Cuando me aventuré a abrir la función de fin de año no pensé que aquella sería la ocasión para conocer a Nohora. Siendo niña solía ser muy efusiva, mi expansividad era un trampolín que me acercaba a la gente, pero mucho de eso fue cambiando con los años, sobre todo desde que caí en manos de mi crematomanía, el deseo obsesivo por acumular dinero. Aquel día y sin saberlo, me convertí en inspiración para Nohora. Una sola persona que renacía de entre decenas que me escucharon y que sólo se dedicaron a criticar o fueron indiferentes. Una persona, sólo una. A veces nos creemos tan pequeños, que subestimamos el poder de una sola chispa para incendiar un bosque entero…
¡Llegó el gran día! Fue el primer pensamiento de Lucía al levantarse esa mañana. Llevaba varios meses saliendo con Fabio, acompañando cada recorrido. Esta incógnita pasajera había llegado para alegrarle la vida y darle cabida a algún dinerito extra. Los domingos que generalmente eran libres, también los incluyó en las rutas de la semana, después de todo, no vendrían nada mal para aportar en casa o para una que otra escapada con Lucía.
Isabel y Kenia eran sus temas de conversación favoritos. Fabio era un chico poco común por estos días, de temperamento serio y muy muy familiar. Durante el colegio, estuvo en la banda cívica y en los ratos libres aprendía soldadura y mecánica con su padre y hermano.
Antes de Lucía, sólo hubo una chica que capturó su atención por ser mucho mayor que él y ligeramente más madura. Su primer amor, la primera cuñada y la primera nuera de Isabel. Un fantasma que merodeaba, habiendo pasado ya más de un año desde su ruptura.
Aquella mañana, Lu se vistió modestamente y habiendo programado cita previa con su manicurista, se presentó en casa con sus uñas de casi dos centímetros de largo. Estaban pintadas con esmalte blanco y encima de cada una, un portentoso escorpión con finas tenazas y cola levantada.
Una dulce chica de unos 12 años se apresura a abrir la puerta. Nadie podía presumir de haber juzgado correctamente su edad respecto a su inteligencia. Kenia, era perspicaz y analítica, sobre todo en lo que tenía que ver con Fabio. Miró de arriba abajo a la joven, a quién sus pecas parecieron haberse escondido tras el rubor de sus mejillas.
-Hola, bonita, ¿cómo estás? Se anticipa Lucía.
-Tú debes ser la nueva novia de mi hermano. Pasa, ya viene mamá.
Miraba a su alrededor y veía fotos en varias de las paredes. Parecían una familia unida, muchas sonrisas se enmarcaban en los retratos. No será difícil entrar en un hogar tan feliz, pensó para sí.
Esperó impaciente por unos diez minutos. La niña, que sentada frente a ella apenas alcanza el suelo con sus piecitos, le interroga con una mirada curiosa.
-¿Ya terminaste el colegio?
-Sí, el año pasado. Oye, parece que juegas bastante, mira esas marcas en tus piernas.
-¿Te refieres a estas cicatrices? No, no es por jugar. Mamá y yo tuvimos un accidente. Yo sólo me quemé las piernas, ella se quemó todo su cuerpo. Pero no te preocupes, ahora está muy bien.
-Kenia, por favor. Irrumpe Isabel de repente en la sala. –No cuentes a todo el mundo lo que sucede en casa.
-Buenas tardes, joven.
Lucía no sabía si sonreír por decencia o para disimular la imprudencia.
-Buenas tardes Doña Isabel, qué gusto por fin conocerla. Fabio habla mucho de usted.
-¡Supongo que de mí también!, se adelanta la pequeña.
-Sí, sí, de las dos. Él las quiere mucho.
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DEL APEGO Y MIL ABSURDOS
Short StoryCuando el narcótico del apego seduce a Isabel, se abre el abismo para su primera generación. Mientras el destino de Fabio es lapidado por la impunidad, Kenia, su hermana, intenta salir con vida del destino que ha elegido. Sin embargo, los principios...