Doy mis primeros gateos, me acerco a él con sigilo, como un felino en busca de su presa.
Apenas estoy lo suficientemente cerca, sus manos van a parar a mi remera, sobre el cuello de esta para ser precisa, sus dedos se mueven de forma ágil, aprovechan el pequeño agujero para facilitar la acción y con un solo movimiento de ambas, la tela se desgarra.
Los ojos de él se encuentran con los míos, sin desviarlos pasa dos de sus dedos por mi clavícula, la cual se deja ver gracias a la ruptura de la prenda.
"Lorena" lo único que resuena por aquel teatro es la voz de nuestra profesora.
Me toca a mí.
Llevo mis dos manos hacia el cuello de su camisa, comienzo con desprenderle el primer botón. Cuando sus manos rasgan más mi remera, desprendo el segundo.
La falta de luz en el lugar me ayuda, camufla perfectamente mi rostro sonrojado a causa de los nervios, y el frío que predomina hace un perfecto contraste con el calor que carga mi cuerpo.
Todo esta marchando bien.
"Valentín"
Una de sus manos va a parar a mi mejilla, desliza su pulgar con suavidad, como si ese acto fuese capaz de lastimarme o molestarme.
Si es posible me acerco más a su rostro, humedezco mis labios por verme en la necesidad de hacerlo, porque no está en mi papel. Él por un momento se distrae con ese acto, pestañea un par de veces y me apreta la cintura suavemente para no perderse.
Con mi pulgar delineo su labio inferior, y miento si digo que no me sonroje más, me mira fijo y sabiendo que es la primera vez que estamos ensayando esto, mis nervios aumentan.
"Y... ahora" el aplauso de Gissel nos hace separarnos de manera brusca.
Dejo caer mi cuerpo sobre su costado, ya que antes estaba sobre él. Me mira de reojo mientras que la profesora sube las escaleras y sonríe de costado.
Al llegar a donde nos encontrámos, nos re incorporamos quedando sentados.
"No logra quedar como quiero, no me convence" expresa con una mano en su mentón.
"Queda muy brusco" intervengo.
Gissel comienza a caminar por todo el escenario, ambos nos permanecemos en silencio. Observando a nuestra profesora, viendo cómo va de un lado al otro.
"Un empujón" los pasos de la mujer dejan de escucharse y yo levanto mi cabeza para poder verlo.
Ella se acerca hacia donde estabamos y cruza sus brazos, seguramente pensando.
"¿Por qué un empujón?" cuestiono sin poder entender su propuesta.
"Acompañaría la separación, sino queda inconcluso que de un momento a otro te tires al lado mío"
Me sorprende la explicación que elabora, y no sé si es por lo cuerda se escucha o porque simplemente me sorprende el hecho de estar escuchándolo hablar.
Valentín es un chico de pocas palabras, que de repente esté largando largos enunciados, no digo que es extraño, pero si algo nuevo.
"La idea es que quede inconcluso, es parte de la historia" le hago saber.
"Si, pero queda mal que dejemos varias interrogantes, a mi parecer, es mejor que al final el visual se quede con una gran pregunta y no con varias, porque si no entiende una parte u otra, se hace un lío y se pierde" explica ladeando su cabeza para mirarme.
De reojo miro a nuestra profesora, quien se ve claramente satisfecha por la conversación que estamos teniendo, una de las cosas que más le gustan es ver como nosotros dialogamos e intercambiamos ideas con respecto a la obra.