1. Me perteneces 💌 Saeyoung

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Me gustaba jugar con ella, picarla solo para ver como reaccionaba. Cuando éramos pequeños tiraba de sus coletas y le levantaba la falda. Siempre se enfadaba mucho y se ponía a correr detrás de mí por todo el parque. No podía evitar reírme al verla tan molesta. Era tan linda...

No quería que nadie más supiera de nuestra amistad, ni siquiera mi hermano ya que estaba seguro de que si la viera la querría para él. Jugábamos al escondite y si no podía hallarla me indicaba el camino con su voz solo para que la agarrara del vestido. Era muy pícara y juguetona desde niña.

Una vez jugando construimos una pequeña cabaña. Debíamos tener unos trece. Estábamos sentados muy cerca y se abalanzó sobre mí para quitarme los auriculares que llevaba. Se los puso para averiguar qué escuchaba y nos encontramos apretados el uno contra el otro sobre el suelo de madera.

Miré su rostro sintiendo un tremendo miedo al notar el calor de los cuerpos unidos. ¿Qué era aquello? Mi cara estaba roja al igual que la suya y se acercó poco a poco a mis labios hasta rozarlos. En ese momento noté que se me cortaba el aire. ¿Por qué me hacía sentir así? Cerramos los ojos tratando de descifrar lo que estaba sucediendo. Fue algo inocente e infantil, puro. No teníamos segundas intenciones.

No le dimos importancia si bien yo sabía que me gustaba y fui corroborándolo a medida que pasaron los años. Fuimos creciendo y tuve que irme una temporada a entrenarme como agente secreto. No la olvidé en todo ese tiempo así que decidí regresar a pesar de todos los riesgos. Quería verla.

Me abrazó en cuando llegué, traspasándome toda su calor.

—Volviste, te eché mucho de menos —expresó.

—Yo más, no sabes cuánto. —La examiné, estaba preciosa. Sus labios rojizos tan gruesos e insinuantes me hacían querer pecar. Saborear su deliciosa miel. Y ahí surgió mi despertar sexual.

Desarrolló unos pechos increíbles dignos de una diosa. Rebotaban hacia arriba, tan tersos y excitantes y eso me tenía loco aunque trataba de disimularlo. Cada noche fantaseaba a solas con cómo se debía sentir tenerla sobre mí, gimiendo de placer. Devorando sus hermosos senos. Estrujando sus bonitas nalgas, tan redondas y perfectas. Y cada noche el deseo abultaba en mis pantalones, pensando en poseerla. Caía en la tentación de tocarme para aliviar un poco la tensión. Recordaba su mirada, golosa y tentadora que decía: cómeme. Y eso quería hacer, comérmela a besos. La deseaba con todas mis fuerzas, pero no era tan fácil. Yo era peligroso.

Un día se declaró confesándome sus sentimientos. Fue en uno de mis bebés de camino a casa. Hizo que me detuviera para escucharla y tomó mi rostro entre sus manos.

—Te amo, siempre te he amado. —Su sinceridad hizo que mi corazón rebotase de felicidad. Notaba mis mejillas arder y todo mi cuerpo temblando. Jamás me había sentido de esa forma con nadie. Yo también la amaba y estaba desesperado por probar sus labios y hacerle el amor, pero no era posible, debía alejarla de mí.

—No me importan tus estúpidos sentimientos. Tal vez te hiciste falsas ilusiones y... no te quiero. No siento nada por ti. —Esas palabras quemaron en mi garganta y pude notar la decepción total en su bonito rostro.

Le hice mucho daño. Se creyó la mentira y no quiso sacar el tema nunca más. Continuamos con nuestras vidas y me pidió que siguiéramos siendo amigos, a pesar de mi rechazo. Acepté y fingimos que nada había pasado. Siempre mantuve la esperanza de confesarme algún día, de reconocer que le mentí con respecto a mis sentimientos y sacar el valor para abrirle mi corazón, sin embargo, llegó él.

Sus ojos brillaban al mirarlo y le reía todos sus chistes carentes de humor. ¿Cómo era posible? ¡su sonrisa era mía! ¡solo yo podía hacerle reír de esa forma!

Loco por ti - Mystic Messenger one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora