Capitulo 106

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Santiago.

–Entonces dígame Santiago. Para que soy buena en estos momentos.- Mire a Maria desde su despacho con su traje rojo ajustados. Y su cabello negro que caía en rulos por su espalda.

Se me iba a la vista admirando sus piernas. Pero tenia que ser educado y calmado en estos momentos.

Tenia que concentrarme.

Le explique mi situación entonces.

–Escucha lo siguiente que te explicare. Necesito que me muestres tres o cuatro trabajos al menos. Ahí nosotros consideraremos tu oferta para que te comencemos a pagar completo. Pero tiene que ser trabajos muy buenos Santiago.- dijo.

Antes de salir de la oficina pero antes Maria me llamo de nuevo, aun yo estando en la puerta.

–Recuerda Santiago. Trabajos muy buenos.- dijo y finalmente voltee y me fui.

Salí al cafetín restaurante de al frente a tomarme un té o algo parecido a un calmante. Mi rabia juntada con mis nervios y ansiedad no eran muy buenos aliados.

Sentí otra vez la misma sensación de ayer. Como si alguien me miraba de lejos. Y para terminar de confirmar otra vez mis sospechas. Era de nuevo Jessica.

Otro puto problema que resolver.

La ignore, hoy no seria el día para esto. Después se hizo la hora para entrar, ya que había llegado al menos una hora antes para hablar con María.

En la oficina ya se encontraba Lara. Omití su presencia en todo el momento.

No la salude ni en la mañana. No estaba en el preciso estado de humor para hablar con alguien.

Estaba organizando mis trabajos y revisándolos. Note que me faltaba uno, pero decidí salir otra vez a tomar un café, los nervios me estaban consumiendo. En todo ese momento que estuve ahí, podía sentir la respiración de Lara y hasta los ruidos raros que hacia con el lápiz cuando se quedaba mirando a cualquier cosa en particular.

Algo que ella sabia que me molestaba.

Nuestro silencio se había tornado tenso, pensé.

Ya otra vez buscando el trabajo en la oficina, no lo conseguí ni en los archivos reciclados.

Me desespere, busque mi usb y tampoco estaba. Desorganice los papeles a ver si lo tenia en copias, pero nada.

Maldije unas cuantas veces sin importar que Lara estuviera observándome del otro lado de la oficina.

Estaba a punto de colapsar y de mandar todo a la mierda. Esto era lo único me salvaría de mis problemas en estos momentos.

Ya con la oficina desordenada. Mire a Lara.

Y lo supe.

–Lara donde esta mi trabajo?!- la enfrente.

No había otra explicación. Ese trabajo tenia que estar aquí.

Y ella era la única en el mismo lugar que yo.

Después de negar muchas veces que ella no era, decidí amenazarla. También tenia que sentir lo que era que te acusaran como ella lo había hecho conmigo el día anterior.

Pero esta vez si sabia que era ella.

Camine hacia su computadora y la agarre. Me acerque a la ventana sin ningún tipo de seguridad.

–O me das el trabajo o lanzó tu laptop por la ventana.

Pude escuchar como me insulto unas cuantas veces y me dijo que estaba cayendo bajo pero ella nunca entendería mi desesperación.

Recordé sus palabras cuando sucedió lo de la moto.

–DE VERDAD NO TE ASUSTA? Necesito el trabajo ya mismo Lara, maldita sea. No lo entiendes. Te diré cómo la otra vez tu me dijiste: EL MUNDO NO GIRA A TU ALREDEDOR, hay más personas a tu lado pasándola igual o hasta peor que tú.- Santiago tenía un soplo de dolor que lo reconocí en seguida. Uno por el cual yo había pasado.

Después de citarlas, Lara no pudo mas y acepto de una vez por todas que lo tenia ella.

Intento hacer un trato conmigo pero la rabia pudo mas y lance su computadora en la mesa.

De un momento a otro terminamos en el piso, rodando e insultándonos. Como todas las veces anteriores.

Lara no dejaba lanzar su retahíla de insultos mientras me golpeaba. Yo solo le regresaba los insultos y trataba de esquivar sus golpes. Pero me sorprendía su fuerza, sus métodos para pelear y mucho mas.

Ella podía asustar a cualquiera.

Por alguna razón se me paso por la cabeza callarla con un beso.

Nos detuvimos en ese momento y nos miramos a la cara, podía sentir su corazón palpitar junto a mi pecho. Nuestro pulso acelerado.

E hizo algo que termino de poner la torta. Me escupió.

Seguimos rodando por el piso y gritándonos.

Maldita sea con Lara. Y EL DÍA QUE LA HABÍA CONOCIDO.

Entonces llego Maria y nos separamos rápidamente.

Si me botaban del trabajo, haría que Lara también pagara las consecuencias.

Aléjate o déjate llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora