𝐓𝐚𝐥𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐁𝐚 𝐒𝐢𝐧𝐠 𝐒𝐞

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Aquella castaña no sabía exactamente cómo había llegado la situación en la que estaba. Se supone que las tres se dirigían sin desvíos a Ba Sing Se, encubiertas como guerreras Kyoshi. Sin embargo, Azula se encontraba sentada a su lado, con una expresión indescifrable. Mai no estaba presente, quién sabe qué cosas estaría haciendo mientras ella veía una faceta extraña en su amiga.

Momentos antes, simplemente le había dicho "Azula, te quiero". Siempre la elogiaba porque ella creía con todo el corazón que efectivamente era la chica que estaba por sobre de todas las demás féminas, pero nunca le decía directamente que la quería, y si que lo hacía, mucho. Esperaba una reacción más como... indiferente, pero por alguna razón, su rostro parecía tranquilo. No parecía querer mostrar enojo o furia, pero tampoco sabría decir cuáles sentimientos quería dar a entender.

   ─ ¿me quieres...? Es un comentario que no me esperaba de ti, Ty Lee.

Tras un par de minutos de silencio, en el que la menor observaba el cielo estrellado para distraerse un poco de la rara actitud de la pelinegra, Azula habló. La fogata que tenían enfrente les brindaba el calor suficiente. A pesar de que estaban calladas, no era un ambiente incómodo, de hecho, hasta cierto punto, era tranquilo y relajante, una cosa de extrañar con la actitud que solía tener la hija del señor del fuego. Tras oír la respuesta de la contraria, la de ojos avellana arqueó ligeramente una ceja. Algo andaba mal en ella aquella noche.

   ─ ¿tan raro es? Para mi no. No creo que sea tan raro querer a la chica más inteligente, hermosa y fuerte del mundo, ¿no te parece?

Sonrió al decir eso. Estaban sentadas en un tronco de madera, Ty Lee podía ver el rostro de la chica sin problemas, aunque, tras decir lo que dijo, pudo notar un ligero sonrojo en la cara de Azula. Sin embargo no pudo ver mucho, ya que esta se volteó, evitando qué, por la perspectiva, Ty Lee pudiera observarla más. Le pareció escuchar algunas palabras sueltas por lo bajo, pero de nuevo se quedaron calladas.

"A lo mejor está enferma" pensó la de cabellos cafés. Sonrojarse y verse -aunque fuera un poco solamente- indefensa era motivo suficiente para pensar eso. Azula era una líder que si, podía dar miedo y ser insensible incluso con ella, pero siempre mostraba una fuerza y un poder digno de la princesa de la nación del fuego. Verla tranquila era signo de alarma.

   ─ a pesar de amenazarte el día que te fui a visitar al circo, y que nuestra relación... no es más que yo, haciéndote sentir miedo o intimidada, ¿aún así puedes decir que me quieres? ─ por alguna razón, su voz tenía un tono quebradizo. La gran Azula estaba vulnerable, y Ty Lee no entendía el porqué. Pensó que cuestionarlo podría tener un efecto negativo en su relación afectiva, así que eligió seguir con la conversación.

   ─ ¡Claro que si! No importa como sea tu personalidad, o lo que hagas para lograr tus objetivos, Azula, yo te quiero como eres. ¿somos amigas, no? Tengo mucha suerte de tener a la joven más preciosa de la tierra siendo mi amiga. ─ una amplia y sincera sonrisa se formó en su rostro, una que Azula logró ver al girarse levemente. La de ojos dorados sintió felicidad al verle así.

En realidad, no sabía si algún lo diría en voz alta, pero el hecho de que su madre amara más a Zuko, y que pensara que ella, la mujer que le dio la vida, le tenía miedo por ser como era... le dolía mucho. Por más que fuera verdad y todo eso, era una herida que tenía desde hacía mucho tiempo, y por eso, nunca confiaba en nadie, al menos no como debería.

Ese día en particular había tenido una recaída a causa del dolor antes mencionado. Pudo fingir bien durante la tarde, pero bajó la guardia al llegar la noche. La muestra de afecto de la contraria, por lo general, no le hubiera importado un comino y hubiera hablado de otro tema, o tal vez hubiera dicho "sí, lo sé, digo, ¿quién podría no quererme?"

Esa noche, recibir cariño le hacía feliz. Esta vez, no pasaron ni 30 segundos cuando Azula habló nuevamente. Sin embargo, lo que preguntó descolocó brevemente a Ty Lee, ¿por qué? No estaba acostumbrada a las preguntas íntimas y menos por parte de aquella prodigio del fuego control.

   ─ ¿puedo confiar en ti, Ty Lee?

¿que si podía confiar en ella...? Eso fue algo muy extraño, una pregunta muy extraña, en realidad. Nunca en su vida la había oído decir algo parecido. Azula se volteó de vuelta, y ambas se miraron directamente, los ojos dorados encontraron a los avellana. A pesar de la sorpresa inicial que provocó la pregunta, a la de cabellos cafés no le tomó mucho dar su respuesta, firme y segura.

   ─ Pero por supuesto que si, Azula, ya lo dije antes pero... ¿somos amigas, no es así? Siempre que tú estés de acuerdo... estaremos juntas para toda la vida y más allá de ella, yo te lo puedo jurar. Yo confío en ti, con el alma entera ─ Ty Lee soltó lo que su corazón quería decir, sin titubear y directa. En realidad, hacía tiempo que quería comunicar sus sentimientos como lo había hecho en ese momento, se le presentó una oportunidad única y no dudó en usarla.

Azula le miraba, primero, con un rostro un tanto avergonzado y sorprendido. Oír esas palabras le habían hecho indescriptiblemente feliz, tanto, que ni siquiera sonrió en primera instancia. Segundos más tarde, su cara se relajó, dejando una expresión que Ty Lee, no, incluso ella, pensaba que no era capaz de hacer. Sus labios formaron una pequeña pero sincera sonrisa, se veía hermosa, o al menos eso fue lo primero que cruzó la mente de la acróbata. Sin decir nada, Azula decía muchísimo.

Inconscientemente, la hija de Ozai acercó su mano a la de Ty Lee, la cual se recargaba en el tronco. Fue un movimiento lento, el cual ninguna de las dos pareció notar hasta que Azula tocó la muñeca de la castaña. Ty Lee le miró un tanto confundida, pero sonriendo. Fugazmente se preguntó qué estaba haciendo la mayor, aunque, como invocando la respuesta, Azula buscó tímidamente entrelazar sus dedos con los de ella. Ty Lee ni siquiera lo pensó, fue un movimiento automático, y, sin hacer nada a primera vista, invitó a la de ojos dorados a unir sus manos. Las mejillas de ambas estaban cubiertas por un tono carmesí, indicando los nervios que sentían en ese momento... aunque también, había gran felicidad.

Finalmente, juntaron sus dedos y por ende, sus manos. Ninguna estaba segura de qué estaban sintiendo, pero sin notarlo, su relación se había hecho más profunda. Se habían conectado mucho más, y todo por que Azula estaba especialmente frágil ese día. De un momento a otro, notaron lo que estaban haciendo, miraron el agarre que tenían, y luego se miraron entre ellas. Pero... lejos de separarse, siguieron mirándose. Azula, de pronto, pareció comenzarse a moverse hacia la contraria, y antes de que sucediera cualquier otra cosa, una voz hizo que ambas se sobresaltaran enormemente.

   ─ ¿qué se supone que están haciendo ustedes dos?

Azula se paró de golpe, separándose de Ty Lee como si fuera un reflejo, Mai les miró extrañada de la escena que acababa de ver, era algo... romántica, si le preguntaran. La preciosa sonrisa que antes había estado en su rostro ahora se veía reemplazada por la faceta de siempre que tenía la princesa del reino fuego. Parecía que había vuelto en sí, y la de ojos avellana se sintió un tanto apenada luego de lo que había sucedido momentos atrás, y también, se sintió triste.

   ─ Practicaba con Ty Lee el cómo se lleva a cabo eficientemente un momento amoroso. Últimamente me he interesado en los chicos, pero mis métodos no parecen ser los indicados para atraer pareja. Me di cuenta que Ty Lee sabía más del tema y... así fue como llegamos a esto.

Fue una explicación improvisada, pero muy bien lograda. Mai se burló ligeramente de ellas pero ni siquiera dudó de ella. La menor sonrió ante lo buena que era para inventar y desviar temas, pero algo dentro de ella le causaba dolor. No lograba identificar qué, pero era lo suficientemente deductiva para darse cuenta de que era por Azula. La miró de reojo, y esta última se dio cuenta de ello. En cuanto Mai se giró para calentarse con las llamas del fuego, la pelinegra se acercó al oído de Ty Lee.

   ─ Confío en ti, Ty Lee ─ la sonrisa que antes se había ido, volvió para ella. Al parecer, solo ella podía ver esa expresión. El dolor de la castaña desapareció de pronto, y unas lágrimas rodaron por sus mejillas.

   ─ Te quiero, Azula ─ sonrió nuevamente. Ninguna de las dos sabía que sentía exactamente por la otra, pero sabían que en ese sentimiento sin nombre había felicidad. Cualquier otra cosa pareció perder toda su importancia. El amor y el cariño resultó ser más importante al final del día.

𝘽𝙡𝙪𝙚 𝙛𝙞𝙧𝙚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora