Capítulo I: Un nuevo destino y una despedida

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Capitulo I

Quien hubiera pensado que una simple disputa entre las potencias del mundo para probar quien era el mejor, desataría una guerra en la cual miles de personas morirían y lo seguirán haciendo, esta no es cualquier guerra que dura unos meses o quizás algunos años y ya, sino esta es la guerra que definirá a la más grande de las potencias para tomar el mundo a su orden.
Cómo se lo imaginan Estados Unidos de un lado y del otro Rusia, claro no iban a estar solos les iban a acompañar más países Francia, Italia, Japón, Alemania, España, Inglaterra, y hasta los mismos países Latinos que para la mayoría solo somos carne de cañón, para rellenar tropas y morir en el intento o simplemente no participar.
Bueno, yo soy de Perú de la provincia de Cañete en un pueblito de la zona, un bonito lugar donde pasar un fin de semana, tenía a mí mejor amigo que se llamaba San, y a una bella chica de la cual era mí enamorada llamada Lidia y yo me llamo Peter. Tienen razón con la frase vive cada día al máximo ya que no sabemos si mañana seguiremos con vida, o si mañana partes a Europa sin saber si vas a regresar, pasaron 10 años desde que inicio la Guerra y durante ese tiempo nosotros solo dábamos provisiones y solo se llevaban a soldados que estaban preparados, sin embargo todo cambio ya que de la noche a la llamada estábamos obligados a embarcar hacía la batalla, así sepamos o no portar un arma, y no nos dediquemos a nada que tenga que ver con la guerra. San y yo fuimos al día siguiente que anunciaron todo esto, nos en listamos, y partíamos a Europa mañana por la mañana en la embarcación que por nombre llevaba  "Libertad". Antes de que me fuera de mí pueblo visite a Lidia, fui a su casa, la lleve al río, dónde fue nuestra primer a cita, una simple caminata por el río, y ahí le dije:
- Cuando regrese me casare contigo-le dije mientras tomaba su mano.
- ¿Lo dices enserio?- me dijo con una cara de nerviosa con asustada.
- Si, si, lo digo enserio-todo emocionado le digo- Si me voy a casar contigo cuando regrese, te lo prometo.

No hubo respuesta solo unas lágrimas salían de sus ojos y me mira con una sonrisa en su rostro, y me dice:
- Si si acepto!!! Si!!- la felicidad abundaba en su rostro.
-  Oh mí amor, te amo - la abrazo con todas mis fuerzas mientras ella apoyaba su cabeza en mí hombro.
- Yo también te amo, pero, pero prometo que vas a volver por favor - siguió llorando abrazándome más fuerte.
- Te lo prometo, voy a volver - tenía una mira de duda por suerte no lo vio.
- Por favor, por favor regresa, no quiero perderte por favor - lo dijo y siguió llorando en mí hombro.
- Voy a volver por ti te lo prometo, con todo mí corazón- le acaricio su cabello para que esté más tranquila- Mira para que veas que si voy a regresar, te quiero dar la mitad de este collar que he echó.
- Oh ¿Enserio? - tenía una cara de asombro.
- Si enserio te daré la mitad, separadas no forman nada, pero cuando vuelvan a estar juntas las mitades formará una figura que descubrirás cuando regrese.
- Gracias amor - me abrazo y lloro una vez más en mí hombro y le seguí acariciando su cabello para que esté tranquila.

Me despedí de ella ese día, pero antes de irme por un tiempo, fuimos a su casa donde lo hicimos por última vez, hasta que volviera.
A la mañana siguiente, por eso de las 7 de la mañana, me encontré con San en la plaza del pueblo, dónde habían por lo menos unos 50 jóvenes y 30 adultos, que entre todos ellos a la mayoría conocíamos, estaba Don Lucho con su hijo, ellos dos trabajaban en la panadería de la esquina del pueblo, también estaban los hermanos Portugués, trillizos, su padre era policía pero hace unos tres años decidieron mandarlo a Europa a apoyar a las fuerzas en la batalla que se dio en Escocia, un año después recibieron una carta que decía que había muerto en acción, ahora ellos irán a vengar la muerte de su padre, espero que lo logren, por ahí también estaba Luis, creo que entre todos nosotros el tenía más experiencia en el manejo de armas, su padre le enseñó desde joven ya que él quería hacer policía,sin embargo paso todo esto y no pudo, me preguntó aún ¿Porqué no lo hizo? Quizás porque no quería dejar a su madre sola o quizás por la muerte de su padre en el 4 año de la guerra o quizás solo quizás simplemente tenía miedo, es algo que no sabremos.
Después de 30 minutos llegó un bus que nos llevaría al Callao para embarcar en el "Libertad" y de ahí juntarnos en el canal de Panamá  con otras embarcaciones de los países de México Colombia Chile y Ecuador, al otro lado nos iban a esperar los brasileños y los argentinos con los Estadounidenses para irnos todos hasta Europa, los demás países no participaron en si, solo ofrecían hombres y provisiones a sus países vecinos para dar un apoyo.
Un vez que entramos al Callao y antes llegar al puerto vimos como más buses llegaban de diferentes lados del país eran por lo menos, de los que abre visto unos 20 por ahí, así que íbamos una gran cantidad de peruanos a la guerra. Llegamos al puerto y de inmediato bajamos de los buses dónde nos juntaron dos buses en uno solo, nos ordenaron y nos pusieron en un espacio abierto, dónde el Capitán  Tomas nos dio un discurso, sobre lo que pasara una vez subamos al "Libertad", que ya no hay vuelta atrás, que los grupos formados serán nuestros grupos de por vida y que una vez que lleguemos a Panamá y nos juntemos con los demás, iremos con todo a Europa donde desembarcaremos en España por provisiones y de ahí nos iremos a Italia donde será nuestra primera batalla, al decir todo eso el capitán, note en más de uno, su cara de preocupación con el miedo abundando su cuerpo entero, nadie les podía culpar, hasta yo estuve así, al igual que ellos. El Capitán acaba su discurso y los grupos comienzan a subir al "Libertad" uno por uno, cuando le tocó a nuestro grupo, solo tome un poco de aire, lo voto, y camino hacia el "Libertad", y mientras subía por la rampa, pasaron por mí mente varios recuerdo que había vivido, sonreí por un rato hasta llegar a la borda, quitan la rampa con las sogas, encienden los motores, y comenzamos a avanzar, me apoye en el barandal y respire por última vez los aires de mí país, no estaba seguro si iba a regresar, solo pensaba en Lidia y mí madre, sabía que no todos de este barco iban a regresar a casa, pero si sabía que haría lo posible por volver, tengo 26 años, mí vida está aquí, y solo espero poder volverte a ver mí querida Lidia.

Soledad en el campo de guerra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora