capítulo tres.

931 122 39
                                    

"¿Pero sabes hacer algo?" preguntó entre risas Yazmín. "Por tu bien pregunto."

"Y, con los brownies me defiendo..." acotó Libertad riendo también. "La verdad es que no me doy mucha maña, pero si me pongo posta, me sale."

"Si queres te ayudo, yo te la tiro porque ya lo hiciste enojar a Oliva, y si se entera de que además no haces nada, te va a matar." imitó el gesto de la cabeza cortada cual película.

"Mira, la verdad es que ya traté con tantos pelotudos que uno más no me hace nada..." largó despreocupada, mientras que el semblante de su compañera palideció en un segundo. "Igual es un gil, se piensa que porque le sabe calcular cuánta sal ponerle al agua es mejor que todos, y no es así..." Yazmín balbuceó. "Ay, ¿qué te pasa?" la empujó levemente por el hombro.

"Medina, a trabajar." esa voz áspera resonó en la cocina. La había cagado de una manera inexplicable.

"Decime Libertad." repuso firme.

"¿Sos mi jefa?" ella negó. "Entonces no me digas cómo llamarte..." replicó prepotente. "A trabajar, Medina." enfatizó el apellido esta vez.

A regañadientes e insultando por lo bajo, Libertad tomó un delantal de la mesa y se lo puso. Sentía la mirada de Valentín clavada en su nuca, casi de forma asfixiante, ¿acaso no tenía nada mejor que hacer que acosar a sus compañeros de trabajo?

"¿Te gusta mucho hablar, no?" preguntó irónico Valentín. "Una lástima, para cocinar no hace falta que hables."

"¿Qué hay que hacer?" cuestionó ignorando el mal humor que la comenzaba a invadir.

"Ellos van a trabajar, a vos te toca ser mi subordinada." señaló a ambos grupos con el dedo índice.

"Si me decís que trabaje, ¿no tendría que ir con ellos?" todo el grupo largó un suspiro ahogado.

Nadie se atrevía a contestarle a Oliva, jamás alguien se animó, y se rumoreaba que la única persona que lo hizo había sido despedida y que no había logrado conseguir un empleo fijo en el rubro gastronómico desde entonces.

El ojiazul volteó a verla con la impaciencia gobernando su mirada. Llevó una mano al puente de su nariz y la otra agarró el borde de la mesa de madera que se encontraba en la mitad de la cocina.

"Escuchame, pendejita..." largó en un suspiro. "Las respuestas te las guardas, porque acá no interesa tu opinión..." insistió acercándose. "Ahora vas a venir conmigo a la otra cocina y te vas a dejar de hinchar las pelotas, ¿entendes o te lo dibujo?"

A Libertad le cayó horrible el comentario, y no solo por la manera asquerosa que tenía Valentín para dirigirse a quien le llevara la contra. ¿A quién se comió para decirle "pendejita"? Se debían llevar dos años como mucho, como demasiado, como algo extremo.

"¿Qué sabes cocinar?" preguntó afilando los cuchillos de la otra cocina. "Reformulo, ¿sabes cocinar?"

"¿Tenes que ser siempre tan hiriente con el resto?" sus miradas se cruzaron, pero la de Libertad decía mucho a comparación de la de Valentín. "No, no sé cocinar." respondió luego de darse cuenta de que él no iba a responder.

"Agarra los langostinos de allá y las pastas negras de allá..." señaló colocándose el repasador blanco al hombro. "Yo busco el resto." acotó con un tono mucho más relajado.

"¿Pastas negras? ¿Existen?" preguntó desde la ignorancia buscando en el cuartito.

"Sí, se elaboran con tinta negra de sepia, busca bien." se limitó a contestar.

"¡Acá están!" exclamó alegre agarrándolos del último estante. La alegría no duró por mucho, ya que acto seguido se encontraba tumbada en el piso por haberse resbalado de la pequeña escalera que usó para llegar.

Valentín se asomó para observar con detenimiento la escena. Rodó los ojos para luego voltear sobre sus talones y abandonar el cuartito, pero no sin largar por accidente una pequeña sonrisa ladeada.

"Lava y pica esto..." ordenó dejando frente a ella una cebolla y morrones color verde, amarillo y rojo. "Bien finito, que quede chico." aclaró.

"Bien finito, entendido." asintió repitiendo la orden.

"¿Sabes picar?" aquel tono que tanto fastidiaba a Libertad volvió a aparecer.

"No soy tan inútil." espetó.

"Esa secuencia del cuartito me lo dejó bien claro..." retrucó con ironía. "Los cortes tienen que ser uniformes, no espero menos." remató insistente.

Libertad sopló levemente el mechón que se escapaba de su peinado y dio suaves pero concisas cortadas a la verdura. Se sentía presionada, estaba claro que Valentín no tenía ni la más mínima intención de caerle bien siquiera o de ser un profesor conciliador.

"Finito dije."

"Está finito."

"Toma, proba de nuevo." le extendió otro morrón.

"Ya lo hice finito." se quejó.

"¿Vos cocinas?" preguntó con el ceño fruncido. Libertad rodó los ojos y bufó. "Yo sí, así que aprende."

"Si no aprendo debe ser porque el profesor es muy malo..." el cuchillo de Libertad se resbaló como acto de karma instantáneo y se clavó levemente en su dedo.

"Capaz la alumna es muy torpe..." retrucó cansado. "Quedate acá, ahí traigo el botiquín."

Libertad maldijo por lo bajo. Ella sabía que era torpe, pero odiaba que esos brotes de inutilidad salieran en los peores momentos, era innecesario.

"Estira el dedo..." ordenó con ese aire superior que siempre lo rodeaba, ¿acaso nunca bajaba la guardia? "Tenés las manos re ásperas." acotó con cierto desdén.

"¿Y qué tiene?" repuso firme. "Ni que te fuera a hacer mimitos."

"Era un comentario..." terminó de limpiar la herida. "La próxima procura no ser tan torpe, capaz tu tiempo no valga plata posta, pero el mío sí." sus orbes celestes se clavaron fijos en ella.

"Infumable, Oliva." se quejó ella.

"Inoperante, Medina..." retrucó él. "Listo, ahora seguí cortando que tengo que atender cosas en la gerencia. Cuando vuelva quiero ver esos cortes finitos." vociferó pegando un portazo en la cocina.

"Claro, lo que digas..." susurró con bronca, sacándose el delantal y tirandolo en la mesada. Lavó y guardó todo lo que había usado con su jefe y se retiró sin decir más.

"Bueno, ¿aprendiste a cortar?" preguntó Valentín al rato, y a la nada, porque en cuanto entró vio que el lugar estaba vacío y todo guardado.

Libertad era un estorbo por más que él se esforzara en colaborar.

Valentín no tenía tiempo para juegos, Valentín no tenía tiempo para ineptos.

🥀🥀🥀

Toma dani disfrutalo.

Besitoooo.

𝐜𝐨𝐜𝐢𝐧𝐚 - 𝐰𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora