Cierra los ojos.

Monstruos.

La pequeña Sophia de 5 años estaba hecha un ovillo en su cama, se cubría completamente con las cobijas y cantaba un lalala mientras se tapaba los oídos con sus pequeñas y regordetas manos.

Tenia los ojos cerrados y sus lágrimas mojaban el colchón.

Escuchó una vez más una respiración forzosa y lanzó sin querer un sollozo, siguió con su pequeño canto pero por mas que lo intentara, no servía para callar a los monstruos que tenia al rededor. Parecía que el sonido venia de dentro de su cabeza.

Los monstruos eran horribles, algunos con la piel verde, otros sin alguna parte de sus cuerpos pero algo que todos ellos compartían era su putrefacto olor y la sed por la luz de la niña.

Sophia intentó cerrar aún más los ojos y aun así veía a los entes en su cuarto, era como si su mente viajara fuera de su cabeza y viera a su alrededor.

Intentó pensar en otra cosa y lo único que se le ocurrió fue el programa del niño con el elefante y el pato que veía junto a su tía, luego pensó en su tía y en que no le creía sobre los monstruos.

Quiero dejar de verlos, por favor, por favor, no quiero verlos, quiero a mi tía. -pensó, otras lágrimas cayeron de sus ojos, tenía mucho miedo.

Repitió la frase una y otra vez hasta que de pronto no escuchó más ese horrible sonido que solo los monstruos hacen. Pensó en que se habían ido, se sintió feliz hasta que recordó que pronto volverían.

Pero un extraño sentimiento la invadió, una sonrisa floreció en su rosto redondo y supo que no volvería a verlos jamás.

Sus ojos se cerraron y no volvieron a abrirse hasta el día siguiente.

Su habilidad especial también se durmió y duró 13 años en volver a despertar.