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Pensó en despertarlo pero, ¿que ganaría con eso? estaba ebrio, y si lo despertaba debería llevarlo hasta su casa, y no tenía ganas. Después de todo, él era el idiota que se había embriagado.

Se tiró comodamente en el sofá junto al difunto, y encendió la enorme televisión para buscar una película que mirar. Cada tanto volteaba la cabeza para mirarlo, éste dormía boca abajo todo desparramado.

Todo de él le provocaba rabia, y se preguntaba ¿por qué demonios había tenido tanta mala suerte al tocarles juntos ese trabajo que era tan importante? Suspiró pesado y acomodó su cuerpo para mirar la película, pero unos minutos después, se quedó dormido con el control remoto en la mano, y su cabeza colgando en el respaldo del sofá.

Despertó con el intenso llanto del bebé que se escuchaba en el piso de arriba. Miró confundido la televisión encendida, y luego volteó a ver a su lado: Yoongi dormía casi en la misma posición.

Se levantó somnoliento y miró la hora en su caro reloj de muñeca mientras subía las escaleras: 6:10 am. ¿Que mierda? había dormido parte de la tarde y casi toda la noche en el sofá, y el otro borracho ni siquiera se había movido.

Tomó medio dormido al bebé y lo arropó, queriendo que cese de una vez ese agudo llanto infernal. Una vez que logró que se callara, bajó las escaleras con él en brazos. Pensaba que si lo dejaba arriba y se volvía a dormír, difícilmente escucharía su llanto desde la sala. Así que se sentó en el sofá, y recostó al bebé a su lado. Se acomodó apoyando la cabeza sobre el respaldo, y se quedó dormido nuevamente.

Cincuenta minutos más tarde, la alarma de su celular comenzó a sonar haciéndole abrir los ojos confundido. Lo buscó en los bolsillos de su pantalón y lo tomó para apagar la alarma que decia "colegio".

—¡Dios mio el colegio! —pegó un salto incorporándose.

Volteó y vio a Yoongi durmiendo a su lado. Se acercó a él y vió que de su boca entreabierta caía un hilo de baba. Pensó que el idiota mancharía su caro sillón, y lo movió un poco para que despierte.

—¡Borracho de mierda, levántate que debemos irnos!

—¿Eh? —abrió apenas los ojos y vió muy borrosa la cara de Taehyung peligrosamente cerca de la suya. —¡Que mierda! —se sentó rápidamente en el sofá, no entendía que había sucedido.

—Hay que ir al colegio —dijo seco caminando hacia la cocina.

—¿Me drogaste? —se levanto confundido y vió al bebé de silicona recostado con la cabeza sobre un almohadón.

—Que dices, idiota... —lo miró mal.

—¿Cómo mierda me dormí en el sofá?

—Te dormiste por beber whisky y luego te acostaste mientras yo cuidaba al bebé —gruñó. Hasta ahora él era el único que se encargaba del molesto bebé—. Y no grites que lo despertarás.

—Ahh, si... ya recuerdo —se razcó la cabeza aún dormido—. ¿Que hora es?

—Seis y veinte.

—¿Eh? ¿Seis y veinte? ¡¿De la mañana?! Aún tengo que ir a mi apartamento para ducharme y cambiarme, ¡llegaré tarde al colegio! —intentó acomodar su cabello negro revuelto con sus dedos.

Taehyung levantó los hombros insinuando que poco le importaba lo que le decía.

—Bien, me voy —miró a su alrededor para ver si se olvidaba algo.

—Te llevas al bebé, yo lo atendí toda la noche —dijo serio.

—Si, buen intento, princesa —se acercó a la puerta y de una de las bolsas de Gucci que aún estaban allí, tomó una campera. Abrió la puerta con la llave que estaba puesta y salió rápidamente.

—¡Ey, maldito hijo de...! —Se quedó gritando solo en medio de la cocina. Lo vió casi correr a traves de la ventana hasta que lo perdió de vista.

Terminó de desayunar, se duchó, se cambió rápidamente y preparó al bebé junto con todo lo que necesitaría para atenderlo en el colegio. Pero no salió sin antes darle un largo trago a la botella de whisky que aún se encontraba sobre la mesada de la isla: era como su combustible.
Maldito Yoongi que lo había dejado solo con el estúpido bebé. Se las cobraría todas y cada una en algún momento.

Tomó al bebé en brazos y se subió al Lamborghini, sentandolo sobre su regazo.

—Tu madre no te quiere —dijo al bebé como si lo oyera, refiriéndose a Yoongi—. Espero que te guste Drake.

Encendió la música a todo volumen y condujo con rapidez hacia el colegio.

Si el enano pensaba que se haría cargo del bebé en la escuela todos los días, estaba equivocado. Muy equivocado.

Del Odio Al Amor, Hay Una Botella De Ron © (Primos 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora