Capítulo 3

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Yoongi cumplió, pues le dejo solo, Jimin no podía saber que día, o que hora era, el silencio era completamente aterrador y sólo podía pensar en sus hermanos, en su familia, en que quería verlos, en que deseaba su vida de vuelta, por lo que llorar la mayor parte del tiempo era lo que hacía.

Algunas veces solía ducharse para usar la misma ropa y volver a la cama y no, no es que ni siquiatra hubiera intentado irse, porque lo hizo, incluso ahora mismo sus manos estaban tan lastimadas por tratar de quitar aquel grillete, pero no, la cadena era tan gruesa y pesada que lo sabía, no iba a poder salir de allí sin alguna ayuda.









...

Cuando aquel teléfono celular sonó Yoongi tomo la llamada la cual duro cortos segundo y después sólo corto esta mientras sus ojos recaían de nuevo a los anillos de aquel lugar, dos guardias de gran tamaño le custodiaban y su rostro se mantenía tan serio que intimidaba a las mujeres del lugar.

— ¿Estos son los más costoso? —. Pregunto. —Quiero que sea único y de paso necesito argollas también—. La mujer en aquella joyería sólo asentía, tratando de buscar algo que se acomodara aquella persona.

Yoongi pudo conseguir lo que necesitaba y volvió a trabajar esperando que la noche llegase y cuando fue así camino por el jardín trasero hasta llegar a ese sótano construido enteramente para Jimin.

Si, este pudo escuchar un silbido y pasos, por lo que supuso que Yoongi habían llegado y si, intento golpearle con aquel bol de madera en donde la fruta fue dejada, pero Yoongi logro evitarlo esquivando el golpe.

— ¿Así me recibes? —. Pregunto con el rostro serio viendo el de Jimin algo demacrado, pues le había dejado una semana completamente solo.

— Toma—. Jimin observo un periódico en las manos de Yoongi. —Tienes más 20 llamadas perdidas—. Contó sacando su teléfono celular. — Van a pesar que eres un mal hijo, tu padre tuvo un accidente de trafico ayer—.

— ¿Qué? —. Si Jimin tomo el periódico en que la noticia se contaba, estaba preocupado.

— Descuida no fue grave, pedí que fuese así—.

— ¡Eres un maldito! —. Escupió con odio lanzando aquel papel al suelo.

— ¿Y bien? ¿Qué has pensado? — Yoongi le ignoro para centrarse en lo verdaderamente era importante para él.

— ¡Púdrete! —. Dijo con dolor en su pecho, sintiéndose tan ahogado que, aunque no quiso algunas lagrimas salieron.

— Cariño no me obligues hacer cosas que no quiero, esta vez fue un accidente menor, la próxima no será así—. Jimin sorbió su llanto, ese hombre lo estaba atrapando no sólo físicamente, estaba metiéndose con su familia obligándole a no encontrar otra opción.

— ¿Si me caso contigo podré verlos? —. Se refería a su familia.

— Por supuesto—. Respondió Yoongi. —Sólo no debes traicionarme y obedecerme—.

Un espejo para Narciso (YOONMIN) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora