Cansados. Estaban cansados. Estaba cansado, Pearl y Rain estaban agotados y podía decir que Gulf estaba cansado. Sin embargo había valido la pena.
Mew se arrastró por el camino, empujando el cochecito con un dormido Rain y los víveres que necesitaban. Gulf llevaba a Pearl, igualmente dormida, en su arnés.
Gulf se adelantó y abrió la puerta principal antes de ayudarle a subir los escalones de la entrada con el cochecito.
―Gracias. ―Sonrió otra vez, le hice un guiño mientras entrabamos―. Cama, ¿te parece?
―Oh, Dios, sí.
Rain comenzó a lloriquear y Gulf asintió con fuerza. ―Sí.―Está bien, yo me encargo, ve a cambiar a la señorita Pearl.
―¿Estás seguro? Estaba un poco malhumorada esta noche.
―Sí. Me las arreglaré. ―Levantó a Rain, dirigiéndose a la planta superior.
Podía oír a Gulf tras él, hablando con su hija. ―Vamos, cariño. Vamos a conseguirte un pañal limpio y podrás tener un biberón. Fue un buen día, ¿no?
Lo había sido. Habían caminado y jugado. Rain había hecho un par de amiguitos en el castillo hinchable. Mew había encontrado algunos productos estupendos y un trozo de lomo de cerdo buenísimo.
Fue sorprendentemente fácil conseguir que Rain se metiera a la cama y apenas había abierto su libro de cuentos, cuando los ojitos de Rain se cerraron y cayó rendido.
Mew se quedó allí, sentado, por un minuto se permitió respirar con calma, relajándose un segundo.
―¿Todo bien por aquí? Abrió los ojos para encontrarse con la mirada de Gulf.
―Lo siento. Me quedé adormilado. ―Se levantó y se estiró―. ¿Está dormida?
―Sí, ambos tuvieron un largo día. ―Gulf se apoyó en la puerta, lucía como si estuviera a punto de dormirse, tanto como él lo estaba.
―Nosotros también. ¿Quieres una siesta antes de la cena?
―No estoy seguro de que realmente pudiera despertarme para la cena si me tomo una. Te puedo echar una mano.
Extendió la mano, tomando la de Gulf. ―Vamos. Si duermes y se pasa la hora de la cena, tomaremos un gran desayuno. ―Él también necesitaba una siesta.
―¿A dónde vamos?
―¿Cama? ―Estaba tan cansado que no podía pensar―. La comida puede esperar un par de horas y la puerta principal está cerrada con llave, Gulf.
―Oh. Es sólo que estoy en la dirección opuesta...
Frunció el ceño, sacudiendo la cabeza. ―Dios, lo siento. Eso fue presuntuoso.
Los ojos de Gulf se ampliaron. ―¿Quieres que duerma en tu cama? Es sólo que ayer por la noche no lo hicimos... no lo hiciste. Yo... ―Cierra la boca, Gulf y ve a la cama con el hombre.
―Simplemente... mira. Tengo sueño. Tú tienes sueño. La cama es grande y no he podido tocarte en todo el día.
Gulf le sonrió. ―Estoy de acuerdo con eso. Quiero decir, con lo del sueño.–– Gulf giró sus ojos y tiró de Mew los últimos pasos hacia su habitación.
Se rio mientras se quitaba sus zapatos y se desabrochaba el cinturón. ―¿Tienes algún problema si me desnudo?
―Siempre y cuando pueda verte.