Empezaba la caída de la noche, las piernas de Craig estaban levemente entumecidas. Caminaba pero era algo inconsciente. Su mente divagaba una y otra vez, repitiendo lo que había experimentado. Como si alguien a propósito estuviera colocando una grabación sin detenerse.
En algún momento, las flores lo rodearon. Cuando vio por última vez la casa de los Tweak. Era como una fantasía. Un niño que se perdió y encontró un lugar donde refugiarse.
Fue entonces que se asustó al darse cuenta que no estaba solo.
Pero más fue su sorpresa que aquellos seres que tanto temor tenía no querían hacerle daño.
El aura que poseían le recordaban a su madre, tan amable; reconfortante. El tacto lo tranquilizaba a tal punto que podría caer dormido con facilidad.
Sus ojos no reflejaban ninguna maldad. Se dio cuenta en el momento que la observó sin temor alguno. Aquella neblina que cubría su verdadero ser se había desvanecido. Aun podía sentir como los rumores lo querían alejar queriendo esconder la verdad.
Todo se volvió oscuro cuando sintió el olor de las plantas ocultarle. Cuando despertó lo primero que vio fue el cielo estaba casi oscuro por completo. Se levantó, haciendo caer algunos pétalos y pequeñas ramas.
Sintió escalofríos al encontrarse completamente solo. Sabía que era muy peligroso para él, debía volver.
Se apresuró abrazando su propio cuerpo, parecía que aún la grama estaba húmeda por la lluvia de hace algunos días. El sonido que esta hacia cuando la pisaba eran prueba de ello.
Estaba perdido en un lugar completamente diferente por donde había entrado. El temor se reflejó en su rostro y trato calmarse sobando sus brazos. Sus piernas se detuvieron al quedar al frente de un callejón sin salida.
—¿Q-qué? —preguntó al aire, iba a regresarse cuando unas sombras aparecieron. Aquellos susurros se les hacía familiar. Todo su cuerpo tembló.
—Lo tenemos, lo tenemos... —poco a poco parecía ser un niño de aspecto gótico. Su voz aguda hacía eco a través de las paredes.
—Pobre, perdido en este lugar. —habló otra voz, parecía ser de un chico. En cambio, su tono era más grave y desinteresado.
—Basta de charla, atrápenlo. —ordenó una tercera voz, proveniente de una chica.
Craig buscó algo para poder defenderse encontrando entonces un cubo de basura a muy poca distancia donde estaba. Se movió tan rápido como pudo, lanzando el contenido hacia ellos.
—¡IUGHH! —chilló uno de ellos.
—¡Diablos, que asco, esto es tan conformista!
El pote cayó al piso casi al mismo tiempo que tomó aire para salir corriendo. Sintió el rosario en el bolsillo de su camisa. Lo sacó y volteo por un momento hacia atrás.
Los niños tenían los ojos rojos.
Aquello hizo que se chocara contra algo haciéndole caer. En un parpadeo uno de ellos ya estaba encima de él, entonces sujetó con fuerza el rosario y lo acercó.
La piel de este empezó a quemarse, destrozando parte de la ropa y su rostro.
Gimió del dolor, quedando en el suelo. Craig entonces notó las marcas de quemaduras.
—¡¿Qué esperas?! ¡Ve por él! —escuchó de nuevo una orden.
Volvió a correr viendo el edificio a la distancia. Recordó las palabras de Wendy. Si podía llegar estaría a salvo.
El más pequeño debía estarle pisando los talones, pero no podía volver a asegurarse. Recuperó el aliento al quedar detrás del pilar al frente de una puerta. Se acercó golpeando con insistencia.
—¡Ayuda! ¡Por favor, alguien! —no hubo respuesta, todas las puertas y ventanas estaban completamente cerradas. Intentó abrir alguna sin éxito.
No podía estar ahí por más tiempo, colocó el rosario en su cuello y se alejó siendo más precavido. Las piernas le ardían, al igual que parte de su espalda por el golpe que recibió. El sonido del agua llegó a sus oídos mientras pasaba por un pequeño puente.
La entrada del edificio estaba a muy poca distancia. Podía verla con nitidez.
Algo golpeó su brazo, haciéndole perder el equilibrio. Gritó del dolor.
—Maldito, no me hagas las cosas más difíciles. —se aferró al parapeto tratando de levantarse, pero era como si algo lo hubiera paralizado. El niño se acercó flotando sosteniendo una clase de lanza completamente oscura. No tenía a donde huir, sus sentidos no reaccionaban.
A muy poca distancia de atraparlo, algo se interpuso y lo empujó.
Unas alas rojas aparecieron en su campo visual, reposaron mientras el cuerpo se erguía como un gato siendo amenazado.
Parecía ser una ilusión, la espalda de Tweek estaba al frente de él.
La cola se movía golpeando el suelo con furia.
El niño que quedó en el suelo aturdido retrocedió al verlo completamente asustado.
—Aléjate de él. —el rubio lanzó como un rugido, sin dudarlo aquel ser terminó por escapar. Los ojos de Craig decaían ante un sueño repentino. La figura del blondo giró hacia él, pudo sentir que estaba tan cerca que antes de caer el olor de las flores lo inundaron.
Al amanecer, el azabache despertó agitado. Se encontraba en su habitación, como si aquello hubiera sido no más que un sueño.
Se levantó de la cama y sintió el dolor agudo en su espalda.
—¡Craig! —era la voz de Clyde, se aproximó hacia donde estaba ayudándolo a sentarse. —¡Vamos, ten algo más de cuidado!
Sin oponerse, volvió a estar acostado tras la protección de sus sábanas blancas. Su gesto de confusión fue claro para que el castaño volviera a hablar.
—Te quedaste dormido en el club, te golpeaste muy fuerte por andar trabajando tan duro ¿eh? —eso le causo más inquietud.
—¿Yo... Yo me dormí?
—Así es. Tweek te trajo aquí.
—Twe-tweek... —repitió. Tratando de volver a levantarse.
—Tranquilo, tranquilo. Necesitas descansar. ¡Espera, te traeré algo de comer! —así, lo dejó solo.
𝟢𝟥/𝟣𝟢/𝟤𝟣: Capítulo editado. Agradecida con mi yo del pasado al dejar de escribir tan denso AJJAJA.
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𝐒𝐞𝐧̃𝐚𝐬 ¦ Creek
أدب الهواة𝖢𝗈𝗇 𝖺𝗉𝖾𝗇𝖺𝗌 𝟣𝟢 𝖺𝗇̃𝗈𝗌 𝖽𝖾 𝖾𝖽𝖺𝖽 𝖢𝗋𝖺𝗂𝗀 𝖽𝖾𝖼𝗂𝖽𝖾 𝖼𝖺𝗆𝖻𝗂𝖺𝗋 𝖼𝗈𝗆𝗉𝗅𝖾𝗍𝖺𝗆𝖾𝗇𝗍𝖾 𝗌𝗎 𝖽𝖾𝗌𝗍𝗂𝗇𝗈 𝗉𝖺𝗋𝖺 𝖽𝖾𝖽𝗂𝖼𝖺𝗋 𝗌𝗎 𝗏𝗂𝖽𝖺 𝖺 𝗅𝖺 𝗋𝖾𝗅𝗂𝗀𝗂𝗈́𝗇. 𝖲𝗎𝗌 𝖿𝖺𝗆𝗂𝗅𝗂𝖺𝗋𝖾𝗌 𝖺𝗅𝗀𝗈 𝖽𝖾𝗌𝖼𝗈𝗇...