MAMÁ SIEMPRE TIENE LA SOLUCIÓN

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Son casi las 12 de la mañana. Álvaro y Natalia no han ido a clases siquiera.
Estamos los cuatros, tirado en el sofá, apalancados, comiendo unos croissants de chocolate mientras suena la tele de fondo.
- ¿Hay agua?- pregunto.
- En el frigo. Levántate y la traes.
Álvaro sigue fumando. No sé cómo tiene cuerpo. Tengo la boca seca de haber fumado. Es lo que tiene la maría...
Decido levantarme del sillón, ir a la nevera y cojer un par de botellas pequeñas de agua. Abro el armario de arriba y saco pan de molde y chocolate de untar. Del cajón de los cubiertos agarró un cuchillo y lo dejo sobre la barra. También saco de la nevera un batido de vainilla. Lo llevo todo a la mesa. Bebemos y comemos mientras, en completo silencio salvo el leve ruido de la tele, vemos las redes sociales.
- Cuándo podemos empezar a vender.- pregunta Natalia.
- Darme de plazo hasta mañana para poder cortar todo.- Álvaro se sienta en el sofá y bosteza.- Que sueño joder... Necesito que compréis chivatos para guardar los cogollos.
- Yo me puedo acercar esta tarde a los chinos a ver si venden bolsitas.- Paula saca el portátil y adelanta trabajo para mañana.

La alarma del móvil me despierta. La apago y veo la hora. Las 18:38. También tengo un par de mensajes que leo por encima. Es Álvaro, que vaya a la Sede a probar los otros tres tipos restantes de marihuana. Me levanto, me visto y entro en la habitación de Paula, que no está. La llamo pero no contesta. Supongo que se habrá ido, el mensaje de Álvaro fue enviado a las cinco de la tarde... Acabo duchandome para espabilarme un poco, hago un pis rápido, agarro las llaves del coche y a las siete ya estoy listo.
Aparco justo enfrente de la Sede, detrás del Citroën negro de Natalia. Cojo el teléfono y la cartera. Por suerte, a pocos metros hay una tienda para poder cambiar. Hay que comprar agua ya que está mañana nos la bebimos toda. Entro en la tienda dirección pasillo de las bebidas. Agarro un par de botellas de agua, pero las acabo soltando y me llevo una garrafa grande. La pongo en el mostrador. La dependienta me da las buenas tardes, se las devuelvo y me cobra el agua. Salgo y llamo a la puerta metálica de la Sede, abre Paula.
- ¿Porqué no me llamaste cuando te fuiste?- pregunto.
- ¿Porqué no me contestaste cuando lo hice?
Ambos reímos. Tiene los ojos achinados. Eso es que ya han estado fumando. Entro y cierro con llave al ser el último. Toda la estancia huele a marihuana, pero no a la típica marihuana de camello de barrio, barata y mala. No. Huele a maría de la buena. Cruzo el pasillo y me siento en mi sillón, que no es mío, son de la abuela de Natalia, pero cada uno tenemos asignado uno. Me saludan con un movimiento de cabeza. Álvaro se levanta, entra en el "invernadero" y me saca tres cogollos. Dejo el teléfono, la cartera y las llaves sobre la mesa. Cojo un papelillo, algo de tabaco, grindo la hierba y lo lío. Busco el mechero por todos los bolsillos de los pantalones, incluido el de la camisa, pero nada. Me lo habré dejado en casa. Natalia me tira el suyo. Prendo el porro, le doy un poco de calor para que selle el pegamento y lo prendo.

Una suave, dulce calada. La Jack 47, mi supuesta planta. Y digo supuesta porque la compré yo pero la cultiva Álvaro. Natalia rompe a reír de la nada. Parece que habrá visto un meme por Instagram o algo. No deja de reír y cada vez, va más y más. Su risa contagia a Álvaro, que también se revuelca de risa. Yo no soy de menos y Paula, tampoco, asique los cuatros con una ataque de risa dando golpes en la mesa intentando decir < dejar de reírse>. Tras veinte minutos de lágrimas, sudor y sangre (lágrimas de la risa, sudor por la cantidad de tiempo y sangre a consecuencia de golpear la mesa, darse fuerte, levantarse con el ciego, defecar en todos y cada uno del fabricante de la mesa, la empresa y la distribuidora e irse al baño a quitarse la astilla. En nuestra defensa, la mesa estaba vieja), decidimos levantarnos y hacer algo de provecho por nuestras vidas. ¿Estudiar? No lo creo. ¿Qué debería? Obvio, ¿Qué no lo vamos a hacer? Pues no.
Me levanto (porque si no lo hago yo, no lo hace nadie), agarro los dos manos de la Play y lo dejo encima de la mesa. Rebusco en el cesto de madera en busca de alguna moneda. En efecto, dos. Una se la doy a Natalia y otra me la quedo yo.
- Chicos contra chicas.- sugiere Álvaro.
- Yo no se jugar.- Natalia se rinde a la primera.
- Yo tampoco. Jugamos uno contra el otro, porque Paula si sabe...
Paula asiente con aire victorioso. En verdad, cuando no está estudiando está jugando a la Play. Empiezan Álvaro vs Paula. La apuesta, para quien pierda, será comprar suministros una semana. Pero no solo alimenticios... también incluye el material de papelería: papel normal, papel de sabores, filtros, cartonas, etc etc. Yo también me voy a encender un cigarro...


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⏰ Última actualización: Sep 03, 2020 ⏰

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