La esclava

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–¡Voy a encontrarte, Milk!– Grito –Los saiyajin tenemos la regla de conservar lo que cazamos, así que en cuanto te atrape tú vas a pertenecerme ¿Oíste?

Milk sintió que un escalofrió le recorría la espalda al escuchar al apuesto guerrero gritar aquella amenaza, su corazón latía tan rápido y fuerte que por un momento temió que pudiera escucharlo y encontrarla, había tenido la suerte de encontrar un árbol hueco en el cual ella cabía y quedaba oculta por algunos arbustos, si bien era un buen escondite estaba muy cerca de donde había cegado a los guerreros, por lo que pudo escuchar cuando la mujer se marchó y el tal Kakarotto bajaba a intentar atraparla, en su escondite hacia demasiado calor y le preocupaba que algún insecto desconocido se le trepara, a fin de cuentas estaba en un planeta desconocido, aun así no se movía y casi ni se atrevía a respirar.

Ella cerro los ojos y se concentró en sentir el ki del guerrero saiyajin, todo parecía indicar que aquel joven también podía aumentar o disminuir su ki, pero no podía desaparecerlo por completo como podía hacer ella y le pedía a cualquier Dios que pudiera escucharla que tampoco supiera detectarlo. Sin romper su concentración lo sintió cuando aterrizaba y como miraba a su alrededor buscándola, finalmente se fue en la dirección opuesta a donde ella se había ocultado, espero un momento antes de moverse y asomarse un poco, afortunadamente todo parecía indicar que aquel sujeto se había marchado, así que rápidamente corrió lo más silenciosamente posible en la dirección opuesta a la que él se había ido.

Por nada del universo debían capturarla.

...

Milk observaba el vapor salir de la tetera que se calentaba en la pequeña parrilla portátil, la apago y vertió el líquido caliente en el vaso de sopa instantánea que tenía a un lado y se sentó a esperar a que estuviese lista para comer, miro a su alrededor, se encontraba en una pequeña cueva que había encontrado en una montaña al borde del bosque, la había encontrado por pura suerte, había estado tan distraída corriendo y cuidando que nadie la siguiera que termino tropezándose con una raíz, rodando por una colina empinada y estrellándose en las falda de una montaña, el golpe no fue fuerte porque un montón de hierba lo había amortiguado y descubrió que esta hierba tapaba una grieta algo angosta pero lo suficientemente grande como para pasar por ella, movida por un presentimiento entro, era tan angosta que tenía que caminar de lado y finalmente después de andar algunos metros encontró una pequeña caverna, esta estaba lejos de tener el tamaño adecuado para sacar su nave, pero tenía su equipo para acampar, así que saco su bolsa de dormir, un poco de agua, la parrilla, la tetera y la sopa, mientras esta se calentaba aprovecho para limpiar su armadura, había estado todo el día evadiendo al guerrero saiyajin y por pura suerte lo había logrado, si él llegaba a encontrarla allí no podría pasar por la grieta y tendría que destruirla y eso la pondría sobre aviso para poder escapar, además estaba agotada de estarse escondiendo, poco antes de que el sol se metiera había regresado la tal Caulifla y con ella venían al menos 5 hombres más, todos con colas y buscando a la intrusa, por suerte nadie logro verla, además le daba la impresión que Kakarotto además de buscarla también se dedicó a asegurarse que sus compañeros no la encontraran.

Comenzó a comer su sopa mientras pensaba en cómo podría llegar hasta la esfera, no podía creer que dos años viajando por diversos planetas donde peleo con bestias y guerreros extraños, climas violentos y desastres naturales para reunir 6 esferas y cuando faltaba solo una se topaba con un montón de guerreros extremadamente poderosos que la querían esclavizar, y ella quería reunir las esferas para salvar a su planeta de la esclavitud, eso era ironía pura. Reviso el radar del dragón para asegurarse que la esfera no se hubiera movido, afortunadamente seguía en el mismo lugar, dormiría un poco y lo intentaría de nuevo, miro su armadura que había acomodado a un lado, Bulma le había dicho que la bomba del casco solo debía usarla en caso de extrema urgencia y durante dos años no lo necesito, hasta que llego a ese planeta, seguramente Bulma iba a regañarla, y con ese pensamiento Milk se quedó dormida.

La princesa y el guerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora