Notas de la autora y advertencias:
Lenguaje homofóbico y misógino. Espero haber salido del shadow ban de wattpad (por alguna extraña razón esta historia no figura en las búsqueda). Nos vemos el sábado que viene!
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Luego de dejarle las cosas al portero, Franco fue a desayunar al buffet del hospital.
Todo estaba demasiado cagado. Demasiado. Si su padre se mostraba tacaño y poco expresivo, era porque tenía razones de sobra para serlo. Porque Franco no había estudiado medicina y perdía el tiempo escribiendo boludeces. Porque... no sé por qué, pero vos tenés la culpa, Franco. Sos... Y se contenía, así como la abuela Francis se había contenido de preguntarle por qué estaba triste, así como Franco se había contenido de decirle que perdió el trabajo con el que pagaba la única cosa que le daba alegría, que no podía contar con el doctor porque pensaba que él era un inútil que tarde o temprano la cagaría.
A su padre no le importaba lo mucho que amaba escribir, que todo lo que pasaba a su alrededor, de una manera u otra, invariablemente terminaba en sus libretas o cualquier cosa que tuviera a mano. Agendas, cuadernos o papeles, su teléfono, la notebook que por fin había logrado comprar con tanto esfuerzo (y que, lamentablemente, aún seguía pagando). En secreto venía trabajando en una novela desde hacía un tiempo. Con suerte algún día lo llenaría de orgullo. Mientras tanto, la carrera de Periodismo era su manera de formalizar ese amor, de atizar la llama de esa secreta esperanza. La única que le quedaba.
Ya no tenía nada más en el mundo.
Ni nadie.
Franco pensó en la afeitadora que le regaló su abuela. "No sé quién sos, pero quiero estar más cerca" fue el mensaje que pudo leer entre líneas. Y eso era bueno, pero ser un extraño para la única persona que lo quería aunque fuera un poco, aunque fuera por ser el único familiar que le quedaba, casi por caridad, aumentaba su sensación de soledad.Y Martín... a veces se preguntaba si también sentía lástima, si lo toleraba porque sabía que estaba solo.
Lo había conocido en la clase de producción de texto,una de las primeras en la carrera. El profesor Navarro había encargado a los alumnos juntarse en parejas para realizar un cuento corto que servía de ejercicio de escritura y de excusa para que los ingresantes empezaran a conocerse.
Franco se sintió de nuevo en secundaria cuando vio cómo la gente se movía de un lado a otro, eligiendo pareja con una seguridad que daba la impresión de que todo el mundo se conocía. Se quedó en su lugar y empezó el trabajo solo, dispuesto a prescindir de cualquier tipo de compañía durante toda su vida universitaria de ser necesario. Entonces, llegó esa voz. La más amable que había oído en mucho tiempo.
—¡Hola! ¿Querés hacer el trabajo conmigo?
Entonces esperó encontrarse con una mirada llena de pena, de la clase que se le da a un cachorro que uno desea adoptar, pero que no puede llevarse porque no tiene lugar en el departamento. Se encontró con una sonrisa, en cambio. Una tan amable como la voz. También era confiada y con hoyuelos. La sonrisa de una persona que acostumbra a usarla seguido. De lo que que Franco no estaba seguro era si Martín sabía el efecto que tuvo en él esa vez, cómo todo su cuerpo pareció soltar una respiración que no sabía que estaba sosteniendo.
Y así había empezado el "grupo de supervivencia" de Franco Semperi y Martin Weisz. Los dos eran criaturas de íntimos mundos privados, respetuosos de los límites del otro. Al igual que Franco, Martín sentía una gran afición hacia la lectura y escribía poemas que eran como plegarias, tan poderosas que Franco sentía que se podían construir religiones alrededor de ellos.
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El chico del yeso
Teen FictionFranco tiene 19 años y ya no quiere vivir mientras que Ari quiere ir a la universidad y sólo puede soñar con el futuro. Un accidentado encuentro casual cruzará los destinos de dos personas que no parecen tener nada en común, pero con traumas, prejui...