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Zulema y Macarena aún mantenían su distancia sin ningún tipo de complicación, solo se hablaban cuando era necesario y sus encuentros eran de lo más comúnes. Se molestaban un rato, comenzaban con sus amenazaban, sus miradas desafiantes se apoderaban de ellas y una extraña tensión comenzaba a surgir.

Macarena estaba sentada en su cama junto a su novia, quien le hablaba sobre la entrevista de trabajo que le habían ofrecido hace unas horas. Si ella lograba obtenerlo tendría más oportunidades para salir de prisión lo más pronto posible, cosa que las ponía de buen humor a ambas.

- Rizos, escúchame

- adelanté, dilo - sonrió traviesa-

- tienes que conseguir este trabajo

- lo se, lo intentaré pero si lo consigo saldré de prisión antes que tú....- dijo con un tono triste -

- ya, pero no es para tanto - tomo su mano con delicadeza- además si mi comportamiento sigue así de bien podré salir antes...

- si salgo de aquí, vendré a verte todos los días que pueda...eso te lo juro - correspondió el agarré de su novia-

- no tienes que prometerme nada, confío en ti...

Rizos miro los labios de la rubia por unos segundos. Se sentía tan afortunada de tener a Macarena a su lado desde hace años, sus ojos la veían con amor y deseó por lo que no lo pensó dos veces para juntar sus labios en un beso apasionado. Macarena acarició las mejillas de su novia con cuidado y se dejó caer hacia atrás para terminar con Rizos sobre ella, dejo salir un gemido al sentir el tacto frío de sus dedos sobre su Abdomen.

- Rizos...- llevo sus manos al cuello de su novia y volvió a besarla con pasión. La mujer mayor comenzó a tocar la intimidad de la Rubia con su rodilla, la movía con sutileza de forma circular - ~Ah...~Mm...- gimió mientras se daban besos cortos -

Justo cuando la acción entre la pareja comenzaba una extraña sensación en Macarena se hacía presente. Se sintió incómoda y por alguna razón inconforme de cómo era tocada y besada, lo cual no era común entre ellas, pues por lo general el sexo entre ellas era "bueno" pero en esta ocasión no lo estaba siendo, ya no.

- Rizos...- suspiró- Espera... espera, espera...- frunció el seño- para...- comenzó a alejarla con desesperación-

- Ya, ya, ya, ¿que coño te pasa? - se alejó preocupada por el comportamiento de su novia - ¿Hice algo mal? , que...¿Te lastime?

- No, no es eso, es solo que...- se acomodó el cabello hacia atrás - no tengo ánimos para eso, es todo...- su respiración era entre cortada-

- ¿No soy yo? - busco conectar sus miradas-

- nunca eres tú, solo que no me siento cómoda haciendo esto a plena luz del día... - Mintió para no herir los sentimientos de su novia-

Rizos asintió apenada. Estaba segura de que no se trataba solo de eso, había algo más pero no la iba a presionar para que hablara así que solo dejo pasar el asunto.

- iré al patio un rato, el sol está muy agradable...¿Vienes? - se levantó de la cama con rapidez-

- te alcanzó luego...- susurro mostrándole una pequeña sonrisa-

Macarena solo oculto sus labios tímida y asintió nerviosa para después salir de la celda con dirección al patio.
Mientras caminaba soltaba suspiros debido a su frustración, quería tener intimidad con su novia pero le era difícil dejarse toca por ella. Cuando sintió el viento y la luz que emitía el sol sintió algo de alivió, cerró sus ojos y respiro profundamente durante mucho tiempo. Nuevamente abrió sus ojos y lo primero que pudo observar fue a aquella mujer que le causaba tantas sensaciones desconocidas, Zulema Zahir.

Zulema estaba sentada con las piernas cruzadas mirando hacia la nada, seguramente un montón de cosas pasaban por su mente pero eso era algo que no podía saber. De repente sintió una necesitad de acercarse y así lo hizo, sus pasos fueron lentos y temerosos al igual que su mirada. A medida que se acercaba, Zulema se fijó en ella y se preguntó que demonios quería estaba vez, si había llegado a ella para molestarla o tal vez...solo para hablarle, cosa que se estaba volviendo común.

- Hola...- dijo la rubia en un suspiro mientras se sentaba a su lado-

- Hola...- la observó confundida para después dirigir su mirada hacia la nada nuevamente- ¿que quieres?

- no lo sé...- negó levemente con la cabeza -

- ¿Ah qué has venido? - tomo aire y volvió a mirarla -

- no lo sé...- sus ojos se cerraron con fuerza. Se sentía tan pequeña e insignificante cuando llegaba a ella sin ninguna explicación o motivo, simplemente lo hacía.

- ¿Estás bien? - Zulema acarició la rodilla de la Rubia con su mano temblorosa -

- Zulema, no sé que mierda está pasando conmigo... - dejo caer su cabeza hacia atrás -

- ¿Estás en tus días?, Te vez horrible

- Lo se...- dijo agobiada- ¿Alguna vez has sentido que todo lo que rodea es magnífico pero aún así te falta algo?, ¿Algo que está tan cerca y a la vez lejos? - En los últimos días nada había sido fácil para la Rubia, si no hubiera renunciado a su libertad de seguro no tendría estos problemas consigo misma, estaba entre rejas pero tenía todo lo que podría desear. Una persona que la amaba, amigas, tenía autoridad y fuerza, sin embargó aún le faltaba una cosa, ¿Pero que?. La libertad ya no era tan necesaria para ella, entonces ¿Que le estaba pasando? -

- no tengo idea, solo sé que mi libertad está lejos y no se cómo llegar a ella sin hacer más locuras...

- No puedo dejar que Rizos me toque....- soltó de un impulso. En cuanto termino de hablar sintió un arrepentimiento y vergüenza que podían matarla ahí mismo, no tenía razones para decirle eso a Zulema.

- ¿Y a mi qué? - se encogió de hombros- ¿Acaso me viste cara de cupido? , Los problemas que tengas con tu novia me importan una mierda... - río burlona-

- jodete...- hablo sin mirarla. Un silencio se hizo presente y por un momento todo fue muy complaciente para ambas -

Ambas miraban al frente sin un punto fijo. A la mente de Zulema llegó el recuerdo de la vez en que la saco de la lavadora, aún recordaba ver a su enemiga inconciente y media muerta, su piel fría, sus heridas y el pánico que sintió al pensar que la había perdido para siempre. Ella se negaba a la idea de verla morir debido una lavadora, nadie merece morir así o al menos esos fueron sus pensamientos cuando la salvó. Castillo le dijo que para vivir necesitaba de Macarena, cosa que negaba en un principio pero ahora que la tenía a su lado nuevamente pudo confirmar que realmente necesitaba de ella. La rubia era lo único que le daba fuerzas para levantarse todos los días, amaba odiarla y tener como objetivo acabar con ella, ese era uno de sus pocos objetivos en su vida. Pero ahora era diferente, habían convivido juntas dentro de esa cárcel, pudieron experimientar el dolor de la otra y juntas lograron acabar con Sandoval apesar de que al comienzo tenían ideas distintas, Macarena volvió para ayudarla, fue su cómplice, su mano derecha. Tenía sentimientos encontrados hacia ella, sentimientos de los cuales no hablaría, ahora que aquella mujer estaba tan cerca de ella no pudo evitar verla con claro deseó.

Macarena sintió aquellos ojos sobre ella y quedó paralizada, se le pusieron los pelos de punta y con su corazón vuelto loco volteó a verla. Sus miradas se cruzaron, los ojos de Macarena reflejaban tensión y nervios mientras que los ojos de la mujer mayor demostraban deseó y al mismo tiempo confusión por lo que estaban experimentando. No era la primera vez que se miraban de esa forma pero si era la primera vez en que sus corazones se aceleraban.

- yo...- la voz de Macarena era aguda - tengo que irme...

- yo igual - ambas se levantaron con prisa de sus lugares, Macarena y Zulema iban a tomar diferentes caminos pero chocaron entre sí debido a la prisa que llevaban -

- perdón - se disculpó rápidamente la morena, recibiendo como respuesta un simple "no importa" en un susurró.






||Esta Enfermedad Llamada||: "Zulema Zahir" ZURENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora