Introducción a la primera parte

259 49 145
                                    

Vivir en una enorme casa es acogedor. Pero, a veces, puede resultar abrumador sabiendo que te rodean demasiadas habitaciones para un hogar en el que habitan solo cuatro personas. En una habitación en particular, una chica rubia alistaba unas cuantas prendas en una maleta, como si de vacaciones se tratase.

Los rayos del sol golpeaban su tez blanca a través de las persianas que no estaban del todo abiertas y eso la fastidió a esas horas de la mañana. Un par de golpes en la puerta anunciaban la llegada de alguien, pero Brittany no parecía inmutarse ante el sonido.

-Señorita Brittany -anunció una voz femenina que se asomaba lentamente por la puerta, que sonaba casi como un susurro-. Voy a entrar.

Al recinto entró una mujer de cabello blanquecino, su rostro hacía pensar que surcaba los sesenta años o un poco más, no obstante, el estar en constante movimiento y relativamente "ejercitada", se veía más joven. Caminó lentamente hasta la ventana y abrió las persianas en su totalidad.

-Hace un día hermoso -habló la mujer.

-¡Oh, Cecile! -se quejó Brittany mientras se sentaba en la cama. Los rayos del sol apuntaban a su cara y sentía como si se le estuviera quemando la piel. A pesar de la expresión malhumorada, sus ojos verdes brillaban grácilmente ante la luz-. ¿Qué hora es?

-Es tarde -soltó la mujer, secamente-. Saldrá con sus amigos ¿no es así?

-Sí -contestó la rubia, se levantó de la cama revelando un pantalón corto de color azul marino y una blusa blanca con un estampado de flores que contrastaba perfectamente con su pantalón corto. Se acercó a su tocador, se sentó frente al mueble y comenzó a pestañear recobrando la conciencia-, iremos a la casa de campo en la noche.

-¿Sus padres saben eso? -preguntó Cecile, sonando curiosa.

Los padres de Brittany eran personas dóciles y exigentes. Una familia conservadora que estaba demasiado tiempo, cada uno en su trabajo y, siendo la única hija, su única compañía en casa se trataba de su ama de llaves y mucama: Cecile. Su padre, tenía una vida política en construcción y; su madre, se dedicaba al diseño de modas. Brittany aprovechaba algunas ocasiones para colarse con su madre en diferentes pasarelas.

-Les diré a la hora del almuerzo -contestó Brittany, levantándose de la silla.

-Hablando de eso -comenzó a decir la mujer, mientras desempolvaba el escritorio cercano a la ventana donde había una pequeña lámpara, unos cuantos libros y una foto-. Ellos te verán en Isa, el restaurante japonés.

-¿Otra vez allí? -preguntó Brittany, con un aire desanimado y miró a la mujer.

Cecile simplemente alzó sus hombros sin musitar ni una palabra y salió de la habitación.

-Su desayuno estará servido en unos minutos -anunció Cecile antes de cerrar la puerta de la habitación y bajar a la primera planta.

Brittany suspiró y se acercó al escritorio junto a la ventana de la habitación. Tomó una fotografía adornada con un marco de madera. En la foto estaba ella con sus mejores amigos.

Repasó con su mirada a cada uno de los chicos de la foto y suspiró nuevamente.

Dejó la foto sobre el escritorio y se dirigió al baño. Recordó que aquella foto la tenían cada uno de ellos. Había sido tomada en un centro comercial un día domingo cuando no había nada más qué hacer. Habían salido a caminar para ver vitrinas repletas de ropa y zapatos mientras comían helado. Por supuesto que no era el plan favorito de Duncan o Marion, pero para un grupo de amigos tan unido, todo se vale; por lo tanto, cuando había una idea en mente, trataban de ejecutarla juntos.

Despiadada Venganza © [disponible en físico] ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora