Uno

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Uno:

Si, está bien, tomaré el té fuera. - Suspiró resignado, atravesando los grandes ventanales del salón principal, para después, adentrarse en los jardines de la casa familiar de su primo.

A pesar de conocer cada rincón de la estancia, debido a la extensa correspondencia que había mantenido con el anfitrión de la mansión, era la primera vez que estaba físicamente allí. Por lo que aún no se había habituado al servicio, o más bien, ellos no se habían habituado a su presencia.

Cuando estaba en casa.. bueno, lo que alguna vez había considerado hogar, jamás le habrían permitido tomar el té fuera, tenía obligaciones más importantes como aprender llevar la hacienda de su familia o cuidar de que todo estuviese en orden, sus estudios, sus lecciones de piano, sus clases de etiqueta... todo lo necesario para convertirse en el futuro heredero, en el cabeza de su propia casa, en el sucesor de su apellido y, en la salvación de los problemas económicos de su familia.

Un nuevo suspiro atravesó sus labios, carnosos y rosados, y negó con la cabeza intentando así disipar esos pensamientos intrusivos de su mente. Y se acercó a la mesa, cuidadosamente preparada en el centro del jardín. Una vez allí, tomó asiento y una pequeña sonrisa se enmarcó en su rostro, al sentir la brisa fresca y el aroma del té inundando sus fosas nasales. A continuación, ajustándose el chaleco para tener mayor movilidad en los brazos, alargó el cuerpo para servirse una taza de té.

Pero señor -Escuchó una voz algo apresurada justo a sus espaldas.- No es necesario que haga eso, podría haber llamado a alguien. -Continuó la joven, cuyo nombre aún no había memorizado y acto seguido pasó por su lado haciendo una pequeña reverencia con la cabeza, a la vez que dejaba una bandeja con galletas a un lado de la mesa.- ¿Azúcar? -Prosiguió con una sonrisa.-

Claro que es necesario, quería una taza de té así que decidí servirme por mi mismo, me parece algo ridículo tener que esperar a que alguien más me la sirva. -Contestó el rubio, de manera jovial y despreocupada, aunque al ver la cara horrorizada de la sirvienta, se apresuró a añadir.- No es que esté insinuando que su trabajo no es eficiente ni mucho menos, es simplemente que, todos tenéis tareas más importantes que servir una taza de té y no quería molestar. -A continuación tomó una de las galletas que aún estaban algo caliente e inconscientemente sopló un extremo de estas antes de aventurarse a darle un mordisco.- Vaya, están deliciosas, mis felicitaciones al cocinero. Me gustaría aprender como hacerlas, si no fuese ninguna molestia, ya que no tengo ninguna asignación pendiente había pensado que estaría bien..

Ahí estaba, una vez que Jimin se ponía hablar de algo que le interesaba, no podía parar y eso, generalmente solía generar el descontento entre sus iguales.- Oh, lo siento dónde están mis modales ¿le gustaría acompañarme, señorita? -Preguntó haciendo gala de sus hoyuelos, al mostrar una sonrisa radiante.-

Yo.. no.. no soy.. no creo que.. no se me está permitido, no quisiera importunar con mi presencia señor. -Contestó con cierta precaución latente en su voz, como si tuviese miedo de opinar con libertad..- Si me disculpa.. tengo cosas que hacer, avísenos si necesita algo. -Acto seguido la joven que, no sería mucho más joven que él, realizó una nueva reverencia.-

El rubio observó como la figura femenina se alejaba con una expresión cansada en el rostro, a pesar de estar acostumbrado a ese tipo de situaciones, no podía evitar sentirse solo y vacío. No tenía amigos, no al menos amigos de verdad, solo gente que se acercaba por interés y en la que no podía confiar. Y tampoco es que fuese muy popular entre la aristocracia, debido a sus inclinaciones.. filosóficas y no tan filosóficas. La única persona en la que podía confiar era en Jin, su primo, la persona que lo había salvado y la que se había ofrecido a hacerle un hueco en su vida y en su hogar. De repente, interrumpiendo la intrusividad que su mente había generado a modo de pensamientos y remordimientos, un ruido lo sacó de su ensimismamiento.- ¿Hay alguien ahí?

