CAPÍTULO OCHO

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¡Hola! Realmente lamento muchísimo la tardanza, espero aún tener lectores. Tuve algunos asuntos importantes y también no lograba encontrar motivación para escribir un capítulo, sin embargo, acá estoy devuelta. Espero que lo disfruten y recuerden votar. ;)


Emerson continuó corriendo entre la arboleda, sintiendo la niebla venenosa quemar su espalda cada vez que se detenía para tomar un respiro

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Emerson continuó corriendo entre la arboleda, sintiendo la niebla venenosa quemar su espalda cada vez que se detenía para tomar un respiro. Aguantó los dolores y se dijo a si misma que debía moverse, no podía morir apenas unas horas después de haber iniciado los Juegos. Había intentado de demostrarle a todos que su vida era importante, tenía que hacer lo imposible para permanecer hasta las últimas instancias. Se movió al lado de Katniss y permaneció a su lado, incluso cuando ella se detenía para ayudar a Peeta. Vio a los trágicos amantes caer y ayudarse mutuamente cada vez que se levantaban. Estuvo al lado intentando no parecer demasiado amable, porque sus planes caerían más rápido de lo que hacían las gotas de lluvia en un cristal.
Soltó un nuevo grito, el ardor en su espalda le hacía saber que debían apurarse, porque la niebla los alcanzaría por completo. Se sintieron como unas tres horas de puro sufrimiento, donde luchaban contra un enemigo natural. Aún así, supo que no pudo tratarse de más de unos cuarenta minutos. Fueron unos eternos minutos controlados por la crueldad del Capitolio, pensó. Ellos harían lo necesario para poder sacar de la ecuación a los tributos que creían incompetentes. La muerte de Katniss Eveerdeen sería celebrada por el presidente de Panem y sufrida por todos los soñadores. A él le encantaba asesinar niños y también le gustaba borrar cualquier leve síntoma de esperanza.

—¡Por aquí!— gritó ella, haciéndose oír entre los gritos.

Despejó el camino, tomando sin pedir permiso la lanza de Peeta para fijarse que no había campos de fuerza en el transcurso que estaban tomando. Podían morir fritos también, la niebla no era su única preocupación. El amante del Sinsajo cayó al suelo, demasiado mal ante sus heridas como para poder continuar caminando. Soltó una maldición, Katniss intentó ayudarlo, pero él no podía moverse del suelo. Sus planes se trataban acerca de mantener al Sinsajo con vida, no a su amante.

»Debemos seguir.— declaró con firmeza, pasando su mirada por el inconsciente muchacho. No podía evitar pensar en que su muerte sería injusta, al igual que la sería la de todos los demás. Sin embargo, cargar con un cuerpo como el suyo las haría realmente mucho más lentas. Debían escapar en ese mismo momento, porque la niebla estaba avanzando. Cada segundo perdían terreno de ventaja.

—No lo dejaré.— insistió el sinsajo, tratando de levantarlo del suelo. No estaba sirviendo, era incapaz de moverlo apenas unos centímetros. Soltando un suspiro, levantó su cabeza para observar a Emerson.— Ayúdame, por favor.

Se quedó quieta por unos segundos, pensando en sus probabilidades. Levantó sus ojos para ver a la niebla acercarse, tomando más territorio con cada segundo que pasaba. Si no se apuraban y efectivamente comenzaban a discutir, no importaba qué decisión terminarían tomando, porque la niebla los mataría al instante. Katniss Everdeen parecía tan sumergida en sus propias ideas, que no aceptaría un no por respuesta. No dejaría ir a su amante de forma tan fácil. Pensó en ella y en la fidelidad que tenía con su pareja. Podía admitir que sólo los conocía a través de lo que mostraban las cámaras, Caesa Flickerman solía entrevistarlos y hablar por horas en el programa de las noticias acerca de su pareja favorita. Pero nunca había demostrado con tanta fuerza lo que ellos sentían, lo que harían uno por el otro. Katniss realmente estaba dispuesta a morir una vez más, si Peeta también lo hacía. Era tan caótico y sumamente estúpido. No podía reconocer si el Sinsajo era una tonta suicida o en verdad, estaba enamorada. Ambas cosas sonaban semejantes. Emerson pensó en todo lo que estaba pasando en esos momentos, Katniss tan sólo tenía diecisiete años y una vida por vivir. Quizás no era una buena vida, pero que todo terminara por un enamoramiento sonaba estúpido. No podía pensar en acabar con su vida cuando todo el mundo tenía fe en ella, para salvar al chico que le gustaba. Negó con su cabeza y soltó una carcajada seca.

Panic ⋆ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora