P A R T E 1

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Las nubes yacen surcando el cielo azul, la batalla no piensa tener fin al menos no hasta que la persona de ropajes negras muera. 

Muerte. Muerte es lo único que hay en ese campo, el hombre de ropas negras mira desde un punto alto. Sus ojos están rojos, lagrimas de dolor salen de ellos. Nadie quiso creer en él, su corazón puro se estaba marchitando en ese momento.

Él nunca quiso que todo eso ocurriera, nunca pensó que tener el sello del tigre estigio le provocaría tantos problemas.

La única persona que de verdad creía en él, está muerta. Todos lo culpan por eso, a pesar de que él no tuvo nada que ver. 

Una persona de vestimentas moradas lo ve con odio, con tristeza, con mucho rencor. Este trata de llegar hasta él, pero otra persona con vestimentas tan blancas como su alma, lucha con todo aquel trata de llegar hasta Wei Wuxian.

Lan Wanji no va a dejar que nadie le haga daño. Lo ama tanto que verlo sufrir por eso, hace que su corazón duela.

—Jiang Cheng— dice Wei Ying —disculpame.— Llora, quiere gritar, pero nadie lo escucha. Los sonidos de gritos, el sonido que hacen las espadas al momento de chocar es ensordecedor para el. 

El de ropas blancas, ahora con grandes marcas de sangre, logra empujar lo suficientemente lejos al líder de Yunmeng para poder voltear hacia Wei Ying. Lo que ve lo desgarra por completo. 

El de ropas negras de rodillas en el suelo, las lágrimas caen como gotas de lluvia por su cara. Sus ojos están apagados, ya no está el brillo que siempre lo caracterizó, ahora en estos solo hay dolor.

—Wei Ying— el nombre sale lo suficientemente alto de la boca del joven Lan para que lo escuche La persona que ama y que ahora está sufriendo. —Por favor, no lo hagas. Vuelve conmigo.— súplica mientras se acerca un poco lento al de ropas negras.

Los ojos de ambos cultivadores se encuentran, dolor es lo único que se ve en ambos rostros. El Patriarca de Yiling sabe lo que tiene que hacer para que todo esto termine, aunque no lo quiera, por que sabe que dejara a la persona que más ama en este mundo. Daría su vida para que la de él este bien y no sufra más. 

El joven Lan está cada vez más cerca del Patriarca, este lo sabe así que tiene que actuar rápido antes de que el otro llegue a él.

Sus manos están llenas de sangre. 

Sangre de gente inocente e incluso de gente que se merecía la muerte.

Chenqing yace tirada en el suelo frente a él, a su costado una espada llena de sangre de tal vez un cultivador o de un cadáver feroz. Estira su mano, está tiembla pero aun así la toma, Lan Wanji está a poco pasos de él.

Lo ama tanto que no puede vivir en un mundo donde el no este o en el que sufre. 

Toma la espada con las dos manos.

—Wei Ying, no lo hagas— el joven Lan grita, quiere llegar más rápido pero aún está luchando con los demás clanes o con cadáveres, tiene miedo de lo que pueda sucederle al Patriarca.

Sus manos no dejan de temblar, las lágrimas siguen saliendo, su corazón está roto. Tiene que ponerle fin a todo esto, le duele saber que dejara a una gran persona atras, pero le da la posibilidad de que encuentre a alguien mejor que el, alguien que no esté corrompido por el mal.

En ese momento todo transcurre tan lento, todo se detiene. El filo de la espada está en el cuello del Patriarca, pero no lo corta, sus manos tiemblan mucho.

Pero a pesar del temblor de sus manos acomoda la punta de la espada en su corazón.

El joven de ropas blancas corre para detenerlo, pero no es suficiente. 

La despedida [Wangxian]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora