Era el día que sería representada la obra de Camila en el auditorio.
Había muchos padres y alumnos, yo entre ellos, aunque mis padres no habían ido. ¿Para qué llevarlos a ver basura y hacerlos perder su tiempo? Prefería que trabajaran e hicieran dinero a que vieran una mala obra escolar.
Mientras estaba sentada junto a Jason y Corah comencé a pensar como hubiera sido si mi obra hubiera sido la elegida.
Debía admitir que al saber que la había basado en personas de mi vida y en mi amor imposible con Cory, no me hubiera sentido muy cómoda con que un gran público la viera. Además, al ser una historia tan sosa, me hubiera sentido algo avergonzada.
Cuando la obra iba por la mitad, me comencé a quedar dormida. La obra no era lo suficientemente triste para llorar, no era divertida tampoco, pero si era lo suficiente lenta como para dormir.
—Siempre supe que Camila no tenía talento como dramaturga... la debieron elegir porque es estudiante estrella —comentó Jason.
—¿Qué es dramaturga?
Jason me miró con preocupación.
—Bueno, eso responde el porqué tampoco ganaste tú.
—Explícame que es.
—Los que escriben obras de teatro.
Abrí la boca sorprendida.
—Así que ese era el término correcto... —yo sabía que era "drama" algo.
Nos quedamos en silencio otra vez y yo me volteé para saber qué hacía Corah.
Corah estaba dormida, se abrazaba a sí misma y tenía la boca abierta mientras un hilo de baba le caía por la comisura de la boca... Asqueroso.
Volví a ver a Jason.
—¿De qué era tu obra?
Jason me miró confundido.
—¿Por qué quieres saber?
—Yo estaba segura de que tú ganarías... quiero saber de qué era tu obra.
—Era una comedia... Una comedia con crítica al pensamiento machista que se tenía en el siglo pasado.
—Profundo.
—Soy yo, ¿qué esperabas?
Reí. Aunque sonara algo egocéntrico, tenía razón.
—¿Y de qué era la tuya?
—Amor imposible.
—¿Tragedia?
—Podríamos decir que si..., pero nadie muere.
—No creí que fueras a escribir algo triste... Debo admitir que por tú forma de ser me imaginaba un drama con un final feliz.
—¿Por qué feliz?
—Ya sabes... tienes esa actitud positiva aun cuando tú vida es un desastre —hizo una pausa—. Eres esa clase de persona que no importa lo que pase, no te hechas a morir por nada.
—A veces me quejo mucho —le recordé.
—Todos nos quejamos, es parte de la adolescencia y de ser humanos en general.
Jason tenía un buen punto.
—Hubiera preferido que tú ganarás —confesé—. Tú obra trataba un tema mucho más profundo que está basura.
—Lo tuyo no suena mal tampoco. Tiene más intensidad que esta basura.
Ambos reímos.
Mi teoría de porqué Camila no era buena para crear un diálogo con un buen argumento, era por su carencia de sensibilidad.
Todos solían pensar que por ser mujer debías ser sensible, que cuando estabas en tus días debías tener cambios de humor drásticos o que todas tenían ese instinto maternal cuando aún ni siquiera eran madres; pero era algo erróneo.
Camila era más matemática y práctica, y eso no tenía nada de malo. Mi única queja era que no debieron escoger su obra, porque apestaba... apestaba a perro sucio y mojado.
Cuando la tortura terminó, comencé a sacudir a Corah para que despertara.
—Llévame contigo, Satán —dijo, entre murmullos.
—Corah, soy yo. Satán no está aquí.
Mi amiga comenzó a pestañear y luego se estiró.
—¿Terminó? —asentí—. Oh, gracias a Lucifer.
—Creí que eras gótica, no satánica —comentó Jason.
—La verdad es que no creo en la religión, aunque diría que soy agnóstica, pero me gusta intentar rituales para ver su uno funciona.
—¿Ha funcionado alguno? —preguntó Jason.
—No, son puras cochinadas —admitió.
Los tres nos levantamos de nuestros asientos y fuimos hacia afuera.
Podía oír los comentarios negativos que decía la gente mientras salía. Pobre Camila... eso le pasaba por ser tan hija de puta.
—¿Qué tal si vamos a comer algo? —preguntó Corah—. Yo invito.
Yo asentí frenéticamente, pero Jason no dijo nada.
—Voy a decirle algo a alguien y vuelvo.
Ese "alguien" era Max, con quien ya parecía estar cerca de concretar algo.
—Traviesilla —susurré, para luego mirar a Jason—. ¿Qué es exactamente lo que te preocupa tanto de engordar?
Jason suspiró.
—Lo crueles que pueden ser algunos comentarios.
—No tienes de qué preocuparte... Eres lindo e inteligente, solo te falta ser divertido —él rio—. No puedes vivir prohibiéndote cosas por miedo a engordar...
—Lo dices porque nunca has estado pasada de peso.
—No tiene nada de malo tener unos quilos de más mientras tu cuerpo esté sano —le dije—. Y tú sabes cómo mantenerte bien —entrelacé mi mano con la de él—. Disfruta las cosas y la comida que te da la vida.
—Gracias, Summer —dijo con una sonrisa.
—De nada, amigo.
No sabía cuál era el trauma exacto que tenía Jason, pero sí sabía que los niños podían ser muy crueles al no saber medir sus comentarios. A veces, ser tan inocente podía causar daño en los demás, por eso los comentarios de los niños eran tan dañinos entre ellos. Suponía que alguna vez le habían hecho burlas por su peso en la escuela, eso era bastante común y esperaba que algún día dejara de serlo.
Corah nos llevó a comer sushi. Uno de los placeres más caros, pero buenos de la comida existente.
Jason nunca había comido sushi antes, pero parecía haberle gustado, en especial porque eran menos grasientos y aceitosos que la comida chatarra.
Corah amaba el sushi, pero no le gustaba comerlo con su familia, ya que comer entre ellos era una guerra campal asegurada por las piezas de sushi, si no tragabas rápido, perdías. Yo solo una vez había comido sushi con ellos y había sido bastante caótico, nada parecido a mi casa, donde solo éramos tres y comíamos con tranquilidad, sin miedo a que alguien nos robara la comida.
Había sido, sin dudar, una de las mejores tardes de mi año. Junto a mi mejor amiga y mi nuevo amigo, ex enemigo mortal.
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Mi Vida, Mi Obra
Teen FictionSummer decide inscribirse en un concurso de su escuela para escribir la obra dramática que se presentará al final del año escolar. Escribir obras no es lo suyo, solo lo hizo para intentar ganarle a uno de sus compañeros de clase que detesta: Jason. ...