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El mundo de Marcos

Sí en la creación se hubiesen dado distintas las cosas tal vez, sí una proteína se hubiese desarrollado distinto o el mundo hubiera estado...no sé, siguiendo la línea hipotética, diez millones quinientos cincuenta y siete kilómetros más lejos del sol, ¿Qué hubiera pasado con nosotros? ¿Qué cambios se presentarian en nuestros cuerpos? El planeta obviamente estaría más frío así que podríamos hablar de cómo nuestros pulmones se agrandaron para poder absorber más oxígeno de un aire tan nitrogenado o cómo nuestra piel sería más gruesa y/o peluda para poder mantener el calor que recibimos internalizado y no perder la homeostasis o incluso cosas más extremas como escamas y sistemas a base de sangre fría pero no, acá no vamos a hablar de esos universos específicos con sus variaciones tan interesantes. Acá vamos a hablar de esa tierra en algún lado del tan variado esquema donde los seres humanos (nosotros, en general) desarrollamos prepucios de gelatina, base colágeno.

Marcos trabajaba de lunes a jueves nomás porque hizo cómo su mamá le dijo de chico y se consiguió un título de médico, uno fácil qué no le quemara las pestañas, para hacer guita nomas pero la realidad es que él nunca había querido ser doctor. Muchísimo menos doctor de pitos y bolas, lo que menos pensó que iba a terminar haciendo era ver a señores de cincuenta y tantos en calzones mintiéndole 4 días a la semana sobre cuántas veces se masturbaban al día o sus hábitos sexuales, qué no se si les interesa saber esto pero eran mucha paja y poco polvo respectivamente.

No, Marcos no quería nada de esto, lo que quería desde que tenía memoria, desde la primera vez que hizo galletitas con su mamá y se quedó pegado al horno, era ser pastelero. Marcos quería hacer churros y bolas de fraile, croissants y tortas fritas, cualquier cosa que fuera masa le parecía infinitamente más interesante que ver genitales todo el día.

Necesitaba un cambio, un hobby, una nave que cayera del cielo y se lo llevara a otro universo donde las cosas fueran como mínimo distintas, sí pedir radicalmente opuestas era demasiado. Treinta y dos años de vida y qué tiene para mostrarle al mundo que existe? Un hobby raro y un título universitario en una carrera que odia? El mayor número de porongas visto por una persona viva desde la Coca Sarli? Los viernes siempre va a un bar con sus amigos a tratar de sacarse de encima la semana. Ellos van de levante pero él no, él le perdió un poco el interés al tema y prefiere buscar alguien con quien caminar un rato de la mano o acurrucarse debajo de las frazadas calientes, el sexo no le llama tanto la atención. Fuera de eso, no muchos hombres quieren salir con un urologo, cómo descubre Marcos siempre en la segunda cita. "Che, una duda: ¿Tengo el..amigo torcido?", "Ahh así que revisas pitos por plata, la debes pasar re bien vos jaja", "¿Estaria mal que te fijes algo que tengo ahí abajo? Si no queres, no pasa nada" y muchas otras cosas horrendas tuvo que escuchar de hombres que claramente piensan que uno es su trabajo y no una persona.

Este viernes toca un barsucho nuevo cerca de la capital, que sus amigos le venían diciendo estaba "buenisimo para conocer gente" lo cual era código para "queremos ponerla, Marcos, raro de mierda". Marcos constantemente piensa qué necesita amigos nuevos pero mientras tanto se banca los que tiene porque está grande ya para conocer gente así de la nada.

Llegaron bastante temprano para su gusto, apenas las doce pegaron en el reloj ya estaban entrando al local, vestidos elegante sport con sus camperas de denim y sus bigotes bien afeitados, siempre se quieren hacer los joviales pero terminan pareciendo sacados de un concierto indie del dos mil catorce, aun así, es su estilo y lo llevan con mucha confianza.

Cómo siempre, no les pidieron el DNI porque se les nota la edad en la cara, Jorge le quiso dar el DNI igual al patovica que lo miro de arriba a abajo, juzgando cada decisión que hizo en su vida, no sabiendo si meterle un sopapo o agarrar el plastiquito al pedo para qué se sienta mejor. Por suerte para todos vino amable hoy, así que hizo de cuenta que no tienen arrugas al lado de los ojos y entradas rampantes en la cabeza, él peor es Arnaldo igual qué pobre ya esta pelado hace como diez años y no lo quiere aceptar, optando por tener un chuflo de pelo colgando encima de la oreja como si eso significaba algo. Al final pasaron tranquilos y se sentaron en una mesa cerca del bar.

Marcos desarrolló esta mala costumbre de cada diez minutos mirar su celular, como si algo lo esperara dentro de este ladrillo mágico lleno de luces, y normalmente no encuentra nada, su Instagram consiste de fotos de amigos de la secundaria que ya no son ni amigos ni están en la secundaria y su facebook está muerto hace fácil dos años. Pero hoy, cuando Marcos mira el celular a las dos y veintitrés de la mañana, Marcos encuentra ese escape.

Cómo cualquier persona que tiene un presupuesto enorme y nada en qué gastarlo, Marcos tiene un iPhone, no de última generación, no el mejor modelo pero tiene uno al fin y al cabo, sirve para chapear. Y para la gente que nunca usó en el público les cuento que mac tiene una linda función con la cual podes mandarle una foto a alguien sí tiene un dispositivo de esta marca cerca, a través de AirDrop. Esto es lo que ve Marcos, una foto de un muchacho le llega de la nada, con un nombre exótico que no puede pronunciar y facciones que después de cuatro daiquiris solo logra describir cómo angelicales, y antes de que pueda caer en qué está pasando, él mismo muchacho se sienta en la mesa con sus amigos enfrente suyo y efusivamente le pide perdón por la imagen, clamando que era para un amigo suyo y sin querer se lo mandó a él, todo esto con una sonrisa enorme de dientes perlados y labios carnosos.Ya no teniendo el control sobre sí mismo que una persona sobria tendría, Marcos decidió ahí en ese momento qué esta noche se iba a llevar este chico a su casa; Ese fuego que creía muerto dentro suyo acababa de recibir un baldazo de nafta y se levantaba ahora, ardiente y reivindicado.