EPÍLOGO

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Kurn había ido de viaje, hace unos cinco días, llegó hace unas horas y estaba en la empresa, desde allá me había dicho que necesitaba que le ha acompañara al siguiente viaje. Algo extraño pues desde la llegada de los trillizos no había retomado mi trabajo.

Regresar de nuevo a mis labores iba a ser difícil, no sólo porque tenía que dejar a mis bebés solos, hoy día con tres años, además que, tenía que presenciar los filtreos de mi esposo. Lo amaba y esperaba el momento en que él se diera cuenta que no necesitaba a nadie más.

Sé que para muchos mi forma de pensar era extraña, pero no quería que el cambiara a base de mis reclamos, quería que lo hiciera porque le nacía y porque se dio cuenta que era lo suficiente mujer para hacerlo feliz. Observé mi imagen en el espejo, en él veía a una mujer, más madura y sin rastros de lo que una vez fui en ese puente o de la chiquilla que dañó a Neall y a Luciana. Pero Kurn seguía siendo un hombre hermoso, con todo y sus 46 años, pícaro y divertido. Con muchas mujeres jóvenes, mucho más jóvenes que yo a su alrededor y que estaban dispuesta a lo que sea para conquistarlo.

—¿Todo bien? —habló mi suegra desde la puerta y asentí —no parece, llevas diez minutos contemplando tu imagen en el espejo—entró a la habitación y se sentó en la cama, palmeando el colchón e indicándome sentarme a su lado.

Maya Tomasevic, se había convertido en una segunda madre para mí, descubrí que era bastante buena escuchando y no juzgaba. Kurn tenía muchas razones de sobra en amarla, la dama era de mucha más clase y bondadosa que todas cuantas hubiera conocido.

—¿Te hizo algo Kurn? — insistió.

—No tengo quejas de él —confesé —solo que no se, si quiera trabajar con él y ver como coquetea con las mujeres como antes.

Cuando era su asistente, veía con sorpresa como le pasaban las notas discretamente fingiendo entregar una copa o estrechando su mano. Una hora después, era llevaba al hotel, por uno de sus escoltas y él se quedaba en el lugar. No quería ver eso, había descubierto que él tenía razón aquella que vez.

" Temo que llegues a un punto que no te soy suficiente, que empieces a exigir lo que te 
mereces y que yo no pueda darlo"

No quería solo un esposo, lujos y estabilidad emocional, había descubierto que lo quería solo para mí. Que la idea que estuviera en brazos de otra me llenaba de miedo e ira, pues me decía que yo seguía siendo insuficiente y que otra podría quitármelo.

—Los niños estarán bien, pero algo me dice que no son por ellos —empezó a decirme —¿Hay algo más?

—¿Cómo sé que no se aburrirá de mí o de este hogar? —solté —ya no quiero ver cómo se va con otras mujeres y me envía al hotel.

—Eso no sucederá pequeña mi hijo te ama...

—¿Segura? Porqué yo no lo estoy —interrumpí —no me lo ha dicho por lo menos no como se quiere, nos dijo a Enrico y a mí un te amo un tanto frío...

Maya tomó mis manos y las sostuvo entre las suyas al ver que estas temblaban levemente. No sólo estaría perdiendo al hombre que amaba, mis hijos también perderían la ilusión de crecer con un padre a su lado.

—Lastimosamente, hijo es como yo, no somos de decir nuestros sentimientos, somos bastante malos en ello, también en pedir perdón. Pero intentamos demostrarlo y creo que él te lo ha demostrado —alzó una mano al ver que yo iba a hablar y callé —sé que todos necesitamos escuchar un te amo de vez en cuando y te entiendo... Pero intenta mirar a tu alrededor, todo lo que ha hecho por ti y por sus hijos. Sufrió mucho al saber que te iba a perder el día que te secuestraron y luego con lo que hizo Sila.

Un Millonario en JaqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora