Capítulo 1

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Capítulo 1:

—No puedo creer que me hayas convencido para venir aquí. -Jessica arrugó la frente cuando, a su lado, un chico empezó a vomitar en los arbustos. En todo el campus eran conocidas las fiestas salvajes de la fraternidad Gamma Kappa, un grupo de chicos que se unían bajo el lema de "Diversión, sexo y hermandad" y no tenían reparos en cumplirlo a rajatabla. Ella llevaba dos años en la universidad y no sentía predilección por esas fiestas. Sin embargo, su amiga Hyoyeon parecía haber estado soñando con ir a una desde hace meses.

—Me la debías, Jessica—dijo ella. Hyoyeon era su única amiga, con la que compartía muchas horas de clases. Al contrario que la castaña Jessica, la chica tenía una envidiable melena rubia que llamaba la atención de muchos chicos. Y esta noche no era una excepción.

Cuando entraron en la fraternidad, el olor a cigarrillos y alcohol era evidente. No eran las únicas chicas, aun así estaban en minoría. Un par de ojos masculinos se detuvieron en el vestido de la rubia, sobre todo en la parte de su escote. Otro lo intentó con el trasero de Jessica, enfundado en un apretado short tejano, hasta que ella le asesinó con la mirada. —Es la última vez que dejo que me cubras—dijo Jessica. Esa semana no había podido terminar el trabajo de una de las asignaturas que se le atravesaba por lo que optó por perder una clase. Hyoyeon había confirmado al profesor lo enferma que estaba su amiga, era tan creíble cuando se lo proponía que, al día siguiente el profesor se había acercado a la castaña preocupado por su salud— No merece la pena.

—No seas tan sosa y disfruta—respondió Hyoyeon, soltando una sonora carcajada—. Los chicos invitan a las cervezas, hay buena música y es viernes. ¿Qué más necesitas? Espera... ya lo sé. ¡Un buen polvo!

El rostro de Jessica se contrajo. Miró a su amiga con seriedad, no era un buen momento. Todavía no.

—No estoy para eso —dijo, casi bufando. Hyoyeon la entendió, no por algo ella había sido su paño de lágrimas esos días.
—Siwon es un cretino. Él decidió dejarte, así que no le debes nada y mucho menos un tiempo de celibato por él.

—No es por él, soy yo —dijo Jessica, incómoda. Había venido a divertirse, aunque ese no fuera su ambiente se sentía capaz. Pero con el recuerdo de ese desamor, las cosas empezaban a torcerse. Hyoyeon se dio cuenta, sin previo aviso le dio un cachete en el trasero que la hizo saltar mientras ella se reía y varios chicos las miraban.

—Un clavo saca a otro clavo, te lo digo por experiencia. O, en este caso, mejor deja que el clavo entre.

La chica le dio un puñetazo suave al hombro. La había hecho sonreír con sus insinuaciones obscenas, lo necesitaba. Llevaba con Siwon desde el instituto, primero como amigo hasta llegar a más. Poco a poco, con gestos y detalles románticos la había enamorado. Siwon era un buen chico, todo lo que ella deseaba. Jessica no creía en las películas Disney; eso no quitaba poder pensar que había encontrado al amor de su vida.

Pero él no tenía la misma idea.

Quizás su amiga tenía razón. No le debía nada a nadie así que se atusó su camiseta de tirantes con la imagen de un gatito pequeño con gafas hipster y se adentró en la fiesta. Tal como había dicho Hyoyeon, en esa fraternidad tenían la costumbre de ocuparse de que las mujeres tuvieran en la mano siempre algo de beber. Ellas no eran tontas, sabían las razones por lo que controlaron sus bebidas, bebiendo poco a poco. La música era buena, las chicas se fueron relajando, incluso Jessica aprendió a ignorar a los borrachos y el olor, riendo y bailando con su amiga.

Hyoyeon la cogió y la hizo dar vueltas alrededor de sí misma, mareándola.

Jessica le siguió el juego entre risas, hasta que sus miradas se cruzaron.

No podía ser. Él no.

¿Qué diablos hacía Donghae ahí?

Jessica se paró de golpe, arrastrando consigo a su amiga que casi se da bruces con ella. Se recompuso en sus altos tacones y miró a su amiga.

—Eh, ¿hola? —Hyoyeon movió la mano frente a su cara pero nada—. Jessica, ¿estás bien?
—¿Qué? —dijo ella, volviendo a su mundo. Su amiga la miraba, extrañada y sin entender nada. Pero Jessica estaba pendiente de otras cosas en su mente. No, era imposible. Un tipo como Donghae no hubiera llegado a una universidad tan prestigiosa como esta, era pura casualidad.

—Parece que has visto un fantasma —dijo Hyoyeon, mirando al rincón.

Por suerte para la chica, había dos universitarios más por lo que no podía saber a quién miraba ella—. Siento que me pierdo algo.

—No pasa nada, fue un mareo. De verdad, confía en mí.

Hyoyeon no las tenía todas consigo, aun así siguió a la chica hasta una mesa dónde se unieron a una partida de cartas. Jessica buscó el sitio que no le permitiera ver al joven de pelo negro que tanto se parecía a aquel amor estúpido. Lo que no podía saber es que esos ojos marrón profundo estaban fijos en ella.

**

Donghae la había visto antes que ella a él. Ver la cara de sorpresa al reconocerlo le provocó un sentimiento de orgullo que ocultó bajo una capa de indiferencia. Nunca sabía cómo actuar frente a esa joven de melena color chocolate y sonrisa perfecta. Y le recordaba, después de ese tiempo. Bueno, él se había ocupado de crear una marca imborrable en la vida de Jessica Jung. Aunque, puede que no fuera buena idea volver a verse. Ella le odiaría. A no ser que aquello estuviera olvidado.

—¿Algo interesante, Lee? —Min Hyuk, su amigo, se apoyó en sus hombros, colgándose en busca de la nueva presa de Donghae—. Si no te convence me la quedo yo. Y, a todo esto, ¿a quién miramos?

—¿Ves la chica del gato? —señaló con disimulo hacia Jessica—. Fuimos juntos al instituto.
—Oh, vaya. ¿Te la tiraste?

—No. Le hice la vida imposible.
—¿Pegabas a las niñas, Lee? Eras un cabrón.
—No era eso, imbécil —dijo Donghae empezando a sentirse ofuscado. No le gustaba recordar mucho esa época.

Con diecisiete años Donghae era el adolescente de pelo negro y revoltoso que vestía cadenas y camisetas de sus grupos de punk ácido mientras, gracias a su estilo y el respeto que obligaba a que todos le tuvieran, se maquillaba los ojos con delineador sin que nadie le insultase por ello. Se convirtió en ese joven en el que nadie confiaba, siendo recíproco. No tenía ninguna razón para ser así: sus padres le trataban bien, no cargaba tras sus espaldas una mochila de abusos, dolor o humillación. Sin embargo, sentía como si nadie le entendiera. Era demasiado joven y estúpido, así se definía el chico de ahora. Sabía la suerte que había tenido en encauzar su vida antes de que su fama de rebelde sin causa tuviera una base policial, gracias a una sustanciosa beca había llegado a la universidad. E iba a sacar su carrera, por los disgustos a su familia, con el sudor de su frente. Pero verla allí le recordaba lo único por lo que no se pudo retractar jamás.

Había estado enamorado de Jessica Jung desde el primer día que había llegado a su instituto. Era todo lo contrario a él: Una chica dulce, alegre, con una visión mucho más positiva de la vida que él. Ella le había sonreído mientras caminaba por el pasillo en busca de su sitio. Donghae se prometió que hablaría con ella, que la haría recordarle. Solo que no supo cómo. Y ahí, estuvo el error. Por completo.

—Entonces, ¿me la puedo pedir?
—¿Qué? —dijo Donghae, tardando en asimilar lo que su amigo acababa de decir— No, claro que no.
Gritó sin darse cuenta, llamando la atención de los compañeros más cercanos. Su corazón se paró, rezando para que la joven no formara parte de ellos. Pudo respirar tranquilo cuando la vio continuar a lo suyo, jugando a las cartas con otra chica y dos de la fraternidad.

—Vale, era una broma. No te pongas así, tigre —dijo su amigo dándole un golpe en la espalda.
—Me pongo como me da la gana —gruñó, provocándole una risotada más fuerte. Min Hyuk dio un sorbo largo a su cerveza y dejó el bote en una mesa cercana. Conocía a su amigo y sabía mejor que él cuando necesitaba un pequeño empujón.

—No te preocupes, tu amigo Min Hyuk está aquí. Voy a ayudarte a sacarte esa espinita.
—Min Hyuk, no —le advirtió su amigo. Palabras fatuas para un chico borracho—. No es asunto tuyo.

—No puedo entrarle por tu culpa. Es asunto mío. ¡Eh, chicos! - Min Hyuk llamó la atención de parte de la fiesta, hasta dónde le permitía la música. Donghae tenía ganas de machacarle, o salir huyendo, pero con ambas opciones llamaría demasiado la atención.

—Esta fiesta se está haciendo muy aburrida —continuó Min Hyuk—. Y eso a los Gamma Kappa no nos gusta. —Le respondió un breve y fuerte jaleo antes de poder seguir—. Así que, tengo una idea, ahí tenemos un armario en el que entran dos personas. Bien pegados, rozándose, ya me entendéis. ¿Qué tal si volvemos a nuestra época anterior, cuando éramos los mismos pero con granos y jugamos a los cinco minutos en el armario? Pero yo elijo a la primera parejita que va a entrar ahí.

Donghae palideció, entendiendo el plan de Min Hyuk. ¿Estaba de broma? Si, tenía que estarlo. Intentó fulminarle una vez más con la mirada pero no valía de nada.

Jessica torció el gesto, solo a un miembro de la fraternidad más puñetera de la universidad se le podía ocurrir una cosa semejante, tan infantil. Y fue a más cuando vio que se acercaba peligrosamente a su mesa.

—Que venga a por Hyoyeon, que venga a por Hyoyeon ...

Cinco Minutos |Haesica - By: VemyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora