Doceavo relato basado en el episodio de la destrucción de Atenas a manos de Jerjes en el 480 a.C en el trascurso de la Segunda guerra Médica.
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Se dice que el episodio de la destrucción de la sacrosanta ciudad de la diosa Atenea y su acrópolis constituyó el hecho más traumatizante para los atenienses. Constituyó un dolor indescriptible para los cuatro protagonistas de esta historia...
" ¿ Porqué debería quedarme aquí, Sisifo? ¿ Para qué entonces empuñe las armas en mi tiempo como efebo si no consideras mi brazo como ayuda?"
"¡ Aioros... si vas a morir ante los persas de Jerjes I, dime si podré llorarte...!"
Ambos castaños y parientes, se hallaban atados a esos seres cuyos cabellos del ámbar negro rodaban por los estrechos catres que empleaban para descansar ocultos de las miradas de aquellos que contaban con esposas y no ser mal vistos por estrechar entre sus brazos a hombres cuya etapa de efebos ya había pasado.
Aioros aspiraba el dulce aliento de su compañero de nombre Shura quién clavaba sus dedos crispados en su cabellera castaña, sudorosa por largas jornadas bajo el abrasante Helios puesto que los persas, heridos por la contundente derrota en Maratón se preparaban para el contraataque. Contento, siempre lo recibía como una devota esposa, para Aioros era más que suficiente.
Por su parte Sisifo no perdía tiempo y tomó la decisión de entrenar más su compañero llamado Cid, pensaba llevarlo consigo en el probable enfrentamiento contra los aqueménidas. Por las noches el vino del deseo invadía las venas de ambos y se entregaban a sus requerimientos carnales.
Era inadmisible que los cuatro mantuvieran una relación de ese tipo, dado a que el tiempo como efebos de los azabaches pasó y debían haber conseguido esposas para perpetuar el linaje de los hijos de la patrona de las artes, hijos espirituales que con su sangre otorgaban descendientes capaces de defender con uñas y dientes la tierra por la que Atenea y Poseidón lucharon para patrocinar.
Pero el capricho de ellos, hombres libres, desafiaron las leyes y optaron por mantener en cuatro paredes el pecaminoso sentimiento que muchos no entenderían...
Noches antes de la destrucción de Atenas.
Shura lamió uno de los dedos de Aioros embadurnados de miel mientras su amplio pecho iluminado por la débil llama de una antorcha que tenía consigo subía y bajaba acelerado por la sensación de esa erótica visión de su compañero otorgándole esa ínfima caricia.
El azabache detuvo su labor para sonreír macabro, la miel en sus labios brillaba cual piedra preciosa, afuera, Atenas solitaria dormitaba entre sobresaltos ante la terrible noticia de la caída del contingente de 300 hombres en el desfilero de las Termópilas quienes se colocaron de escudo para evitar que el monstruoso ejército persa penetrara en las libres tierras helenas, la patria de héroes tanto controvertidos como deidificados.
—Si los dioses quieren arrebatarte en pocos días, déjame darte como ofrenda mi cuerpo cultivado en las artes bélicas—se desnudó por completo para luego empujar al castaño en el catre y rozar sus pieles despertando más el libido entre sus intimidades.
Shura gimió con ganas cuando la pelvis del contrario comenzó a simular embestidas, pero el plan del mayor era no solo marcar ese divino cuerpo con su semilla, si no con su lengua recorrer hasta el rincón más oculto de su anatomía.
—Haremos otra cosa—murmuró deteniendo el vaivén—levántate y dame espacio...
El azabache obedeció, el castaño rodó despacio dejando un espacio suficiente para que su amante se colocara boca a bajo.
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Relatos [Sagicornio] Finalizada ©
FanfictionMuchos dicen que quizá estos signos no sean compatibles, pero nada está escrito cuando los sentimientos nacen. Los nombres de cada relato son de personajes de la mitología e incluso históricos y relevantes. Se incluyen leyendas de diversos países co...