III-ELION

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-Bien, acompáñame, te enseñaré cual será tu habitación durante todo el curso.

-Perdona, Régulus, ¿no?- el asiente con la cabeza.- Antes Aile ha dicho que hemos llegado muy pronto, ¿cuando empiezan las clases?

-Dentro de justamente una semana. Pero no te preocupes, para cuando los demás lleguen, tu ya te conocerás la escuela. O gran parte de ella, porque yo llevo aquí ya unos años y estoy seguro de que aún no la he visto entera.- asegura sonriendo.

Atravesamos el largo pasillo de cristal en silencio. Me sorprende que no tenga ninguna grieta, ni siquiera un rasguño, la verdad es que parece frágil. Llegamos a un ensanchamiento. Nos encontramos en una habitación esférica, con dos mesas en el centro, sobre las que reposan dos magníficos jarrones. También puedo observar bancos acolchados que se diponen alrededor de estas. La esfera se interrumpe por dos pasillos, de los cuáles cogemos el que está enfrente de nosotros. De nuevo, otro interminable pasillo con millones de aulas a los lados. Estamos completamente solos, y el silencio parece haber anidado en la escuela, un gran silencio vacío.

Llegamos a otra sala, más amplia aún. Hay dos anchas y largas escaleras paralelas a nosotros, una que sube y otra que baja. En cada esquina de la habitación cuadrada, hay una estatua de una musa. Mire por donde mire, todo parece estar sacado de un cuento de hadas de los tiempos clásicos. Escogemos la primera escalera, la que asciende, y subimos por ella. Ahora la sala es rectangular. En ella hay otros dos pasillos: el de la izquierda y el de la derecha.

Regulus se para y se vuelve hacia mí.

-El de la izquierda se dirige al dormitorio de los chicos; el de la derecha, al de las chicas. Y esa estrecha escalerilla de ahí. - me indica señalando una pequeña escalera de caracol que antes no había visto.- conduce al último piso, el decimosexto. Es una sala de estar desde la que puede observarse el cielo, y las enormes ramas del arbol. Ven, te mostraré cuál será tu habitación.

Caminamos por el pasillo de la derecha, cuyas paredes están cubiertas de puertas. Llegamos a la última de estas, que queda justo enfrente de nosotros.

-Esta es la n° 324 de los dormitorios de las chicas de esta parte de la escuela. La puerta no dispone de una llave, sino de una cerradura mágica. Funciona pronunciando la contraseña de tu respectiva habitación. Esta acudirá a tu mente en el momento en el que pongas la mano sobre ella y reconozca quien eres. En cada cuarto duermen dos personas. Tu compañera se llama Julia, me parece.- sonríe. - es difícil llevar el control. Bueno, aquí yo ya he terminado, te dejo sola. Puedes continuar echando un vistazo por la escuela.

-¿Hay algún lugar en el que no deba estar?- pregunto. No valla a ser...

-El propio árbol se encargará de cortarte el paso en las habitaciones en las que no quiere que estés. - abro los ojos. Todo esto me es aún muy extraño. - Ya nos veremos.- afirma, y regresa por donde hemos venido. Que joven y atractivo es. Debe tener apenas los 26, ¿por qué será profesor? Sea como sea, hago lo que me ha indicado, y ocurre justo lo que había dicho. Carcasón. ¿Qué será eso? Pronuncio la palabra en voz baja y esta se abre.

Lo primero que veo es una gigantesca ventana que me permite comprobar que está amaneciendo. A mi izquierda hay una litera; bajo la ventana, una mesa de estudio con sus dos respectivas sillas; y la derecha, una estantería. He de admitir que no está nada mal, y tiene pinta de ser bastante luminosa.

Pienso en lo que hacer a continuación, me propongo seguir viendo la escuela, pero no me siento con ánimos. Me tumbo en la cama y me doy cuenta de lo cansada que estoy. Supongo que lo que más me apetece es dormir. Cojo de la maleta el pijama, y luego pienso donde colocarla, pero no hay armario. Qué extraño. Entonces lo veo, un picaporte asoma en la pared. Me acerco y lo abro, como sospechaba, es lo que buscaba. Desago la maleta y me pongo el pijama. Descalza, recorro el pasillo y me dirijo a la primera puerta (el baño). Me lavo la cara, sucia de barro a causa de lo ocurrido esa noche en el bosque. Ahora que está limpia, parezco otra. Me recojo mi pelo rizado en una coleta y me dirijo de vuelta a mi dormitorio.

Me acomodo en la cama superior de la litera, me tapo la cabeza con la sábana y cierro los ojos. Al cabo de unos minutos, caigo dormida.

PANDORA: Valor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora