24. El gran alivio.

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Hoy salí temprano de clases, al parecer hubo una reunión importante.
Me dirijo a mi casa, en realidad extraño mucho a mamá, ire a visitarla, si puedo hoy.
un coche se detiene en frente de mí, me asustó, corro sin mirar atrás, ¿ahora que hice?. Llegué hasta una florería para hacer tiempo y que posiblemente se fuera esa persona, espero haberla perdido.
Después de comprar dos ramos pequeños de cataleyas caminé con precaución a la casa del abuela Tina, me sentía un poco asustado Y temeroso. Escucho unos pasos aproximarse a mí y consigo una voz conocida.
– ¡Espera!, ¡Espera pequeño Sunset!– dijo exahusto.
Se da un respiro, parece asustado el señor Gerardo.
– ¡Ups!, discúlpeme, pensé que era una persona mala y no me fijé quien era.
– Descuida pequeño, debí haberte recogido temprano o haber bajado el vidrio del carro– me explicaba mientras me sacudía el pelo.
Nos dijimos a casa.
– Disculpe señor Palacios, ¿y la abuelita Tina?– pregunté felizmente.
Se queda callado un rato.
– Está atendiendo unos asuntos pequeños, descuida. ¿Quisieras ir a un lugar en específico?– dijo cambiando de tema.
Le pedí ir con mamá al hospital.
Al llegar al hospital le puse un ramo de flores en la mesita, las otras son de abuelita.
El señor Palacios salió del cuarto (creo que lo mire triste).
Me arrodille a un costado de la cama de mamá y tome su mano.
Caí rendido y me dió un sueño además de un gran alivio en mi pecho, que bueno que sigas viva mamá.

¿Otra vez?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora