1. Mascota

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Narra Samuel:

Mi nombre es Samuel de Luque, hijo de Fernando de Luque, uno de los abogados más grandes de España.
Mi familia tenía una cantidad impresionante de dinero, desde muchísimos años atrás. Se podía decir que desde siempre hemos sido millonarios.

Y como era de esperar, siempre he tenido todo lo que había querido, con sólo pedir algo me lo daban. Y es que esa era la forma que tenía mi padre de reemplazar la falta de preocupación por mí.

Desde pequeño, mi padre se pasaba el tiempo trabajando o en cualquier otro lugar, en el que obviamente no estaba yo. Solamente lo veía una o dos horas por las noches, cuando me quedaba esperándolo, aunque con el tiempo dejé de esperarlo hasta el punto de no hablarnos ni vernos por días.

Hasta los cinco años mi madre me cuidaba mucho, pero eso cambió. De un día a otro se dejó de preocupar por mí, nunca supe el porqué de aquello. Actualmente sólo hablaba con ella para pedirle dinero, de hecho la llamo Elisa, ni siquiera la llamo mamá.

—Samuel, no tengo la menor idea de que regalarte. —dijo mi padre mientras cenábamos. Hoy, después de varios meses, habíamos quedado para comer en familia, aunque Elisa no quiso acompañarnos ya que tenía una junta con sus amigas, como siempre.

Junto a mi padre comenzamos a organizar mi fiesta de cumpleaños número veinticinco. Quedamos en un pequeño restaurante de Madrid, simple y acogedor. Mi padre siempre escogía estos lugares para sentirse mejor consigo mismo, como si yendo a sitios como este, en los que parecíamos ser la típica familia unida, ya hubiese cumplido como padre...

—La verdad es que tengo de todo... No se me ocurre nada. —dije algo pensativo. Tengo todo lo que alguien de mi edad quiere, una mansión, la que me regalaron a los dieciocho, coches de última generación que me regalaron por Navidad... Todo lo necesario para vivir cómodamente.

Mientras pensábamos qué podía regalarme hablamos de temas variados, y es que esta era una de las pocas veces en las que podía hablar con mi padre sin tener a nadie de por medio. A él lo respetaba mucho, ya que siempre trabajó para mi futuro, o eso decía él.

Tenía bastante confianza con mi padre. Él siempre me contaba acerca de sus amoríos del pasado, porque él, como todos los de Luque, era un hombre muy guapo.
A sus cuarenta y siete años era todo un adonis, las mujeres le llovían, pero él solo había amado a mi madre, quién lo ignoraba la mayor parte del tiempo... Aunque un hombre tiene sus necesidades.

—Papá eres un tigre, tío. —dije entre risas. Me estaba contando que se había tirado a una secretaria y cuando estaban en medio del acto llegó su novio. Al final mi padre le pagó al tío y se terminó follando a la chica.

—Ya ves, hijo. Los de Luque somos imparables. —Golpeó su pecho con fuerza, demostrando su hombría.

Algo que siempre habíamos tenido en la relación mi padre y yo, era confianza. Él siempre me dijo que podía acostarme con quién yo quisiera, que lo que haga con mi cuerpo es mi problema, al igual que lo que hace él con el suyo.

Mientras comíamos y hablábamos, nos percatamos que en la parte de afuera del restaurante había un chico joven sentado con la cabeza hacia abajo. Un joven delgado de cabello negro como la noche misma, estaba abrazado a una mochila gastada y rota. Por su ropa desgastada y sucia se podía deducir que ese chico desconocido no tenía hogar.

—Papá, ya sé lo que quiero. —Señalé hacia el chico y cuando mi padre lo vio, volteó su cara hacia mí. Una sonrisa algo malévola se formó en su cara.

—Pues vas a tener una nueva mascota. —Nos dimos un apretón de mano.

A partir de ahora tendré un nuevo entretenimiento.

Ambos nos levantamos de nuestros asientos, dejando unos cuantos billetes sobre la mesa, y salimos del lugar para acercarnos al chico con sutileza y llevárnoslo sin que nadie se diese cuenta.

Nuestro chófer se percató de lo que pretendíamos y acercó la limusina para facilitarnos el trabajo.

—Oye joven. —lo llamó mi padre.

El chico levantó la mirada, desde el suelo, y la fijó en nosotros.

—Te vamos a llevar a un lugar mejor... —Mi padre me observaba con malicia. Ambos seríamos cómplices de otro secuestro.

Él le tendió la mano al joven, que aún yacía tirado. Este, inocentemente, le tendió la mano y entró con nosotros al vehículo.

Una vez dentro, mi padre me guiñó un ojo y dio la orden de irnos al chófer.

—Jeffrey, pasa antes por mi casa y luego deja a mi hijo en la suya.

Jeffrey era el antiguo chófer de papá, el cual ahora me había asignado a mí. Nació en Bristol, una hermosa ciudad de Inglaterra, pero se vino a España con sus padres, recién cumplió dos años.

Paramos en la enorme mansión de mi padre, la cual era el doble de grande que la mía, y se fue tras despedirse de Jeffrey y de mí, sin ni siquiera dar importancia a la presencia del chico. Aunque así éramos mi padre y yo, usábamos a las personas y nos daba igual el daño que pudiéramos hacerles.

El chaval que se encontraba a un lado mío me miraba triste y al parecer, empezaba a preocuparse.

—Yo cuidaré de ti ahora, mi nueva mascota.

—¿Ma-mascota? -preguntó con terror reflejado en sus ojos.

—Sí y debería ponerte un nombre...

—¿Nombre? ¡Yo ya tengo un nombre, y es Guillermo! —gritó enfurecido.

Hmm... Iba a disfrutar enseñándole cómo debía tratarme.

—Guillermo, Guillermo... No tienes ni idea de donde te has metido. —le sonreí con malicia—.Y por cierto, te llamaré Willy.

—No me llamarás nada. —dijo intentando abrir las puertas de la limusina.

—No intentes nada, no puedes escapar.

—¡Qué me dejes ir! ¡Prefiero estar en la calle que con un millonario demente!

Yo sólo me limité a reír a carcajadas, sin dejar de escuchar sus quejas, en lo que llegábamos a casa.

(Autoras: palomakiessling y Mrsdesrosiers17)

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora