Todo comenzó un 8 de abril, ese día era el cumpleaños de mi hermana Anna. Cumplía 15 años, oficialmente era mujer y como tal debia casarse y darle hijos a un hombre, que debido a nuestra posición economica, debia ser principe o rey. Los rayos de sol me despertaron esa mañana, yo ni siquiera queria levantarme de la cama, no estaba listo para aceptar que mi hermana sería vendida como un trozo de carne, pero tampoco tenía otra opción. Después de unos minutos, y de que varios criados vinieran enviados por mi padre para indicarme que debía ir, me levanté lentamente de mi cama y fui hacia uno de los espejos de la habitación. Agarre un cepillo y comencé a peinar suavemente mi pelo, la luz que se asomaba por la ventana dejaba ver que mi pelo castaño tenía unas leves mechas rubias, mi pelo ese día estaba espléndido. No quise tardar mucho más asi que me vestí rapidamente con uno de mis mejores galas y bajé al jardín real donde mi hermana solía estar. Y efectivamente, alli estaba ella sentada, pero esta vez se encontraba hablando con un joven. Él debia tener mi edad, su pelo convinaba con sus ojos ya que ambos eran muy oscuros. Miraba la cara de ese sujeto intentando averiguar de quien se trataba pero algo interrumpió mis pensamientos, alguien habia apoyado su mano en mi hombro, yo me giré asustado por el contacto inesperado que me habia sacado de mi trance, y aquella mano no era otra que la de mi padre. -¿Quien es él?- Sabia que si le dejaba hablar comenzaría de nuevo con sus discursos sobre educación y responsabilidad, la cual yo no habia demostrado bajando tan tarde. Mi padre no pareció sorprendido de que yo intentase cambiar de tema y después de mirar a aquel chico en silencio unos segundos volvió a mirarme a mi. -Él es Fernando, es un poco mayor que tú y lo más probable es que se case con tu hermana, asi que tratalo de forma cortés.- Aprete mis labios en silencio observandolo de nuevo, ¿cuanto habría pagado por mi hermana? Quería ir alli y enfrentarlo pero Anna estaba sonriendo hablando con él y no parecía incomoda ni molesta asi que lo deje pasar. La ceremonia empezaría en cualquier momento, pero como no me interesaba yo simplemente corría por todo el castillo junto a Fortuna, una perrita que me habian regalado por mi decimo cumpleaños y que desde ese dia habia permanecido conmigo. Ella ya estaba algo mayor pero seguía corriendo como él primer dia, yo solía seguirla por donde iba y este dia, como muchos otros, ella decidió entrar en la cocina del castillo. Las cocineras trabajaban sin descanso ya que hoy habría un gran banquete, pero a Fortuna no le importo, ella se acercó a una de las mesas con comida y miro en silencio unos muslos de pollo que habia apollados en una de las bandejas. Yo me acerqué a Fortuna y la acaricié sonriendo por lo manipuladora que era, como yo era el principe y tenía inmunidad para hacer lo que quisiese agarré un muslo de pollo y lo tiré al suelo haciendo que Fortuna fuera hacia él y se lo comiese. Las cocineras me miraban serias pero ninguna hacia ningún comentario, sabían que no tenían permitido hablarme. Una vez que mi perra terminó de comer acaricie su cabeza indicandola que me siguiese y subí de nuevo a mi habitación. Pero esta vez solo subí para dejarla alli atada, ya que mi padre siempre me habia prohibido dejarla suelta sin mi supervisión. Acaricie su pelaje una ultima vez y susurre algo que solo ella llegó a escuchar. -Volveré lo más rapido que pueda, y te prometo que traeré pollo- Ella ladró muy emocionada y yo me fui, me sabía muy mal dejarla ahi sola pero no podia llevarla a la celebración o ella sola se comería todo lo que las cocineras habian preparado. La ceremonia comenzó y todo marchaba bien, era aburrida pero al menos tranquila, hasta que sacaron el alcohol y todos los presentes de alli comenzaron a beber. Esperé a que todos estuvieran lo suficientemente borrachos para no darse cuenta de mi ausencia y me fui de allí, claro que con un muslo de pollo en la mano. Al llegar a mi habitación Fortuna estaba dormida, pero al oler el pollo ella despertó emocionada. Yo cerré la puerta y me acerqué a Fortuna para soltarla y darle el pollo. Ella comía aquel pollo como si no hubiese comido nada mejor en toda su vida, y tal vez no lo habia echo, pero de todas formas me alegraba verla tan feliz. Pero la felicidad cambió a preocupación cuando escuche pasos que venían a mi puerta, desenvaine la espada que llevaba en el cinturón y la levanté acercandome a la puerta. Fortuna mientras simplemente se tumbó en mi cama, cosa que mi padre también habia prohibido ya que según él, al ser una mascota debia dormir atada en uno de los jardines. La puerta se abrió lentamente, no vi bien quien era hasta que entro del todo en la habitación y las luz que producian las velas le iluminaron el rostro dejandome ver que no era otro sino él futuro marido de mi hermana. -¿Acaso me has seguido?- Su rostro se tensó ante esa pregunta y miró nervioso la espada. Luego trago saliva para comenzar a hablar mientras intentaba disimular que estaba temblando. -Si, todos estan ebrios y pues... No se bien donde debo dormir, y como tú eres el hermano de Anna pensé que...- ¿Y no sería más facil preguntarle a la ama de llaves? Aunque su incompetencia e inutilidad me resultaba bastante molesta mantuve mi compostura y sin decir ninguna palabra guarde mi espada con la intención de llevarlo a la habitación de invitados. Pero él, en vez de mantenerse quieto, al ver que yo guardaba la espada se acercó a Fortuna y la acarició sonriendo. Ella se dejo acariciar sin problemas ya que era bastante cariñosa pero a mi esto comenzaba a incomodarme, él chico que iba a casarse con mi hermana estaba en mi habitación por la noche acariciando a mi perra, era de los momentos más incomodos de mi vida pero al menos tendría una buena anecdota que contar en el banquete de la boda.
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Brothers In L(ove)aw
RomanceMateo era un joven normal y con una vida de lo más tranquila, pero también bastante lujosa ya que era el futuro heredero de la corona de Jayus, un pequeño y acojedor reino. Pero todo cambia el dia que la hermana pequeña de Mateo, Anna, cumple 15 año...