LA LLAMADA

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Igual a un velador nocturno, con tonada de sereno que trae nostalgia empolvada de otro tiempo.

Me encaminaba a exhumar recuerdos en un paraje cerca de tu calle, volver al excitante aroma de manzana cuando respirabas, con tus ojos sembrados de estrellas colgadas en un pedazo de cielo.

¡Si supieras...!
¡Cuánto lío!
Esa vez era media tarde con un sol amarillo, pendiendo de un hilo.
Así percibí el alma, suspendida de una daga con filo al hacer la llamada no pensada, fatigada por un recuerdo
que impulsaba a exclamar:

¡Si algún día me necesitas vendré corriendo y estaré ahí! Aunque estemos enojados o por suerte separados, me inclinare ante ti, a que usted mande.

¿Y porque te llamo?
¿A lo mejor porque te amo?

Esto era lo que tenía que decir.

Al momento contestaste.

-¡Dijiste bueno!-

-¡Al decir hola!-

¡Te quedaste callada!
Sentí un nudo en la garganta mi vientre se movió, al quedarte apagada mariposas volaban alrededor,

¿Que pasó en tu corazón?

Pues la voz se congeló y
no volví a saber de ti, por entrar a tu hogar avergonzado me sentí. ¿Estaría el mirándote?
¡Y tú sin saber qué hacer!

Rodee tu vida sin darme cuenta me perdí por varios siglos, por miles y miles de suspiros.

Ahora... Tus hijos han crecido, creo abuela eres y no saben del verdadero dueño del corazón, la respiración, de las noches sin dormír por estar pensando en mi.

Me imagino su cara de extrañados por tantos años, al verte ida con la mirada escondida.

Si supieran adónde tus congojas van, con un amado que aún espera en la oscuridad sentado.

¿Será cierto lejano amor? Que una estrella cuando se apaga, no se va pues deja su calor.

Has pensado cuánto duelo con los hijos al lado y yo distante, totalmente retirado del entorno de tu familia que espere fuera mía.

Recuerdas los 18 años de vida cuando tenías una limpia lozanía me besaste con ardor para sentir la eternidad de nuestras sombras, abrazándote en una noche perfumada.

Recuerdo el miedo que tenías, de joven muchas veces en la oscuridad decías.

-¡Me olvidarás amor!-
-¡Yo sé que lo harás!-

-¡Ni lo pienses!-
-¡Jamás sucederá!-

¡Te decía con la mano metida en el pecho!

Apretando el corazón para sentir que se iba la razón y a mis pupilas se les retiraba el color.

Tu tristeza me lastimaba toda vez que te amaba la angustia comía tus ojos hasta hacer que se volvieran rojos.

-¡Ya no me recordarás!- -¡Algún día ya no estarás!-
Y la gota salada de una niña corría y se perdía en una mejilla.

Al oírla miraba su pureza de cristal pensaba,
¿Que presentirá?

¿Quién le habrá dicho qué mi amor la abandonará?

Me inclinaba con seguridad ferviente le decía,
¡Te juro que nunca en la vida se verá!

Estamos enlazados, parecido a estar casados y eso no pasará, nunca te dejaré, lo digo por mi madre que en el otro mundo vive.

¡Así lo dije y así lo hice!

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Pasaron muchas lunas, años, quinquenios, el destino se atravesó y sin darme cuenta todo lo cambió.

¡Pero no fui yo!
¡Eso que quede claro!

¡Tú ya no estás a mi lado! ¡Y no perdí lo jurado!

¡Ya ves...!
¡Si cumplí!
¡No te he olvidado!

Al despertar, al llegar la noche, siempre te tuve en la mente, aunque me interrogaran,
¿Porque estaba ausente?

A todo reclamo, callaba cerraba los ojos y te tenía de frente mirando tu cara iluminada de Aurora, con tu vestido color amapola.

El que presumiste la última vez que me viste.

Y no me importaba que se enojara, yo estaba contigo amándote en silencio con una lágrima mojando mi alma.

Pero al despertar odiaba el día, la tarde, la noche y la helada mañana sin tu cariño que me acompañara.

Me mordía los labios hasta sangrarlos al mirarme espantada preguntaba, pero sólo veía a través de mis lágrimas un pálido fantasma.

¡Sin poder decir nada! ¡Sin poder amarte como en el pasado!

¡Y ahora...!
¡No sabes!
Cuánto deseo ser un viajero del tiempo, llegar a tu encanto de doncella y en esas noches de primavera, abrazada a mi corazón decirte con temor.

¡Y tú me olvidarás!

Prométeme en un futuro cuando esté viejo y mi pensamiento muy lejos.

¡Que no lo harás!

León

10 nov 2003. 2:33 PM

Cuando era mi novia, esto era lo que siempre decía ¡Yo sé que me olvidarás!

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