6

1.8K 235 98
                                    

Yoongi salió del baño vistiendo un conjunto negro de camiseta manga corta con la palabra "Gucci" en el frente, y un jogging con rayas blancas y rojas a los costados.

Caminó incómodo hacia la cocina y esperó en silencio a que Taehyung se diera vuelta para verlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Caminó incómodo hacia la cocina y esperó en silencio a que Taehyung se diera vuelta para verlo. No es que la ropa fuera incómoda, lo que lo ponía incómodo era que Taehyung se la hubiera comprado. Se sentía un idiota de diez años al dejar que el loquito ese lo tratara así, aunque debía admitir que se sentía bien usar ropa de marca.

Taehyung notó su presencia. Se dió vuelta y lo vió allí parado: éste ponía su mano en su cintura, y los ojos en blanco. Lo escaneó de arriba a abajo por algunos segundos, y luego comenzó a reír.

Yoongi levantó una ceja ofendido al verlo reírse de él.

—¿Que te da tanta risa?

—Tus zapatillas son un asco. Te daré otras —salió de la cocina y subió las escaleras.

—Tis zipitillis sin in isqui... ¡imbecil! —se sentó en la banqueta de la isla a esperar a que el loco regresara. Tomó el vaso de whisky que Taehyung había dejado allí y se lo bebió. No soportaba más estar encerrado con ese desquiciado, y creía que el alcohol haría que se lo tomara con más calma.

Taehyung bajó las escaleras sosteniendo con dificultad cinco cajas en sus manos y las tiró sobre la isla, justo al lado del bebé, al cuál nisiquiera le estaban prestando atención.

—Aquí tienes —empujó las cajas hacia él y esperó a que las abriera—, son todas mis zapatillas viejas y las que no me gustaron.

—¿Y por qué me las darías a mi? —frunció el ceño. Eso ya lo estaba asustando, ¿Taehyung haciendo caridad?

—Porque me das lástima —lo miró fijamente—. Ahora ponte algunas que tu olor a patas sucias debe llegar hasta Latinoamérica.

Yoongi aguantó su risa por el comentario de Taehyung, y comenzó a abrir las cajas como un niño en navidad. Iba sacando las zapatillas de las mejores marcas, y la mayoría estaban sin uso. No se negaría a recibir eso si el idiota de Taehyung no lo quería.

Eligió unas zapatillas blancas de Nike, las cuáles todavía tenían la etiqueta puesta. Se quitó sus zapatillas rotas y se puso las nuevas. Se bajo de la banqueta, y no pudo evitar sonreír al sentir lo cómodas que eran.

—Son geniales.

—Si, si. No te emociones que me las devolverás en una semana —lo bajó de la nube en la que estaba flotando—. Ahora hablemos de horarios...

Yoongi se sentó en la banqueta y se sostuvo de la mesada de la isla con su mano. Parecía ser que el whisky ya estaba haciendo su efecto en él.

—¿Que horarios?

—¿Acaso además de feo eres idiota?

—Tu eres feo cara de... princesa —rió de su propio comentario. Definitivamente el whisky estaba haciendo su efecto.

—Envíame tus horarios del colegio.

—¿Eh?

—Lo que escuchaste, vamos... —Le dictó su número de teléfono.

Yoongi lo agendó como "Princesa" y luego le envió sus horarios. ¿Por qué mierda estaba haciendo todo lo que le pedía? Comenzaba a sentirse idiota, y no dejaría que Taehyung lo hiciera sentir así.

—Ahí tienes, estúpido.

El celular de Taehyung sonó y éste lo tomó para ver el mensaje. Leyó con detenimiento sus horarios.

—¡Vamos! —gritó emocionado.

—¿Que?

—Por lo que veo, solo compartimos la primera clase de los lunes.

—Que alegría —dijo seco.

—Entonces nos juntaremos aquí en mi casa algunas horas al día. ¿Que te parece... a las cuatro de la tarde? Luego cada uno escribirá lo que sucedió en el día en su cuaderno —tomó uno de los dos cuadernos azules que se encontraban sobre la mesada y se lo lanzó sin cuidado.

—¡Ey! —gritó cuando éste golpeó su ojo.

—Cállate —dijo poniendo la palma de su mano en su rostro—. Como decía...

—Enfermo.

—Como decía... —repitió— Te advierto que hay que tratar bien a este bebé, porque tu no conoces al profesor Kang.

—¿Que con él?

—Él de verdad nos podría estar vigilando... —bajó la voz como si estuviera escuchando—. Hasta podría haber puesto un micrófono en éste estúpido bebé... ¡digo! en este hermoso bebé de silicona —miró al bebé que estaba boca abajo sobre la mesada.

—Entiendo —dijo confundido—. Y haremos lo que nos dice porque...

—Porque quiero aprobar la mitad del año, y porque quiero terminar rápidamente el infernal colegio —se cruzó de brazos.

—Está bien, si —asintió—, quiero lo mismo.

Aunque tuviera que hacer el trabajo con ese idiota, lo haría. No le quedaba otra opción.

—Y... —inspeccionó la casa con el ceño fruncido—. ¿A dónde están tus mayordomos?

—¿De que hablas?

—Los que te atienden, ¿a dónde están?

—Tengo un solo empleado que viene una vez cada tres días a limpiar la casa.

—¿Eso es todo?

—Es todo —contestó incómodo. ¿Por qué tenía que darle explicaciones a ese metiche?

—¿Por qué?

—¿Por qué, que? —su interrogatorio ya lo estaba poniendo molesto.

—Digo... Me sorprende que no tengas a un centenar de personas trabajando día y noche para tí.

Taehyung lo observó fijamente por unos segundos sin expresión alguna. Eso era bueno, significaba que Yoongi pensaba que él era como un rey.

—Aprecio la soledad —explicó —. Mi música, mis cosas para mi solo. ¿Algo más que quieras saber? —dijo sarcásticamente en un tono seco.

—Como sea, igual me vale verga tu vida... —giró 360 grados sobre su banqueta y se frenó cuando comenzó a marearse. Cerró los ojos unos momentos para tomar aire.

Taehyung notó al bebé de silicona sobre la mesada y lo tomó de un pie para levantalo en el aire, asimilando la idea de que debían comenzar a cuidarlo como si fuera un bebé real. Porque si no fuera de plástico, para ese momento, estaría sin vida.

Del Odio Al Amor, Hay Una Botella De Ron © (Primos 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora