Mi corazón se calienta cuando te veo detrás del cristal. De repente todos los colores de agosto se vuelven más cálidos y dulces.
Una memoria perdida se cruza por mi mente y ahí estas, de pie cumpliendo tu sueño y no puedo evitar llorar y esta vez las lágrimas saben a felicidad.
¿No es gracioso cómo nos alegramos más por las victorias ajenas que las nuestras?
Estás ahí, a un susurro de mi y sin embargo tengo la sensación que estás tan lejos.
Quizá nunca fuiste mío para llamarte perdido.
No pareces perdido ahí de pie, frente al público mientras tocas con tus manos largas tu guitarra... por supuesto, es nueva por qué la nuestra descansa en mi viejo departamento de universitaria que hace tanto tiempo acumula telarañas.
Las luces del techo te regalan un semblante tranquilo que hace tanto... tantísimo tiempo rogaba a los ángeles, a los santos, a quién fuera... que te dejaran tus demonios en paz.
Por supuesto tocas canciones que yo no conozco, qué son extrañas a mi y a nuestra historia de amor agónico. Y si embrago... me sacan una sonrisa. Lo hacen, por que no son canciones tristes.
Son hasta tiernas...
Quién iba a decir; el chico de espinas y rosas desprende margaritas.
Un poco tímida por este sentimiento de foránea, me acerco a las mesas y me pido un café.
No me has notado, mejor así... sigue tocando, me encanta verte de esta manera. Un sentimiento extraño se coloca en mi pecho, tengo ganas de llorar y presiento que te volverás de nuevo un poema entre mis dedos impacientes de letras...
Y entonces me doy cuenta, de que nunca fuiste un poema, siempre fuiste canción, música... y mi ojos se encharcan de notas que llegan a mi corazón.
Estoy feliz.
Después de mucho tiempo en mi vida, soy tan feliz que siento que mi corazón se quiere escapar de mi pecho; estoy tan conmovida que siento escapar las lágrimas de mis ojos, las atrapo entre mis dedos rápidamente por que no quiero que alguien me vea.
La gente te aplaude después de que terminas tu canción y le regalas una sonrisa de ángel. Sigues siendo tan vehemente como ellos, ese cabello rubio brilla un poco más desde la última vez que te vi, te has dejado la barba y quizá, si no me hubieran dicho quién eras jamás te hubiera reconocido... es mentira, te reconocería a dónde fueras...
Te levantas del asiento que te trajeron y te acercas al micro para decir unas cuantas palabras y te preparas a tu siguiente canción.
Esto, verte así... parece un sueño. Termino mi café a mitad de tu canción y decido algo difícil para mi, pero lo hago.
Quizá esto de ponerles puntos finales a las historias rotas al fin me está saliendo bien, así que decido dejarte en paz, justo cómo estás.
Inhaló largamente aire y asiento para mi misma antes de levantarme de mi asiento.
Sí.
Justo así quiero recordarte.
Así que me pago mi café y me dirijo a la salida, tú voz como soundtrack de mi vida y antes de salir te hecho un último vistazo.
¿Crees en las almas gemelas?
Quizá en otra vida.... seguro en otra vida.
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Piel de porcelana
PoetryAquí yacen todos los versos rotos que deambula en las paredes de mi cuarto