Capítulo 4.

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-Eh, tio, que no vale, que te he ganado ya cuatro veces. –Me quejo. –Hazme la cena, quedamos en eso.

-No, has hecho trampa, me movías el mando cada dos por tres. –Responde Niall, indignado, y rio.

-¿Cuatro veces? –Levanto las cejas. Niall bufa y se levanta del sofá. 

Llevamos toda la tarde jugando al FIFA y nos habíamos apostado quién hacia la cena de hoy ya que su madre iba a llegar tarde de trabajar. Yo le había ganado ya cuatro veces y seguía igual de pesado.

Estoy sentado en el sofá de su salón. Me echo hacia atrás, apoyando la espalda y suspiro. Llevaba tiempo sin pensar en esa chica, pero ahora ha vuelto a mi cabeza y dios, no la puedo sacar. Me pareció tan guapa. Pero era tan borde. Nego reiteradas veces con la cabeza y suspiro. Sonrío por qué si y apoyo los pies en la mesita de en frente.

-¿En qué piensas, enamorado? –Casi grita Niall en mi oído.

-¡Para de hacer eso! –Le grito de vuelta.

-Vale, vale, fiera. Lo siento. –Se sienta a mi lado.

-¿Qué haces aquí? Deberías de estar haciendo la cena.

-Ya, pero he pedido pizzas. –Niego con la cabeza.

-Eres un vago. Quedamos en que quien ganara hacia la cena, no la pedia.

Sube sus hombros y los vuelve a bajar. Ríe. Vuelvo a negar con la cabeza.

-Bueno, ¿en qué pensabas?

-En nada, pesado.

-Nunca se puede estar pensando en nada, siempre hay algo.

-¿Tu nunca te callas? –Le miro incrédulo.

-No. –Sonríe con todos sus dientes.

-Pareces un niño pequeño. –Bajo los pies del sofá.- Va, echamos otra. –Cojo el mando de la play y le doy a comenzar una nueva partida.

Niall no me contesta, directamente coge el mando, y nos ponemos a jugar.

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El despertador de mi móvil suena con la canción Let it be de The Beatles, indicando que ya son las siete de la mañana, hora de levantarse para ir al instituto. Abro las sabanas, arrastrando los pies hasta tocar el suelo. Me levanto de la cama y voy hacia el baño que se encuentra dentro de mi habitación. Me lavo la cara y me miro en el espejo. Tengo un poco de ojeras debido a que ayer me quede hasta tarde en casa de Niall. Somos unos viciados. Rio. Salgo del baño y abro mi armario. Cogiendo unos pantalones de color caqui y una camiseta blanca. Cojo mi mochila y la gabardina y bajo las escaleras hacia la cocina. Mi madre ya está sentada, desayunando como cada mañana.

-Buenos días, hijo.

-Buenos días, mamá. –Me acerco a ella y le beso en la mejilla.

Cojo una taza y me pongo un poco de café de la cafetera. Abro la nevera, cojo la leche y me hecho hasta casi rebosar. Bebo un poco aunque no le haya echado azúcar y sepa amargo, y lo pongo a calentar en el microondas. Abro el primer cajo de la encimera y cojo una cuchara pequeña. Voy hacia la despensa y cojo el azúcar. El microondas pita, indicándome que el tiempo estimado que le he puesto a calentar, ha finalizado. Abro el microondas, cojo la taza y lo vuelvo a cerrar. Me llevo ésta, el azúcar y la cuchara a la mesa redonda de la cocina, y me siento. Cojo un par de magdalenas de la bolsa que tiene al lado mi madre y las mojo en el café.

-¿No te estás tomando demasiado tiempo? –Enarca una ceja mi madre, sin parar de leer el periódico.

-Que va, voy bien de tiempo. –La sonrío.

Posh two. || PAUSADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora