Prólogo.

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-¡Entra!

La profesora de matemáticas hace un gesto con la mano.

Richie no se decide.

Ahora está tras la puerta del salón, en el pasillo. Allí se siente a salvo.

Observa a la profesora a través del cristal. Tiene el rostro amable, sigue insistiendo con la mano para que pase, pero Richie no termina de decidirse.

-Ser nuevo en la escuela es lo peor- murmura sin que nadie lo escuche, como si sus pensamientos hubieran tomado su voz. 

Recuerda hace tan sólo unas horas, desayunando con su padre:

-Enseguida harás amigos- dice su padre,  untando una tostada de mantequilla-. ¡Tampoco es para tanto, hombre!

Siempre decía lo mismo, que "es fácil hacer amigos", pero claramente era mentira. 

Richie está harto de viajar. Cada año un lugar diferente; una escuela distinta.

Así es imposible hacer amigos.

-He encontrado un buen trabajo aquí, en Derry. Por lo que es probable que no sea necesario mudarnos en  un largo tiempo- comenta.

Richie ya no le cree, porque cuando parece que se adapta a un lugar, se marchan a otro. Y así llevan más de tres años.

Él traga saliva , aprieta fuerte los puños, abre la puerta y entra en el salón. Un montón de ojos se posan sobre él.

Ya está acostumbrado a que todos se le queden mirando y hablen en voz baja, incluso, a que se rían y hagan muecas.

Es normal, es el nuevo. ¡Siempre es el nuevo!

Pero hoy es peor. Es una escuela muy conservadora y él lleva el pelo demasiado largo y despeinado. Su padre le ha dicho esta mañana que se peinara mejor, pero él prefiere que su pelo se alborote de manera salvaje.

Todos los alumnos lo miran con atención. O a lo mejor no, y es solo Richie el que cree que todo el mundo se  fija en él.

Pone un gesto adusto. Es el mismo que pone siempre que tiene que enfrentarse al juicio de desconocidos.

Mira a través de su melena los pupitres que hay cerca a la ventana. Y,  de pronto, entre todas las caras que lo miran con desaprobación, surge una especial. Es de un chico, quien arquea las cejas y le señala un sitio a su lado: una mesa vacía.

Richie decide acomodarse a su lado.

Mientras la profesora dice las palabras que ya suenan repetidas para él: "Demos todos la bienvenida al nuevo compañero que-..." decide presentarse a su nuevo compañero.

-Soy Richie- dice.

El chico voltea hacia él. Y ahí puede mirar sus ojos castaños y piensa en lo mal que le va con las personas en general. Ha llegado a la conclusión de que suele ser un estorbo, del cual se deshacen fácilmente.

Lo primero que le llama la atención de su nuevo compañero- además de sus ojos- es su luz. Ese chico es como una bombilla que emite luz, y esa luz parece salírcele del cuerpo.

Richie se sentía completamente cegado por él.

-¿Y tú?- pregunta sonriendo.

-¿Yo qué?

-¿Cómo te llamas?- insiste. El contrario  traga saliva antes de responder.

-Eddie- murmura lo suficientemente alto para que solo escuchara él.

-Lindo nombre- halaga. Y luego dice en susurro para que la profesora que ya está mirando para allá no lo oiga- Te diré "Eds".

-¿Qu- ¡No!, no me digas así- apresura a decir- Solo Eddie.

-¿Por qué no?, si tú también puedes decirme como quieras- defiende- Es injusto.

-Porque ese apodo es horrible y ade- no puede terminar, debido a que la profesora ya estaba llamándole la atención con la mirada, obligando a Eddie a callarse.

-Ya te acostumbrarás, Eds- se burla el de gafas, recibiendo un suspiro de frustración como respuesta.

Eddie pensaba que Richie había  roto algún tipo de récord: Nadie lo había irritado en tan poco tiempo de conocerlo. 

Seguiría pensando eso por mucho tiempo.

Seguiría pensando eso por mucho tiempo

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olaaaa.

aaaa, qué emoción sjdjsdsd

Esta no es la primera historia que hago, pero sí la que publico sjdjsds

las actualizaciones serán un poco lentas, sooo>:(

si te encontraste con esta historia dale tu amor u.u

lxs tkm<3

-k

-𝕒𝕝𝕨𝕒𝕪𝕤 𝕠𝕟 𝕞𝕪 𝕞𝕚𝕟𝕕.- ×Reddie× -PAUSADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora