Katsuki Bakugou. Ba-ku-gou. Mi maldito enemigo.
Nos conocimos en jardín de infantes, cuando ambos teníamos 3 años y poca idea de cómo funcionaba la vida, el amor, la amistad, el mundo...
Mi mundo solía ser muy pequeño en aquella época. Estaba mi madre, que no tiene ninguna Particularidad. Sin embargo, desde pequeña, ella fue mi heroína: es afable y dulce como la miel, y me motivó desde la niñez a convertirme en mi propio héroe. Mi padre, en cambio, era demasiado indiferente conmigo porque pensaba que la geokinesis jamás me permitiría entrar a U.A., como le había sucedido a él en su juventud. Por último, estaba mi hermano mellizo. Hisoka y yo compartimos la misma Particularidad, y aquello no es lo único que nos une: somos inseparables desde nuestro día uno, tan unidos como el fuego y el calor.
Hisoka es todo para mí. Yo no soy muy buena con las palabras, ya lo verán, pero si tuviera que describirlo en una sola frase diría que él es el mejor regalo que me ha dado la vida. En realidad, también me gusta decir que él es mi Particularidad, pues ni la geokinesis ni ningún otro quirk se compara con el poder que manejamos cuando trabajamos juntos.
Como éramos inseparables, nuestros padres decidieron que era mejor enviarnos a diferentes jardines, con el objetivo de que creáramos nuevas amistades y aprendiéramos a socializar. Más adelante, hicieron lo mismo en la escuela primaria y secundaria.
Pero regresemos a mi maldito enemigo, Katsuki Bakugou. Estábamos en el jardín de infantes, era el primer día de clases y mi mamá me había abandonado a merced de la suerte. Bueno, en realidad, estaba a cargo de dos maestras muy dulces, pero yo les tenía bronca porque eran la cara visible del problema. ¿El problema en cuestión? Mi derecho al libre albedrío, aunque yo no lo hubiera expresado de esa forma a los 3 años de edad... Simplemente quería estar en casa, jugando con Hisoka.
En resumen, me puse a llorar. Pero no fue que derramé un par de lágrimas: fue un llanto desconsolado. En ese momento, las maestras no sabían que más hacer para calmarme. Entonces, apareció mi maldito enemigo. Llegó con un juguete en mano y me dijo exactamente las siguientes palabras:
—Cállate, mocosa. Eres insoportable.
Y jamás pude olvidarme de lo que mi maldito enemigo me dijo aquel día.Debido a que vivíamos en el mismo barrio, fui a la misma escuela primaria que Katsuki Bakugou. Era pública y quedaba cerca de la casa de ambos.
Tengo recuerdos poco nítidos de aquella época, pero sí puedo rememorar una única anécdota, que reforzó mis sentimientos hacia él.
Un día estaba yo, una niña de 7 años, en un recreo, tomando jugo de naranja. Había tenido clase de Matemática y la había pasado fatal, ya que los números jamás fueron lo mío. Estaba enojada, con el brazo fruncido y los brazos cruzados, sentada en un banco con dos amigas. Estas dos niñas se levantaron y fueron a comprar algo al kiosco, durante un par de segundos.
En ese momento, mi maldito enemigo apareció. Vino corriendo a toda velocidad, porque estaba corriendo una carrera contra un amigo inepto, como él, y se tropezó con uno de mis pies. Él cayó el suelo, se golpeó el rostro y mi jugo de naranja voló por el aire. Aterrizó sobre su cabello puntiagudo.
—¡¿Qué has hecho, tonta?!—me gritó, furioso. Tomó mi cajita de jugo y la revoleó lejos de mí.
—¿Yo? ¿Tonta? ¡Tú venías corriendo como un bobo y te tropezaste!—respondí de la misma manera. —¡Y me duele el pie, maldito!
—¡Cállate! ¡No me importa tu pie! La próxima vez, fíjate qué haces con tu jugo—dijo, se levantó del suelo y se marchó.
Más tarde, intenté hablarlo con una maestra, porque aún me dolía el pie, pero me mandó a sentarme a mi lugar e ignoró mis quejas.Debido a que vivíamos en el mismo barrio, fui a la misma escuela secundaria que Katsuki Bakugou. Y la experiencia fue similiar. Aunque tengo más anécdotas para contar de aquella época, me centraré en sólo una.
Un día, cuando yo ya tenía 13 años, estábamos realizando una actividad física que requería de nuestra Particularidad: debíamos pelear entre nosotros. Y a mí me tocó una batalla contra Katsuki Bakugou.
Comenzó bien, él iba ganándome, pero yo sabía que pronto yo le ganaría. Y así fue. Con la geokinesis, sacudí la tierra, le hice perder la concentración y el equilibrio y sus bombas salieron disparadas hacia cualquier lado menos hacia su objetivo. Como gané la batalla, mi maldito enemigo se enojó desmesuradamente y me retó a otra batalla.
—¡Sí que eres un mal perdedor!—le respondí.
—¡Y me parece que tú eres una cobarde!—me gritó de vuelta, y esta vez fue reprendido por nuestro profesor.
Al final del día, él fue suspendido por sus actitudes agresivas, y yo me fui muy contenta a mi casa.Los años pasaron, y mis sentimientos hacia mi maldito enemigo se afianzaron aún más. Cuando llegó el momento de hacer el examen para entrar a U.A., recé por que él no lo aprobara y yo sí.
El infame día llegó una fría tarde de marzo, previo al inicio de clases en abril. Los profesores nos presentaron las actividades que debíamos realizar y las explicaron.
El examen de entrada a U.A comenzaba con la prueba de aprehensión de Particularidad, y ésta tenía como primera prueba una carrera de 50 metros.
"Fácil," pensé.
Y así fue. Logré convertirme en una de las mejores corredoras, junto a un muchacho alto de cabello azul, y pasé a la siguiente fase.
A continuación se encontraba la prueba de fuerza de agarre. También fue sencilla, incluso más que la carrera de 50 metros: yo ya había entrenado muchísimo más esa aptitud.
Volteé a ver a Hisoka. Él tenía el ceño fruncido y no dejaba de morderse el labio inferior, señales de que estaba nervioso y sentía un miedo de muerte. Le sonreí para levantarle el ánimo, y él me devolvió la sonrisa. Sin embargo, todavía se veía inseguro de sí mismo. Además, pude comprobar que estaba, efectivamente, en uno de los últimos lugares en ambas pruebas.
A la prueba de fuerza de agarre le siguió el salto de longitud parado, el salto lateral sostenido y la prueba final de lanzamiento. Conseguí destacarme en todas, aunque otros ingresantes me hacían competencia. Hisoka también logró subir algunos puestos y mejoró su desempeño.
Sin embargo, no podía faltar mi maldito enemigo. Tuvo una rabieta. Sí, como los niños. Fue un enojo grande y violento, que se mostró en gestos e irritación muy visibles. Todo se debía a un joven, Izuku Midoriya, cuya Particularidad pareció asustar e inhibir a Bakugou. Totalmente desmesurado, la verdad.
Y así finalizó el primer día. Aunque la prueba no estaba terminada.
El segundo día fue más duro. Los profesores nos dividieron en dos grupos, los héroes y los villanos, y nos pusieron a luchar uno contra otro. Por supuesto, yo estaba en el grupo de los héroes, con Izuku Midoriya y una joven llamada Ochako Uraraka, y Katsuki Bakugou estaba en el de los villanos.
Como se podrán imaginar, mi maldito enemigo no dejó de hacerme la vida imposible desde que comenzó la prueba. A mí y a Midoriya, la verdad. En consecuencia, nosotros dos hicimos una tregua y nos ayudamos mútuamente hasta lograr ganarle. Aquel joven Midoriya era increíble, en serio.
Los ataques de Bakugou no cesaron incluso luego de que los profesores indicaran que la prueba había finalizado. Tuvieron que arragarlo un chico de cabello rojo y otro de cabello amarillo para calmarlo. De todas formas, siguió insultándonos.
Yo busqué a Hisoka con la mirada, y me encontré con que él ya estaba viéndome. Tenía una sonrisa enorme en el rostro. Levanté las cejas con sorpresa.
Volteé a ver a la pantalla y me encontré con que ambos habíamos logrado entrar a U.A. Pegué un saltito de alegría y me acerqué a mi hermano.
—¡Lo logramos, Hisoka!—dije, y le choqué los cinco.
—Espera—balbuceó, y me señaló la pantalla una vez más. —Mira.
Pueden imaginarlo: mi maldito enemigo también había entrado a U.A.~~~~
¡Hola! Espero que les haya gustado hasta ahora.
¡Saludos!
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Agridulce [Bakugou x reader]
Fiksi PenggemarBakugou y tú son enemigos desde la infancia. ¿Qué pasará cuando Bakugou y tu hermano mellizo, la persona más importante en tu vida, se conviertan en mejores amigos?