Mew había tenido un brutal turno de cocina. Vinieron dos críticos gastronómicos, uno de los asadores estaba fuera de uso, y el subjefe de cocina se había ido. Cristo. Gracias a Dios, tenía los próximos dos días libres.
Cerró con llave la puerta trasera, cogió una cerveza y se apoyó en la encimera, de pie en plena oscuridad. El monitor de bebé comenzó a sonar, y Pearl empezó a llorar. Antes de que tuviera tiempo de reaccionar, escuchó a Gulf arrullándola.
―Hey, dulce niña, ¿qué pasó? ¿Necesitas un cambio ya? No. Y sé que no tienes hambre. Tal vez sólo necesitas un abrazo, ¿eh? Todos necesitamos uno de vez en cuando. ―Luego, Gulf, comenzó a cantar en voz baja una suave canción de cuna y el llanto de Pearl se esfumó.
Mew se quedó allí, escuchando. Tal vez sonriendo un poco. ―Oh, Gigie, ella es tan bonita. Se parece a Rain.
El canto se convirtió en un murmullo, haciéndose más y más suave.
Se levantó, sacando un poco de leche, huevos, una sartén para hacer gofres, y algunas salchichas. Tal vez Gulf bajaría y podrían compartir. Estaba a mitad de la tarea cuando los indescifrables sonidos confusos provenientes del monitor cesaron y luego todo quedó en silencio.
Momentos más tarde Gulf se unió a él en la cocina. ―Ey, estás en casa.
―Ey, Gulf. ¿Tienes hambre?
―Habría dicho que no, hasta que olí la comida. ―Gulf se rio y apoyó su cadera en la encimera.
―Gofres, huevos y salchichas. ―Terminó su cerveza y arrojó la lata al contenedor del reciclaje.
―Definitivamente podría comer eso. ―Gulf comenzó a poner la mesa―. Me recuerda a mis días de universidad cuando comíamos a todas horas. Bueno, exceptuando que la comida no era tan buena como la tuya.
―¿Cómo fue tu noche?
―No estuvo mal, aunque Rain estuvo un poco irritable, la lluvia no lo dejó salir a jugar, tanto como quería, y notó la falta de actividad física.
―Hay un castillo inflable cubierto. ―Compré entradas. Le había parecía divertido, un lugar Donde Rain podía divertirse.
―Ah, ¿sí? Eso suena divertido. ¿No creo que dejen que los adultos también salten?
―Sabes, lo hacen. ―Sonrió y comenzó a hacer los gofres.
Los ojos de Gulf se iluminaron. ―¡Oh tío, ¿de verdad? Debe ser una versión a lo grande de una fiesta de cumpleaños en el patio trasero que he visto.
―Es sólo una local en el centro comercial.
―Suena como algo muy divertido. ¿Cuándo lo llevarás?
―Estaba pensando en el lunes. Sé que es tu día libre... ―Suspiró para sí mismo―. Lo sé, no. No es justo para ti. Sé que debes estar desesperado por apartarte de nosotros. ―Le dio la vuelta a las salchichas.
―Si tienes una entrada para mí, estaré allí sin dudarlo. Amigo, se trata de un castillo inflable. ―Gulf sonaba realmente entusiasmado.
―Sí, compré para toda la familia.
Gulf le dio esa sonrisa, radiante y cálida. ―Gracias.
Sacó un gofre y puso otro. Gulf lo era, de alguna manera. Familia. Y el hombre seguía sonriéndole adorablemente.
―¿Quieres huevos?
―No, gofres y salchichas suena perfectos.
―Buena elección. ―Puso los huevos de nuevo en la nevera y las salchichas en un plato.