Donde Park Ji Min trabaja en la cafetería familiar ya que siempre le han inculcado el arte de hacer café.
o
Donde Min Yoon Gi se dirige todas las mañanas a "The Coffee House" frente al mar para inspirarse.
⤐ boy×boy
⤐no copias ni adaptaciones
⤐pos...
Siete de la mañana, llego siempre una hora antes para asegurarme de que todo esté bien y en órden, limpio mesas, lavo algunas tazas, preparo los vestidores para que podamos uniformarnos y ventilo el ambiente para que sea más cómodo, lo habitual.
Ocho en punto, mi turno comienza y junto a una compañera atendemos a los primeros clientes, oficinistas y alumnos de universidad.
No debería, pero cuando tengo un tiempo libre mi primer instinto es sacar el celular para poder hablar con mi mejor amigo, Kim Tae Hyung, con el que me hablo desde primaria, somos muy buenos amigos y solemos juntarnos siempre que podemos para jugar videojuegos, ver películas o simplemente hablar.
Al ver a nuestro próximo cliente, rápidamente guardo mi celular, ya habrá tiempo para eso, mi prioridad es atenderlos atentamente. No me doy cuenta de quien es hasta que...
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—Mierda —susurré mientras mis ojos posaban sobre quien acababa de entrar por la puerta.
—¿Disculpa? —Tzuyu, mi compañera, me mira extrañada ante lo que acababa de decir. —¿a quien miras?.
A la velocidad de la luz volteo la cabeza y miro con cara de espanto a Tzuyu.
—¿ves quien acaba de llegar? —digo por lo bajo —sé discreta.
—¡Ah! ¿el chico que está buscando una mesa? —Dice demasiado fuerte.
—¡shhhh! —Trato de que baje su tono de voz, apoyando mi dedo índice sobre mis labios.
Esta, rápidamente se tapa la boca con ambas manos dándose cuenta de la situación.
—Es muy guapo —Descubre su cara— ¿acaso te gusta? —Habla, ahora más bajo.
—¿Qué cosas dices? ¡Solo me parece atractivo! —Digo con el ceño fruncido
Me pega un codazo suave para que dejemos de hablar.
—Ahí viene. —Mientras se posiciona para atender a otro cliente.
Aquél chico de cabellos negros y ojos rasgados se acerca serio hacia la caja luego de haber dejado su cuaderno y pertenencias en una mesa cerca de la ventana, logrando ponerme lo suficientemente nervioso como para juguetear con mis manos por debajo del mostrador.
—Hola, buenos días. —espeta cortante.
—¡Bienvenido a The Coffee House! ¿que puedo prepararle el día de hoy? Estoy a su servicio. —Recito el mismo speech de siempre, un poco más nervioso.
—Lo mismo de siempre, por favor. —Dice mirándome fijamente, para luego observar de reojo la televisión del local.
Efectivamente, al ver tantas caras conocidas y clientela frecuente, suelo recordar los gustos de algunas personas que entran por el local.
