Me desperté con los ojos llorosos. No había dormido muy bien esa noche. Había llegado el día de mi partida. Iba a echar de menos esto. Y a las personas que había conocido allí. En especial a una de ellas. Los ojos se me volvieron a aguar al pensar en él. No le había vuelto a ver desde el fatídico día en que cortamos. Y a pesar de que me seguía doliendo mucho sigo pensando que era lo que tenía que ser. Pero ansiaba uno de sus besos, volver a mirarlo a los ojos, abrazarlo…
Desde esa noche no había parado de llorar todas las siguientes noches. Pero sabía que el dolor se disiparía con el tiempo. O, al menos, eso esperaba.
Kelly me había contado que Tony no estaba mejor que yo. Ya no salía de casa y se pasaba los días encerrado en su habitación llorando. Solo salía de allí para comer.
Me levanté de la cama y fui a ducharme, como cualquier día normal. Solo que aquel no sería un día normal. Por la noche estaría en mi casa de Los Ángeles. Y no quería. Deseaba que volviera el día en el que había llegado aquí. Sonreí con nostalgia. Me acordaba de que no quería ni entrar en el avión. Odiaba la idea de ir a un pueblo donde no habría centros comerciales para poder ir de compras. Ahora ya no me parecía tan importante ir de compras cada semana.
Bajé por las escaleras a trompicones. En unas horas estaría en un avión que me llevaría lejos de Tony. Y yo no quería irme de su lado. Sabía que no vendría a despedirse de mí. Por lo tanto el último recuerdo que tendría de él es de nuestra ruptura, aquella noche. Y seguramente tendría que vivir con ese recuerdo hasta que lo viese, que no sería precisamente en unos meses.
-Jane, ¿estás bien?-me preguntó Mabel cuando llegué a la cocina.
Negué con la cabeza.
-Se que es difícil irte.-dijo mi prima.-Sobre todo después de todo lo que has pasado aquí.
-Ha sido el mejor verano de mi vida.
-Venga, Jane. Vas a llegar tarde al aeropuerto.-me gritó mi tío desde el coche.
Me despedí de Mabel y de Kelly, que había venido a verme antes de que me marchara. De Travis me había despedido el día anterior porque ese día dijo que no podría venir a despedirse.
Como supuse, Tony no vino a despedirse.
-Hoy ha sido peor que de costumbre.-me explicó Kelly.-No ha salido de su habitación en todo el día, ni siquiera para comer.
Caminé hacia el coche. Me senté atrás, puesto que el puesto del copiloto estaba ocupado por mi tía mientras que en el del conductor estaba mi tío.
Miré por la ventana. Mabel y Kelly me decían adiós con la mano y yo les imité.
Mi tío arrancó el coche y yo le di una última mirada a la casa. Aquella casa de la que siempre me quedarían muy buenos recuerdos.
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Una chica de ciudad en un pequeño pueblo
Любовные романыSoy Jane Palmer, tengo dieciséis años y vivo en Los Ángeles pero ahora mismo estoy en un avión rumbo a un pueblo en medio de ninguna parte en el que me quedaré con mis tíos y mi prima todo el verano. Me parece que estas vacaciones van a ser muy larg...