quiso probarse unos jeans.

La señora accedió al pedido de Taehyung, y se llevó al confundido Yoongi hacia un área exclusiva detrás de unas gruesas cortinas rojas.

Mientras tanto, Taehyung esperó sentado en un sillón negro de cuero por al menos media hora, hasta que salieron los dos cargando una montaña de ropa en sus brazos.

—Aquí están los siete conjuntos —dijo la vendedora muy amablemente—. Si quieres puedes revisarlos para ver si te agradan.

Taehyung se levantó del sillón y le extendió su tarjeta, mientras de reojo observaba la ropa sobre el mostrador. Se veía linda.

—Confío en su gusto —dijo—. Tenga mi tarjeta.

La señora lo miró dudosa. Sabía que era un cliente recurrente, y lo había visto gastar mucho dinero en esa tienda antes, pero... ¿dieciséis mil dólares? ¿de verdad podía pagar eso?

—Son dieci-

—No me importa —interrumpió Taehyung, insistiendo en que tome la tarjeta, y la señora la tomó de su mano.

—No tienes que comprarme todo esto, idiota —dijo Yoongi de brazos cruzados y con mala cara.

Taehyung sonrió de lado.

—No lo hago por ti. Es porque no quiero que me vean con un pordiosero como tú —lo miró despectivamente de arriba abajo.

La vendedora los observaba discutir con el ceño fruncido. ¿Que clase de relación tenían esos dos?

Yoongi miró la ropa sobre el mostrador.

—Bien, ¿todo esto se puede revender? —sus ojos negros se encendieron al notar que se haría rico al revender esa ropa al final de la semana.

—La ropa me la devolveras y la quemaré —sonrío irónicamente.

—Bien aquí está su tarjeta —la señora se metió temerosa en la discusión.

—Muchas gracias —Taehyung la tomó y la guardó en su billetera.

La vendedora dobló y guardó toda la ropa en cinco grandes bolsas de Gucci. Los dos salieron de la tienda, se subieron al Lamborghini, y se bajaron en la casa de Taehyung.

Yoongi observaba el exterior de la enorme casa con detenimiento mientras cargaba las cinco bolsas en sus manos. Jamás había entrado allí de día antes, y a decir verdad, pensó que jamás lo haría. Pero ahí estaba, con bolsas de Gucci en sus manos, un bebé de silicona, y el loco del pueblo pidiéndole que entre de una vez antes de que alguien lo vea.

Ingresó y observó el interior deslumbrado: la casa era inmensa y aún más lujosa por dentro, digna de la princesa esa que vivía allí. Pudo observarla en detalle, porque no la había visto bien aquél día que había ido a la fiesta con Jimin.

—¿Impresionado? —dijo Taehyung desde la cocina, dejando el bebé sin cuidado sobre la isla —deja las bolsas ahí, ahora elegiré un conjunto para que te pongas. Aunque habría que lavarlo primero, pero... no creo que tengas problema con ponértelo sucio.

Yoongi lo miró fastidiado, ¿que quiso insinuar con eso?

Bajó las bolsas y las dejó en el suelo, junto a la puerta. No sabía por qué razón estaba obedeciendo a ese idiota en vez de darle una buena paliza.

Taehyung lo vio bajar las bolsas al suelo y quedarse allí parado junto a la puerta de entrada.

—Acércate —lo llamó con la mano y una sonrisita cínica. Sabía que al estar en su casa tenía el control—. No me digas que eres tímido...

—Tímidas tus pelotas —caminó seguro hacia la isla y se sentó en una banqueta —. ¿Y ahora qué?

Taehyung se dió vuelta y comenzó a buscar entre sus bebidas algo para servirle al pordiosero que tenía sentado allí. Quería probarlo un poco. Pasó el dedo por sus botellas de alcohol eligiendo una.

—Tequila no... Vodka no... Ron por supuesto que no, ese es para ocasiones especiales... ¡Aquí está! —tomó una enorme y al parecer muy costosa botella de Whisky, y la apoyó sobre la isla haciendo eco en la casa.

Yoongi observó la botella de vidrio con el ceño fruncido, y luego llevó la vista hacia Taehyung. Se veía hasta casi emocionado mirando esa botella. Que idiota.

—No tomaré eso —dijo con firmeza —, apuesto a que es veneno para ratas.

Taehyung llevó lentamente la mirada hacia Yoongi y sonrió de costado.

—Aunque admito que sería una buena idea, por hoy es solo whisky.

Yoongi apretó los dientes al escucharlo. ¿Estaba admitiendo que sería capaz de darle veneno para ratas? Maldito desquiciado.

Taehyung tomó dos vasos y los llenó hasta arriba.

—Ahora hablemos de horarios —dijo bebiendo de su vaso.

—¿Horarios de que? Y quítame éste vaso, no lo beberé.

Taehyung sonrió burlándose de él.

—Debilucho...

—Debilucho quedarás cuando te parta al medio... —dijo y lo miró. Taehyung frunció el ceño, y Yoongi se sintió obligado a aclarar —La cabeza... en el suelo digo... —dijo nervioso, tomó el vaso y lo bebió completo, sin dejar ni una gota.

—Wow, ni siquiera yo hubiera hecho eso —río de él y lo observó ponerse rojo por lo fuerte que era ese whisky.

—¡Mierda! —limpió su boca con su manga y apretó los ojos por unos segundos. Estaba muy fuerte.

Taehyung lo dejó solo en la cocina y caminó hacia la puerta de entrada para tomar las bolsas que habían comprado. Revolvió todo hasta que encontró un conjunto para que Yoongi se pusiera. No podía verlo más con esa ropa desastrosa.

Caminó hacia él con el conjunto en la mano y se lo tiró en la cara.

—Ponte esto.

Yoongi apenas si se estaba recuperando del whisky cuando sintió el golpe. Respiró hondo para no golpearlo. Tomó la ropa y la miró.

—¿Por qué debería hacer lo que me dices? —arqueó una ceja.

—Porque nos veremos todos los putos días en mi casa durante una semana, y no quiero verte vestir como un vagabundo que vive debajo de un puente —le dió un trago a su whisky.

Yoongi se levantó murmurando cosas por lo bajo y se encerró en el baño que Taehyung le dijo, para cambiarse la ropa.