Extrañado, alzó la mirada y arqueó una ceja al escuchar los sonidos de los arbustos moviéndose y dejó la taza de té sobre la mesita, para dirigirse a la dirección de la que provenían los pequeños crujidos de hojas secas.

Quizás no era el mejor momento para hacerse notar, pero estaba cansado de ser invisible, de sentirse como un pájaro atrapado en una jaula, de no poder hacer nada por sí mismo debido a su estatus, a su condición..

Sabía que era poco sensato, que alguien de su posición no tenía por qué involucrarse en ese tipo de asuntos, que lo normal sería avisar al servicio y a los guardias. Pero aún así sus pies siguieron caminando, con paso decidido, movidos por su curiosidad. Hasta que de repente se toparon con lo que estaban buscando.

Allí, a una distancia relativamente prudencial, se encontraba un muchacho que perfectamente podría tener su edad, ataviado con unos ropajes desgastados por el uso y algo ceñidos debido a que, probablemente, estuviesen tan ajustados debido a que eran tan antiguos que su portador había crecido y ya no estaban a su medida, como en un tiempo pudieron estar.

El joven noble inclinó la cabeza por inercia, debido al repaso visual que estaba realizando de su opuesto y se mordió el labio en un acto involuntario.

Rápidamente, cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra, creando un contraposto perfecto con su cadera, sosteniendo su mirada en el rostro ajeno y con su curiosidad más que satisfecha. El ladrón era guapo, cosa que no esperaba, ya que la imagen que solía tener de los atracadores no era precisamente la que se encontraba frente a sus ojos. El chico no era mucho más alto que él, de tez pálida, pero ligeramente bronceada por todas las horas trabajando al sol. El cuerpo tonificado y ágil, con el tamaño perfecto para pasar desapercibido y esconderse entre la multitud... o esa sería la idea, de no ser por su rostro. Que, muy para sus adentros, no podría olvidar con facilidad . Intentó centrarse, pero no sabía qué manera sería la adecuada para abordar una situación así, ya que en ninguna de sus clases de etiqueta le habían enseñado cuál era el convencionalismo social apropiado para dirigirse a un, como dirá su institutriz: rufián.

Jimin se sorprendió a sí mismo carraspeando, para hacerse notar, mientras el contrario maldecía en voz alta su mal aterrizaje a través de los muros del jardín.- Disculpa, ¿puedo ayudarte en algo? -Vocalizó con cierto retintín atrevido y socarrón. Pero rápidamente enmudeció cuando los ojos afilados del moreno se clavaron contra los propios, desconfiados y alerta.- Creo que.. la puerta no está por ahí. -Añadió arqueando las cejas con diversión, sintiendo un sudor frío en la nuca, que lejos de ser provocado por miedo a salir perjudicado, apuntaba más bien a una sensación parecida a la que tenía en la boca del estómago cada vez que ingería su bebida favorita. Que no hizo más que acrecentar cuando el contrario torció la sonrisa socarrona de sus labios y se cruzó de brazos.

Vaya, ya me parecía raro que no luciese como las puertas corrientes, pero bueno como nunca he tenido lujos, pensaba que era la nueva moda de la nobleza. - Seguido de esto, el intruso realizó una reverencia exagerada.- ¿y tú eres? -Pronunció de manera pausada, mientras caminaba rodeándolo.- Quiero decir, está claro que ere.. es, que usted es un aristócrata, -se corrigió a sí mismo, sonriendo con picardía, a la vez que las yemas de sus dedos rozaban su pañuelo.- y yo nunca olvido una cara y mucho menos una cara apuesta. Estoy seguro de que si te hubiese visto por aquí antes, lo recordaría. -Sentenció finalmente, colocándose frente a él, y Jimin pudo notar como el nudo de su estómago crecía. Quizás contra todo pronóstico, no era invisible para todo el mundo.- 

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⏰ Última actualización: Aug 26, 2020 ⏰

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Don't Lose Your Head [Yoonmin AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora