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—No te creo—exclamó Dami sorprendida, al escuchar lo que le ocurrió a su amiga.

—Te lo juro, Siyeon se volvió loca—enfatizó Yoohyeon en la última palabra.

—No entiendo que pasa con ella—suspiró la de cabello corto, siempre trataba de encontrarle una respuesta a todo, pero esta vez no había una. Siyeon ya ni siquiera parecía ser ella.

Yoohyeon se quedó pensando hasta que un nombre cruzó su mente.

—Sua—susurró para ella misma.

A la hora de la salida, Sua le explicaba a Jiu lo acontecido el día anterior y como Handong ofreció su ayuda.

—¿Entonces se reconciliaron?—esperanzas en los ojos de la rubia.

—No...

—Deberían hablar. Deberías intentar.

Mientras las dos discutían acerca de Handong, Siyeon se acercaba. Estaba buscando a Sua para hacer lo que tenían pendiente. Al encontrarla no pudo evitar sonreír, ella se veía tan bien, con su largo cabello color miel cayendo armoniosamente sobre sus hombros, ella era hermosa y entonces ¡pánico! estos pensamientos y los sentimientos que crecían cada día no le estaban gustando.

—Siyeon—la bajita la llamó después de percatarse de su presencia sacándola de sus pensamientos—¿Qué haces ahí? Ven.

Apresuró su paso y se acercó a las dos.

—Bueno Jiu, luego hablamos ¿si?—Sua le dedicó una pequeña sonrisa a su amiga—Siyeon y yo tenemos una cita.

Siyeon casi se ahoga con su propia saliva.

—Una cita con Handong—agregó Sua al notar el comportamiento extraño de su compañera.

—Sí, eso mismo—agregó Siyeon, disimulando su reacción.

—¿Estás bien? Estás... Un poco rara—la miró de reojo.

—No es nada, ¿vamos?

Siyeon se regaño mentalmente, si iba a hacer así de obvia lo iba a arruinar.

—Claro, nos vemos luego Jiu.

—Espero que les vaya muy bien—Jiu les sonrió ampliamente a ambas.

Había estado parada afuera unos 10 minutos aproximadamente, tratando de buscar valor para tocar el timbre. Sabía que no podía prolongar más la conversación y sabía que tenían que terminar ese trabajo. Yoohyeon tocó y unos momentos después la puerta se abrió y una gran sonrisa la recibió.

—Hola—Jiu se veía realmente bien, y derrepente sintió que debió arreglarse mejor, sin embargo ahí estaba tan simple como podía ser, sus converse, una polera, una short y con una coleta en el cabello—puedes pasar Yoohyeon.

—Oh, claro.

Una vez dentro Yoohyeon observó lo elegante que era la casa.

—Está bien si hacemos el trabajo en mi habitación.

—No...—Yoohyeon no podía controlar sus nervios.

—¿No?—Jiu la miró confundida—Mis padres no están regresan más tarde, así que si quieres lo podemos hacer en la sala también. De todas maneras no nos interrumpirán.

—No, está bien. Tu habitación—la más alta le sonrió—eso era lo que quería decir.

Jiu entendió, ya se había dado cuenta de lo tímida que podía ser y de lo mucho que solía trabarse al hablar, pero de alguna manera eso le parecía tierno.

En tus zapatos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora