Capítulo 40.

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Diamantes oscuros.

Capítulo 40.

Era muy extraño todo ahora, como si Liam quisiera estar todo el tiempo posible conmigo, incluso cuando yo no trabajaba más para él. Él insistía en que le dijera en dónde viviría, pues, había rechazado el contrato de dormitorios.

Las alpha habían aceptado dejarme seguir siendo integrante, pero ya no quería estar más en esa casa. No las soportaba a ellas, ellas no me querían cerca y vivir dentro de esa mini mansión tenía un costo altísimo, cosa que no podía permitirme si no tenía un empleo, y Liam me había pedido que accediera a vivir dentro, que él lo pagaría, pero ya era demasiado para mi pobre billetera y mi cansada cabeza.

-No falta mucho- me sonrió y colocó mi última maleta dentro.

-Nolan, en cuanto me den mis primeros pagos voy a darte lo de seis meses.

-Seis meses es mucho tiempo, tal vez ya no vas a agradarme tanto en seis meses, Lun.

-Idiota- gruño y se rie conmigo.

-Vamos, no te estoy pidiéndo nada, sólo quiero vivir con una modelo y ese tipo de cosas.

-Lo sé, debe ser excitante.

-En el buen sentido, porque sé que patearías mi culo si me paso contigo.

-Lo haría, sí- le muestro la lengua. Me levanto de la bonita cama que me ha preparado y comienzo a colocar mis cosas en los muebles de madera que hay frente a mi cama.

-¿Liam sabe que vives aquí?- giro para mirarlo.

-No le he dicho dónde viviré.

-Qué bien, no quiero su apestoso trasero millonario aquí.

-Lo sé, pero, Nolan, yo ya le perdoné lo que hizo, ya sabes, él es así- una mueca aparece en mi rostro y decido tomar todas mis blusas y comienzo a colocarlas dentro del cajón.

-Debes estar bromeando, ese tipo no es más que un egocéntrico mujeriego. No puede ser menos o más que eso, él sabe que lo quieres y continua ilusionandote.

-Puede que lo conquiste, ¿no lo crees?- termino de ajustar las prendas y lo cierro. Abro la siguiente maleta y saco todos mis zapatos y jeans, y empiezo a colocarlos en su lugar- Es difícil hacer que me quiera, pero jamás he comprendido por qué será tan fácil amarlo.

-Porque te gusta que te hagan sufrir.

-Nolan...- contraataco-. Annie tampoco era la presidenta de la O. N. U.

-Ya la superé. Me di cuenta de que no era mi tipo.

-No, ella no te merece.

-Y sus pechos me dan asco, siento como si fueran a desbordarse y causar una exploción. En el mal sentido de la palabra, por supuesto.

-Eres nefasto- paro de acomodar todo y niego con la cabeza, escúcho su risotada y comienzo a reirme también.

-Oye, algo está vibrando en la cama, ¿es un consolador?- levanta sus cejas y le doy un golpe antes de buscar entre mi bolso.

-¿Diga?- pregunto, al notar que el teléfono es privado.

-Te estoy buscando en la hermandad.

-¿Liam?

-El mismo.

-¿Por qué me estás marcando de otro número?

-Porque supuse que no ibas a contestarme.

-Vaya, estás loco- me rio bajito-. ¿En qué puedo ayudarte?

-En decirme en dónde estás, tal vez.

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