Day 8: "f*ck everything" One-Shot

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8.Día lluvioso

Eran las 8:00 am.

Para cualquier adolescente, aquello sería sinónimo de que le quedan aún una hora para dormir. Pero Jack salió de la cama con una expresión intercalada entre sueño y derrota.

Se aseguró de apagar la alarma antes de que sonase y se metió a la ducha, no sin antes echarle un vistazo a su aspecto desaliñado mañanero.

—¡Jack, dice mamá que te apresures o llegarás tarde!— la voz de su hermana menor se abrió paso por el ruido de la lluvia artificial. —¡Y no te acabes el agua caliente!

Apartó el agua de sus ojos y cerró la ducha al tiempo de escuchaba los pasos de su hermana alejarse. Corrió ligeramente la cortina para atrapar la toalla en el lavabo, y enrollando el material en sus estrechas caderas dio pasos cautelosos en medio de la humedad del suelo hasta su uniforme colgado tras la puerta.

El uniforme del equipo de baseball era bastante fresco, de mangas cortas y pantalones ligeramente holgados, pero estaban a mediados de marzo y las gélidas brisas de Enero aún se percibían en el aire, por lo que tuvo que colocarse un buzo de manga larga bajo la delgada camisa, sumados los pantalones ajustados de invierno para el equipo.

Su gorra, tenis, audífonos y teléfono. Estaba listo para salir.

En la entrada se topó con su madre que lo miraba mal a sabiendas que no desayunaría. Se deshizo de ella asegurándole que comería algo después, pero ambos sabían que era mentira. Pero por no querer retrasar más a su hijo, Mary lo dejó ir sin ánimos de protestar mucho más.

Corrió en camino de la parada de autobuses mientras peleaba con los nudos inexplicables del cable de sus audífonos, haciéndose la nota mental de conseguir unos inalámbricos en cuanto tuviese tiempo.

Cuando por fin se sentó en una de las filas posteriores del autobús, no sin antes saludar a Lefou, el curioso hombrecillo que hacía las de chofer, se enfocó en conseguir una canción acorde con el día nublado que prometía el cielo.

Pasó de Adele a Sam Smith, pero prefirió disfrutar de Lewis Capaldi. Lo conoció gracias a Elsa, esa pequeño amor platónico desde el verano anterior, hermana meno de John, su capitán.

Durante una reunión de equipo en casa de John, ella bajó las escaleras ignorándolos a todos sentados en la sala, sólo fue a la cocina sin ladear la mirada con sus audífonos a todo volumen, que le permitieron distinguir una suave melodía que dio pie a su nueva excusa para hablarle.

—Oye, Elsa. ¿Qué escuchas?— le había preguntado cuando parecía devolverse a su habitación escaleras arriba, ella se detuvo y bajo la mirada expectante de todos se sacó un audífono.

—¿Qué?

—Pregunté, ¿qué escuchas?— Elsa lo miró por unoa segundos en silencio, parecía incómoda e irritada.

—A Lewis Capaldi.— se limitó a contestar, dándose la vuelta, trepó nuevamente a su santuario, del que no la volvió a ver salir durante el resto de la tarde.

Cuando quiso reaccionar, John lo miraba de forma severa.

—¿Qué?

—Es mi hermana pequeña, Frost. Cuidado.— aseveró frunciendo el entrecejo. John no le intimidaba para nada, más allá de ser su capitán y buen amigo, no eran muchos los motivos por los que le tendría cierto respeto. Sin embargo Elsa no se veía interesada en él como él en ella, entonces preferiría no intentar mucho más. También entendía la actitud del castaño, como hermano mayor quieres proteger a tu hermanita, y eso era algo irrebatible en la naturaleza de cualquiera con hermanas pequeñas.

Stolen kisses [Drabbles and One Shots Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora