00; La carga del trono.

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El aire fresco acariciaba su rostro, pero esta vez no era reconfortante. El chico de cabello rubio estaba en los jardines del palacio, sintiendo cómo el viento agitaba las ramas de los árboles con violencia, como si intentaran advertirle de lo que estaba por venir. Geumnara, con sus paisajes idílicos y su paz inquebrantable, ya no era el refugio seguro que solía ser.

Desde la muerte de su padre, el rey, todo había cambiado. La enfermedad que lo había consumido en cuestión de meses no solo dejó un vacío en el trono, sino también en el corazón de Jimin. A sus 18 años, todavía intentaba aceptar la idea de que ahora era el único heredero de Geumnara. Sin embargo, el mayor peso no era la corona en sí, sino la presencia del general Han, el hombre que había jurado proteger al reino pero que ahora parecía decidido a controlarlo.

--Alteza, lo están esperando en la sala principal-, anunció un sirviente, inclinándose respetuosamente.

Jimin asintió sin mirarlo. Apretó los puños mientras se dirigía hacia el interior del palacio. Sabía que lo que le aguardaba no era más que una confirmación de su impotencia.

Cuando llegó a la sala, encontró a su madre sentada en uno de los grandes sillones, con una expresión tensa y preocupada. Frente a ella, el general Han hablaba con voz firme, gesticulando con una autoridad que no le correspondía.

--Jimin-, lo llamó su madre en cuanto lo vio. Su tono era suave, pero su mirada le imploraba que no discutiera.

El general Han se giró hacia él, con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. --Alteza, qué bueno que finalmente se une a nosotros. Estábamos discutiendo los próximos pasos para consolidar la posición de Geumnara.

--¿Consolidar?-, repitió Jimin con el ceño fruncido.

--Por supuesto-, respondió el general, adoptando un tono casi paternal. --Con su ascenso al trono, es el momento perfecto para fortalecer nuestras alianzas y ampliar nuestras fronteras. Su padre siempre quiso un reino fuerte, y yo me aseguraré de que su legado se cumpla.

Jimin sabía lo que realmente significaban esas palabras. El general Han no buscaba fortalecer el reino, sino usar su posición como heredero para justificar una expansión militar. Quería unir territorios bajo su mando y convertir Geumnara en una máquina de poder, sin importar cuántas vidas se sacrificaran en el proceso.

--Eso no fue lo que mi padre quería-, respondió Jimin con frialdad.

El general lo observó por un momento, como si evaluara hasta dónde podía desafiarlo. Finalmente, dejó escapar una risa breve. --Alteza, sé que la situación es abrumadora, pero no se preocupe. Yo estaré aquí para guiarlo.

Jimin no respondió. Sabía que cualquier intento de confrontar al general en ese momento sería inútil. Han tenía al ejército bajo su control y, aunque no lo admitieran abiertamente, gran parte del consejo también lo apoyaba.

Más tarde esa noche, mientras la oscuridad envolvía el palacio, su madre lo llamó de nuevo a la sala cuando el general se había esfumado del sitio

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Más tarde esa noche, mientras la oscuridad envolvía el palacio, su madre lo llamó de nuevo a la sala cuando el general se había esfumado del sitio.

Cuando llegó a la sala, encontró a su madre muy seria, con una expresión tensa y preocupada. Frente a ella, un hombre de uniforme oscuro estaba de pie, con las manos cruzadas frente a él y una postura firme. En cuanto Jimin entró, el hombre giró ligeramente la cabeza y lo saludó con una inclinación.

--Hijo-, comenzó, sentándose junto a él en el borde del sofá. --No podemos enfrentarlo directamente. No ahora. Pero hay algo que podemos hacer para protegerte.

--¿Protegerme?--, preguntó, confundido.

--Han está usando tu posición como excusa para sus ambiciones. Si logra controlar todo el reino, no dudaría en convertirte en un símbolo vacío... o en algo peor. Tenemos que sacarte de aquí.

--Este es el comandante Min Seonghyun-, continuo su madre, con un tono cargado de preocupación. -Él estará a cargo de tu seguridad a partir de ahora.

Jimin frunció el ceño, sintiéndose repentinamente vulnerable. -¿Mi seguridad? ¿Por qué necesitaría un protector?

--Alteza-, intervino el comandante Seonghyun con voz grave pero respetuosa. -El general Han no es un hombre de confianza. Su influencia crece cada día, y su objetivo no es la prosperidad del reino, sino su propio beneficio. Si permanece aquí, corre el riesgo de convertirse en su herramienta... o algo peor.

Jimin sintió un nudo en el estómago. Aunque había tenido sospechas sobre las verdaderas intenciones del general, escuchar esas palabras de boca del comandante confirmaba sus peores temores.

--¿Qué propone entonces?-, preguntó Jimin, tratando de mantener la calma en su voz.

Seonghyun dio un paso al frente. Su presencia era imponente, pero había algo en su mirada que inspiraba confianza. --Debemos sacarlo de Geumnara esta misma noche. He preparado una ruta segura y un lugar donde podrá permanecer mientras resolvemos esta situación. Mi equipo y yo nos aseguraremos de que esté a salvo.

--¿Irme?-, susurró Jimin, sintiendo que la realidad lo aplastaba. Giró hacia su madre, buscando alguna señal de que esto no era necesario, pero solo encontró la misma preocupación en sus ojos.

--No es una elección, hijo-, dijo ella con firmeza, tomando sus manos. --No podemos permitir que Han te use. Este es el único camino.

Jimin tragó saliva y asintió lentamente. Su madre tenía razón. Si quedarse significaba ser una marioneta para los planes del general, debía irse, por mucho que eso lo aterrara.

El comandante inclinó la cabeza. --Entonces, Alteza, con su permiso, debemos partir de inmediato.

Jimin se despidió brevemente de su madre, sintiendo que el peso del mundo caía sobre sus hombros. Fue conducido rápidamente hacia un pasadizo oculto que llevaba a una salida discreta del palacio. Allí lo esperaba un vehículo oscuro, discreto y rodeado por un par de hombres uniformados que se movían con precisión.

Antes de subir, Seonghyun abrió la puerta trasera del auto y le dijo con voz firme: --Confíe en mí, Alteza. No permitiré que nada le pase.

Por primera vez en semanas, Jimin sintió un atisbo de consuelo. Miró al comandante y asintió antes de entrar al auto. Mientras el vehículo se ponía en marcha, alejándose del palacio, Jimin dejó escapar un suspiro. Sabía que su vida cambiaría para siempre esa noche, pero todavía no podía imaginar hasta qué punto.




Bienvenidos a esta gran historia.

Espero que sea de su agrado.

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Protegiendo al Príncipe ♡ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora