Capitulo 31 "Día 8: Encantadas"

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El sol irradiaba de forma leve, no eran más de las diez de la mañana, sobre aquel pequeño porche de la Tormenta.

La morena estaba sentada con la guitarra entre sus piernas y su cuerpo estaba solo cubierto por un largo jersey de color crema, que le llegaba hasta los muslos, dejando al descubierto sus esculturales piernas.

Era una imagen demasiado hermosa para ser real, pensó Alba al salir al porche y encontrársela en esa situación. Estaba demasiado concentrada tratando de afinar su guitarra, que ni siquiera se percató de la mirada constante de la rubia.

Alba se mordió el labio al ver como la chica fruncía el ceño en señal de que no lograba su objetivo. Se veía tan tierna, tan hermosa. Le recordó la primera vez que la vio y algo la conecto a su presencia. Aquel día nunca pensó que se enamoraría de aquella chica, no...Ni siquiera le pasó por la cabeza la idea de conocerla. A ella le gustaban los hombres..Pero todo cambió...en el momento uno en que la conoció, en que habló con ella...Alba supo que Natalia era especial. Luego sucedió lo de aquel intento de beso en la fiesta, y sus sentimientos la desbordaron.

Le parecía una locura pero desde el día uno Alba había quedado encantada por Natalia. Era como un tipo de bruja que la había atado a su presencia sin intención de dejarla ir. Por ese motivo aceptó ser su verano, algo dentro de ella le gritaba que no se alejara de aquella morena por nada en el mundo, que aprovechara cada minuto que tuviera con ella.

Tormenta...Eso era Natalia Lacunza en la vida de Alba Reche. Una tormenta que había llegado para poner todo patas arriba, pero de la mejor forma posible...con amor.

-¿Por qué me miras así?- dijo Natalia sin quitar su concentración de la guitarra.

-Te ves hermosa- confesó Alba acercándose.

-¿En serio?- sonrojándose.

-Sí, de hecho así fue como te vi por primera vez- dijo Alba apoyándose en la baranda del porche.

-Lo recuerdo...Yo también te vi por primera vez ese día...Me enamoré a primera vista- dijo Nat con una tonta sonrisa en sus labios.

-¡Exagerada!- sus mejillas se volvieron rojas.

-No, no es exageración. Es cierto. Es la más pura verdad- Insistió Nat halándola para que se sentara cerca de ella.

Flashback:

Natalia estaba en su porche como de costumbre tratando de afinar su guitarra. No tocaba nada en especifico. Solo le daba pequeños toques.

Estaba cansada y necesitaba relajarse. Había tenido una noche bastante ajetreada, como las que acostumbraba a tener. ¿Aída? ¿Ari? Ni siquiera recordaba el nombre de la chica que acaba de abandonar la casa hacia unos segundos.

La había pasado bien, sí, demasiado bien...pero se sentía rara...se sentía vacía. Al principio de llegar ahí y establecer ese nivel de locura en su vida, Natalia se sentía feliz, libre...sentía que ella era la que dominaba el destino, y no al contrario. Pero desde lo sucedido todo había cambiado...Alicia...Alicia la había cambiado. Y no para bien.

"No debió enterarse", se maldecía Natalia una y otra vez cuando recordaba el hecho. Ahora alguien más sabía su secreto y se empeñaba en ayudarla. No quería la ayuda de nadie. Ella estaba perfectamente tal y como estaba. ¿Por qué seguir hurgando en la herida?

Cerró sus ojos tratando de volver a concentrarse en la guitarra pero no podía, la imagen de los ojos de Alicia volvía a su cabeza una y otra vez,...la colorada...su mirada...era la misma mirada con la que la miraban sus padres, su hermano...pena...una mirada llena de pena, de lástima...mirada que fue la causante de su fuga hacía cinco años.

Be my summer / AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora