Antigüedad.

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Si mi final ha llegado, si mi destino arraigado decide que él camino no continúa, quiero que sepan que la vida que a mi concierne nunca fue en vano ni perdida.

Así pues de recuerdos amargos, llena de amarguras que me acechen, sepa usted por consiguiente que te entregué más cuán tenía.

Mis amores, mis verdades, mis silencios y mis gritos, mis amaneceres y la luna que alumbrara nuestros seres, aún así que dios te guarde, aunque sufrí pues la pesadilla. Tú infantil mente que brilla, y que hacia mí ataca inquebrantable, tus compañías que de mi no gustan contigo he de decir que han conseguido, que aquello que daba luz a nuestro rostro hoy dio sombra, sembró duda y dejonos cuerpo angosto; pues por placer carnal tu queja venida más la ida con mi corazón no quieres, ni siquiera quieres ver que la vida me dieres si vinieres.

Labios de fruta prohibida, quién fuere serpiente para engañarse en su fruto; más tu como gato, arisco y apesadumbrado, olvidas cuanto soy y ya no somos cuanto éramos; pues tu piensas en ser quién eras, y me obligas a ser quién fuere, pecadora nata y alocada, presa de deseos, sin llegar a nada.

Así pues, él amor presente olvidas entre tus sábanas, entre el perfume que otra tuviere, y yo tan solo creía en que todo volviere a darme un último soplo para empezar la primavera.

Querida vida...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora