Capitulo 118

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Lara.

Almorcé mas rápido de lo que podía hacerlo. Tenia que llegar antes que el inmaduro.

Para dejar el trabajo en su computadora.

Ni tenia ganas de vestirme para ir al trabajo. Las ojeras ya no se disimulaban con nada. Así que me puse unos lentes de sol.

La oficina estaba sola. Le di los últimos retoques al trabajo.

Y deje el archivo abierto. No podía creer lo que había hecho. Me sentía idiota por haber ayudado pero no se merecía todo esto, sabiendo que yo era la culpable.

Santiago entro, a la hora exacta que sabia que llegaría.

No saludo ni nada. Solo se sentó.

No quería observar, pero por su silencio sabia que estaba leyendo.

–Lo hiciste tu?.- pregunto después de un largo rato.

–Si.- no sabia que mas contestar.

–Creo que no te merecías pagar mi gran estupidez ayer.- lo dije entonces. Y mi orgullo se minimizo en ese momento.

Santiago seguía leyendo. Sus ojos azules estaban cansados, pero con una chispa de esperanza en ellos.

Sabia que me trabajo había quedado impecable. La excelencia total.

–Esta...- Vi su cara de impresión.

–Dilo, yo se que te cuesta pero dilo.- dije.

–Esta impresionante. Aunque no te merezcas mi agradecimiento. Pero tengo que admitir patito. Que me sacaste la pata del barro.- dijo finalmente.

Entendí que era su manera de dar las gracias.

–Le puse algunas mejoras, aunque pueda asegurar que así no sea tu trabajo. Este quedar mejor.- Me reí.

Tome mi taza de demonio de tasmania y fui a recargarla de café. Mientras dejaba a un Santiago en la oficina, embelesado y fascinado con mi trabajo.

Nos odiábamos. Pero por primera vez en la vida, desde que lo conoci. Estaba bien porque estuviéramos de esa forma.

Aléjate o déjate llevarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora