8.

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Alrededor de cada uno de sus movimientos se formaba una extraña esencia que lo perseguía, salida de su propio cuerpo. Canelio paseaba de un lado a otro nervioso, con el rostro tenso y los ojos medio cerrados. No soportaba la idea de saber que Leonard se encontraba solo con Denna, temía de que le hiciera daño ya que no sería algo nuevo en él.
Denna observaba inquieta, sabiendo que las fuerzas que utilizaba para llamar su atención era en vano, no podía escucharla, ni siquiera verla.

El campo de protección alrededor de la cabaña le estaba absorbiendo las fuerzas, se sentía como si estuviera nadando contracorriente.

-Canelio, por favor.- gritó una vez más sin resultados. Se apartó de la cabaña y echó una mirada hacia arriba por si veía algo.

En un parpadeo se encontraba en el pequeño balcón de una habitación. Su cuerpo se movía y atravesaba las cosas sólidas como un fantasma, su cuerpo ya no era físico. Frunció el ceño extrañada y mucho más confusa que antes, pero tampoco tuvo mucho tiempo para pensar en la situación, ya que una respiración a su lado la sacó de su trance.
Sintió cómo su corazón chocaba violentamente contra su pecho, si eso era posible. Pronto se dio cuenta de que ya no respiraba por miedo a que la sintiera, a que la notara a su lado.

Leonard miraba el horizonte perdido en sus pensamientos, sin darse cuenta de nada. El pelo le había crecido desde la última vez que lo había visto, y eso que fue hace unos días, o eso creía ella. Sus ojos se habían oscurecido y su piel poseía una palidez enfermiza. Parecía ausente, como si su cuerpo estuviera vacío de todo sentimiento o alma.

-¿Leonard?.-se atrevió a pronunciar su nombre, dándose cuenta de que había salido con cierto temor de sus labios.

-¿Dónde estás Denna, porqué no vuelves?- contestó él. Denna abrió los ojos y contuvo el aliento, por fin alguien quien podía oírla.

-Leonard, ya estoy aquí.- dijo con alegría. Extendió la mano para tocarle el brazo y hacerle ver que estaba justo a su lado, pero él se había girado repentinamente y corrió hacia dentro hasta sentarse en una silla con porte desganado.

-No sé que hacer.- dijo al mismo tiempo que agarraba su pelo entre sus manos, un gesto que hacia cada vez que se quedaba sin ideas.- Me estoy volviendo loco sin ti.

Fue en ese momento cuando Denna se dio cuenta de que sobre la cama había un cuerpo inerte, en el que apenas se notaba movimiento.

-Madre mía.- dijo sin fuerzas, notando como las piernas comenzaban a temblarle y las manos a sudarle.-¿Esa soy yo? No entiendo nada.- negó varias veces sin querer creer que era ella la que apenas daba signos de vida.-Leonard, Leonard.- su voz había cambiado, ya no la reconocía. Su voz era un simple eco que acababa por desvanecerse. Quiso llorar, pero se mantuvo fuerte y con las ideas claras, tenía que hacer algo para demostrar que ella se encontraba en la misma habitación que él.

Se acercó decidida hasta la cama e intentó tocar su cuerpo, aunque pronto se dio cuenta de que el mismo escudo protector de la cabaña estaba alrededor de ella. Quizás era eso lo que no la dejaba despertar.¿Quién había creado ese escudo?

Extendió el brazo y se concentró en Leonard, tenía que darle la sensación de que ella estaba ahí observando. Sus dedos apenas acariciaron la tela de su chaqueta cuando la atravesaron, molesta lo intentó una vez más. Ser un cuerpo espiritual no era lo suyo.

-No seas ridícula.- escuchó una voz a su espalda. La voz fue tan chirriante que le puso los pelos de punta y la dejó sin aliento.- Estás atrapada, nadie puedo escucharte, oírte ni sentirte.

Denna se giró trémula al mismo tiempo que todo el espacio a su alrededor desaparecía y se convertía en un agujero oscuro.
Lo que se encontró de frente era inexplicable, era una simple sombra que no daba miedo por mirarla, sino que por lo que transmitía. Daba una sensación de angustia y ahogo, como cuando ves a una persona ahogarse en lo más profundo del mar y no puedes hacer nada para salvarla. Pero Denna ya conocía esa sensación.

-Tú...no puede ser.- negó sintiendo cómo la sangre se le helaba de solo pensar en la posibilidad de que fuera la sombra quien la contenía.

-Dije que esto no acabaría.- su voz se le clavaba  en los pensamientos más profundos, colándose entre ellos hasta el punto de no saber cuáles eran suyos.

-Déjame en paz, libérame.- pidió Denna haciendo de tripas corazón.- No te sirvo para nada en ese estado.

-Tampoco me servirás despierta, ya no eres tú a quien quiero.-dijo acercándose lentamente hacia Denna.

-¿Entonces? - su voz cada vez era más baja, la sombra la intimidaba demasiado, le producía mucho dolor su cercanía.- Dime qué es lo que quieres y acabemos con esto. Déjame volver y estar con los míos.

La sombra rió.

-De ti no quiero nada, repito.- hizo una pausa escalofriante.- Pero no puedo dejarte despertar, eres mucho más poderosa que antes y si te digo la verdad, te temo. He visto tu fuerza, tu poder, nunca antes había visto algo igual y eso que llevo demasiado tiempo vivo. Eres diferente, rompes con la ley por la que se rige el mundo y eso es peligroso, destructivo.

-¿Piensas mantenerme así toda la vida?- preguntó sin poder aguantarse las lágrimas, le estaba matando la posibilidad de no despertar nunca más. Todavía le quedaba mucha vida por delante para que acabara así.-No puedes hacerme eso, por favor.- suplicó cayendo de rodillas.- Pídeme algo, toma mi poder, toma todo lo que quieras, pero por favor, déjame volver. Nunca he pedido nada de esto.

-Lo sé, pero este es tu destino, siempre lo ha sido. Seres tan poderosos como tú no deben existir.- la sombra se arrodilló junto a ella para acariciarle el rostro. Denna sintió que le arrancaban la piel de la cara.- Si pudiera te habría arrebatado el poder hace mucho.- nada más terminar de pronunciar esas palabras agarró del cuello a la muchacha con tanta fuerza que Denna pensó que le había rajado el alma. Intentó respirar sin resultados, los pulmones le quemaban y los ojos se le cerraban involuntariamente. - Odio que haya alguien más poderoso que yo, pero él te ha creado con tanto amor, que te dio todo el poder posible del universo.

(...)

-¿Qué haces?- la noche caía y las primeras estrellas ya se dejaban ver en el cielo azulado. Graciela extendió una taza de té hacia Leonard, quien la había tomado con agradecimiento. Graciela se sentó a su lado en las escaleras de la entrada. Estaban solos.

-Nada.-contestó dando por entendido que no tenía muchas ganas de hablar. Graciela lo sabía. Sabía que él necesitaba su espacio, estar él y su soledad juntos en aquella noche, pero no podía dejarlo. Hacía un año que no lo había visto o hablado con él y lo echaba de menos.

-Estás diferente.- dijo con mucho cuidado para que Leonard no volviera a encerrase en sí mismo, siempre temía de decir algo que lo hiciera retractarse de su lado.

-¿Ah si?¿En qué sentido?-preguntó al mismo tiempo que clavaba la vista en el cielo y daba un sorbo a su té.

-En todos los sentidos.- sonrió sin poder contenerse y arriesgándose a estropear el momento chocó su hombro con el de él. Cuando le hubo respondido amistosamente se sintió orgullosa y feliz. Ambos se observaron y sonrieron sin decir nada, aunque aquella sonrisa del rostro que ambos intentaban ocultar, decía mucho más que las palabras.

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Espero que os guste. Perdón si tardo en actualizar, pero tengo mucho que hacer todos los días y no tengo mucho tiempo. Actualizaré siempre que pueda, sobretodo cuando tenga tiempo para no cometer errores. Gracias por vuestro apoyo y vuestros comentarios.❤️

Resurrección {secuestrada por un vampiro #2}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora